Julian Santiesteban

A tiro de piedra: Refundar órganos electorales

“Si me piden que explique en una frase el objetivo del nuevo gobierno, es acabar con la corrupción y la impunidad que daría lugar a la Cuarta Transformación de la República”
Andrés Manuel López Obrador

Por Julian Santiesteban

El marcado abstencionismo fue generalizado en las seis entidades en que hubo elecciones este fin de semana –aunque el más elevado fue en Quintana Roo-, pero un problema compartido de ninguna manera representa solución, y aunque tampoco lo es la desaparición de los órganos locales estatales para dejar uno solo nacional, la próxima reforma político electoral tendrá como argumento fundamental que las instancias estatales no logran elevar la calidad de las contiendas, y no están faltos de razón.

Con lo anterior no pretende cuestionarse la formación de sus consejeros, de sus funcionarios, sino el desempeño general que imprime inercias que no se han modificado en décadas. Ha habido esfuerzos innegables y avances claros en la fiscalización de los gastos de campaña –solo por mencionar algo-, pero queda claro que los actores políticos superan con sus actos a todo tipo de autoridades ¿ejemplo? ¿Cree usted que lo que reportan como gastos es lo único que se eroga en campañas?; ¿otro más? Es evidente que en materia de publicidad falta mucho por regular, lo difundido en redes sociales, en mensajes de texto en números celulares, las llamadas el día de la jornada para votar por algún candidato; la cada vez menor participación de los ciudadanos en las urnas.

El escribiente sostiene que no es desapareciendo los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLEs) como se mejorará la calidad de los procesos, pero sin duda se requiere una refundación de los mismos; en 2014 se les quitaron atribuciones y el proceso de designación de consejeros pasó de los Congresos locales al Instituto Nacional Electoral (INE) y en nada cambió el fondo, baste ver la designación en 2018 de 37 nuevos consejeros locales en 13 entidades del país, hubo designaciones incluso de funcionarios que están denunciados penalmente por haber cometido delitos electorales, Quintana Roo entre ellos, dejando de lado a verdaderos profesionales en la materia y de reconocida trayectoria que, “curiosamente”, no aprobaron los exámenes aplicados desde el órgano nacional. ¿el que hace la ley hace la trampa? Sin duda, por ello volvemos a la necesidad real de refundar órganos, redefiniendo procesos y criterios.

¿Cambiar todo para que nada cambie? De ese tipo –gatopardiana- parece ser la iniciativa presentada por el diputado del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Sergio Carlos Gutiérrez Luna, que pretende desaparecer los órganos electorales locales. Con los porcentajes de votación del domingo anterior el argumento de que no ayudan mucho toma forma, pero lo que debe hacerse es incrementar la exigencia a sus integrantes, no correrlos; sancionarlos si no elevan la calidad de los procesos, pero no encargar las elecciones a un órgano nacional que también es señalado por acciones parciales recurrentemente. En suma, asumir la elección de autoridades como un proceso en el que, si un actor no cumple su parte, debe ser sancionado de manera efectiva, porque luego de las elecciones recientes en Quintana Roo, sólo hay repartición de culpas, pero nadie asume responsabilidades.

COMENTARIO MORBOSO

Y entonces por dónde comenzar, primeramente evitando que haya otro proceso con tan baja participación; si ya se identificó que las elecciones legislativas no resultan atractivas para el votante, pues que la XVI Legislatura trabaje en una reforma local que homologue procesos –por cierto, esto abre la posibilidad de que el próximo gobernador sea de dos años, idea que el escribiente desarrollará en una aportación posterior-; además, el espíritu de la reforma de 2014 fue avanzar en esa homologación.

Si ya se han normado temas y procedimientos de campaña en candidatos, el llamado obligatorio al voto también es posible, lo cual además ayudaría a inhibir invasión en campañas de ámbitos de competencia: candidatos a diputados prometiendo acciones de presidentes municipales, candidatos a munícipes prometiendo acciones de gobernador y así sucesivamente. Y por supuesto, un órgano electoral que retome temas que ha abandonado, como las campañas de promoción al sufragio en sectores específicos, como los indígenas, los ciudadanos con alguna discapacidad, y con periodos similares a las campañas de candidatos, aunque ello implique reducir tiempos a los partidos, ¿o usted disfruta tanta promesa y mentira? ¿No terminan por convencerlo que no tiene caso acudir a la urna, pues todos hasta ahora lucen iguales?

Culpables del abstencionismo puede haber muchos, pero todos están identificados –aunque siempre hay imponderables como el clima, a propósito de la jornada de este fin de semana en Quintana Roo-; y tampoco puede descargarse de responsabilidad al ciudadano, que es quien finalmente acude a la urna; pero la propuesta de campaña tiene que ser de calidad. Por cierto, antes que pensar en hacer obligatorio el voto, ¿Por qué no se norma que la propuesta de campaña tiene que ser vinculante y, en caso de no cumplir, el funcionario esté imposibilitado a contender de nuevo por un cargo por un tiempo determinado? Si no ¿Qué caso tiene que las autoridades electorales actuales revisen y exijan plataformas electorales? Sólo así evitaremos tanta frivolidad y “caras bonitas” en campaña, y el ciudadano estará empoderado y dispuesto a castigar o premiar de manera real a su autoridad.

En fin, la refundación de órganos electorales es urgente y necesaria, llegar al fondo opcional, pero lo único que no debiera ocurrir después de este desastroso proceso electoral, es que no pase nada; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.