CARTA A LOS TRES REYES MAGOS

Sin duda alguna la capital de Coahuila ha cambiado mucho. Ya no luce como aquella ciudad que parecía que el tiempo se había detenido porque sus cambios eran muy pocos. Los mismos negocios de las primeras familias era lo único que prosperaba y a ese Saltillo siempre se le conocía como “pueblo bicicletero y polvoriento”, pero eso se quedó en el pasado.

Con la nueva infraestructura de los puentes, trajo consigo nuevas inversiones desarrollando un comercio más dinámico, con modernidad y agresivos  inversionistas; ya que en donde existe una buena vialidad siempre será un buen atractivo para invertir en la industria, ya que la mayoría de los beneficios económicos vienen principalmente del tránsito por cuestión de tiempo de usuarios, combustible y otros recursos operacionales de vehículos.

Aparentemente todo indica que Saltillo, tiene la estructura de una ciudad de primer mundo, y con la regulación de los taxis, pintados de amarillos aparte de que  se ven más bonitos, acaba con la piratería e inseguridad;  pero resulta incongruente que muchas construcciones viales, y nuevas rutas que surgirán de ahí, quedando obsoleto el sistema de cobro de los taxis que todavía se hace con tarifa fija o dependiendo de la temporada para subir el precio o bajarlo.

Por lo general, en épocas navideñas  el uso de éste trasporte público es más solicitado; aplicándose la teoría fundamental del mercado libre; la ley de la oferta y la demanda. En el mes de diciembre esas tarifas fijas, aumentan de manera que se convierte en un lujo transportarse en un taxi; pero su demanda sube tanto que se dan el lujo de cobrar hasta 70 pesos por transportarte en viajes con distancias de no más de quinientos metros, si es que esa es la distancia que queda el centro comercial más cercano a tu domicilio. No se diga el costo para las centrales de autobuses, centros comerciales y sectores hoteleros.

Es aquí en épocas decembrinas, donde los saltillenses, resienten en sus bolsillos, reflexionando la falta del uso de los taxímetros como medida para evitar los abusos, por el transporte público.

Ahora sí, que aquí; tampoco se le puede exigir al municipio la necesidad de los taxímetros, porque el uso de éstos dispositivos, fue aprobada desde el 2005, pero  el único inconveniente de su naturaleza, es que se dejó de manera opcional, la decisión de implementarlo más no hacerlo obligatorio.

De las más de ciento cincuenta líneas circulando en la ciudad, solamente una de ellas hizo uso de la instalación a sus unidades del taxímetro, teniendo ganancias superadas  a las expectativas.

El resto de los consorcios optaron por no utilizarlas, justificándose que la implementación de los aparatos son “caros”, esperando algún tipo de convenio con el ayuntamiento para que les financien.

No hay una iniciativa por parte de las autoridades, ni de los concesionarios y muchos menos de los sindicatos, que todavía piensan de manera conservadora, rechazando la modernidad siendo un detrimento económico; cuando en realidad es todo lo contrario, porque su ingreso aumentaría por la cantidad de corridas y no querer sacarle hasta los ojos a un solo cliente.

Se piensa que el tema de los taxímetros es algo del mundo actual y moderno, pero es incorrecto. En la antigua Roma existían taxímetros rudimentarios, utilizando un mecanismo solidario con el eje de una carreta que iba liberando pequeñas piedras, y al final del trayecto, el cliente o pasajero pagaba en función a la cantidad de  piedritas liberadas.

Si lo usaban los romanos, que fue un imperio de gran economía y conocida por sus vías de comunicación; por qué no, implementarlo de manera obligatoria en Saltillo, para que esté al parejero  a los cambios de infraestructura vial de la ciudad. No es algo nuevo en Coahuila, porque existen municipios donde ya están trabajando con taxímetros, pero esa será una nueva carta a los tres Reyes Magos de parte de los usuarios más que los taxistas que se oponen y resisten, para el alcalde electo Isidro López Villarreal, a quien se pide que haga algo también para mejorar el transporte en la ciudad. Aunque no faltan aquellos que están convencidos de que pedir no empobrece y más cuando no se recibe respuesta positiva de la petición.(Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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