CHARLATANES Y HUEVONES

En su libro «The power of the charlatan», Grete de Francesco sentencia: «El charlatán logra su gran poder con sólo abrir al prójimo la posibilidad de creer en lo que siempre han deseado… Los crédulos no pueden mantener su distancia; se apiñan en torno al hacedor de milagros, ingresan en el ámbito de su aura personal y se rinden a la ilusión con pesada solemnidad, como ganado».

Sólo de esta manera puedo entender ahora, el cómo Enrique Peña Nieto logró la firma del Pacto por México y que salieran adelante, con relativa facilidad, un importante número de reformas constitucionales. Pero también entiendo el porqué es tan amplia la brecha entre los ideales constitucionales y lo que se pretende aterrizar en la legislación secundaria.

La semana pasada, en particular, hemos visto el sainete que se ha armado con la discusión de las iniciativas de las leyes secundarias en materia electoral y sobretodo, en la de telecomunicaciones. Sainete que es consecuencia de que, en el caso de la reforma política, esta se vendió como el fortalecimiento de la democracia y, en los hechos, se pretende que sea la legalización de la partidocracia; mientras que, en el caso de las telecomunicaciones, lo que aparentaba ser el fin de los monopolios, la democratización de los medios y, por ende, la consolidación de la libertad de expresión, queda reducida a un disparate con matices censores y confiscatorios, que fortalece a grupos incluidos en los llamados «poderes fácticos».

Esta semana quedó claro que fue una tomada de pelo, el discurso que durante todo el 2013, se encargó de repetir, una y otra vez, un charlatán de copete engominado. Pero también quedó claro, que todos aquellos que se sintieron sus aliados en la faramalla de la transformación de México, fueron hábilmente engañados, para lograr la aprobación de las reformas constitucionales que fueron exageradas en el discurso y pretenden ser acotadas en su reglamentación.

Se hace evidente que el legislativo actuó como una mera oficina de trámite y que los legisladores de oposición, como rebaño, fueron llevados por su pastor a cambiar el oro por espejitos. Creyendo ser partícipes de los cambios, se convirtieron, por la falta de debate de las reformas, en cómplices de lo que hoy se pretende consumar.

En la cuestión política, el INE fue repartido por cuotas entre los principales partidos políticos y hoy, aunque se sigue discutiendo si se crea una ley de partidos o si se reglamentan estos en el código electoral, lo que sí está claro, es que las candidaturas independientes quedarán en una buena intención, pues los requisitos y los procedimientos que se pretenden establecer a los ciudadanos que quieran participar en las elecciones bajo esta figura, son exagerados y prácticamente inalcanzables.

El requerir la firma de apoyo del 2% de los electores empadronados, es superior, incluso, a las que se requieren para formar un partido político y es imposible de conseguir sin acceder a financiamiento público, teniendo limitados los apoyos privados y sin poder acceder, hasta antes del registro, a los medios electrónicos de comunicación.

Los que creyeron en las bondades prometidas de la llamada «reforma política», bien las pueden esperar sentados.

En el caso de las telecomunicaciones, las afectaciones son visibles y, en cierta medida, más graves.

Primero, porque se presentó una iniciativa de legislación secundaria por parte del presidente, (porque en este país, el único que quiere gobernar y el único que quiere legislar, es el presidente) en la que hay puntos muy inquietantes. Quizá lo más inquietante, sea la posibilidad de que el servicio de internet, así como el contenido de ciertas páginas, pudiera ser restringido o bloqueado por orden de la «autoridad competente». El problema es que, en este México autoritario, todas las autoridades quieren ser competentes, en cualquier tema.

La iniciativa perversa, no sólo contiene esa aberración, aunque fue, quizá, la más difundida en las redes sociales, sino que, en aspectos económicos, pretende realizar un acto confiscatorio, en una disposición que está dedicada, sin tapujos, en contra de Carlos Slim.

Resulta que la iniciativa prevé que, en el sector comunicaciones, el agente preponderante deberá de compartir su red, con sus competidores, a una tarifa de $0.00.

Lo anterior es, prácticamente, confiscar la red de Telmex-Telcel, para ponerla al servicio de cualquier competidor del sector, en perjuicio de las empresas de Carlos Slim, a quien, por otra parte, se le ponen mil trabas para poder entrar al negocio de la televisión.

El hecho de disponer, con tanta ligereza, de la propiedad privada, sentaría un precedente catastrófico, amén de que desincentivara la inversión en el sector. Telmex ya salió a anunciar que de aprobarse la ley en esos términos, no invertirán un peso más en redes. Algo que es lógico, justificado y comprensible.

La Industria de la televisión por cable, así como los competidores en telefonía celular, dan la bienvenida a esta iniciativa, no porque sea justa, sino porque pretenden beneficiarse de una infraestructura que ni les costó ni les costará.

Es prudente recordar lo que el expresidente norteamericano Abraham Lincoln dijo alguna vez: “no puedes otorgar la fuerza al débil, debilitando al fuerte; no puedes ayudar al pobre, arruinando al rico”.

La reforma constitucional fue ambiciosa, creo un órgano autónomo que fue bien recibido en el sector, el IFT. Sin embargo, la reglamentación de la reforma parece apuntar a que el gran regulador se convierta, simplemente, en una fiera de garras postizas.

El gobierno pretende conservar para sí, aspectos como la regulación de contenidos, que implican, de cierto modo, la posibilidad de que la autoridad decida, que debemos y que no debemos ver los mexicanos.

Benjamín Disraelí, señalaba que “ningún gobierno puede estar seguro por mucho tiempo, sin una formidable oposición”. Vemos ahora que, en la tragicomedia nacional, la oposición no termina de entender la manera en la que la utilizaron.

Y digo que no lo termina de entender, pues hay algunos que siguen creyendo que son socios y no empleados. Vergonzosas declaraciones como las de Gustavo Madero, que asegura que el PAN cogobierna en México. ¡Que absurdo! El PRI no comparte el poder, al PRI hay que arrebatarle el poder.

Acciones como las de Javier Lozano, nos hacen dudar de la verdadera oposición que quiere conformar Ernesto Cordero, pues Lozano, quien se dice Corderista, se comportó como un emisario del presidente, en el tema de las Telecomunicaciones. Un soldado más del batallón azul en el ejército político del Presidente Peña Nieto.

Aunque la cobertura en los medios de las protestas en contra de la iniciativa fue mínima, hubo una gran batalla que se libró en las redes sociales, la primera línea donde fue derrotado el senador Javier Lozano, sin embargo, en las protestas en la calle la participación fue mucho menor.

Tristemente, la juventud de hoy está poco interesada en defender sus derechos y al parecer, una mayoría se asemeja a Erick Von Ulrich, el personaje de la novela “el invierno del mundo”, a quien su autor, Ken Follet, describe como, “una de esas personas ineptas a las que asusta tanto la vida, que prefieren vivir subyugadas por una autoridad de hierro y que un gobierno que no admite discusión, les diga que tiene que hacer y pensar”.

Lo peor es que algunos de estos jóvenes, son utilizados por grupos «progresistas» y permiten que personas holgazanas y patrioteras, los recluten como integrantes de sus nuevos partidos políticos y los manejen como títeres, mientras ellos negocian en lo oscurito con el gobierno o se la pasan viajando por el mundo. Caso concreto, Andrés Manuel López Obrador.

Por hoy se pospuso la discusión de la reforma en telecomunicaciones, pero es preocupante que la lleven los legisladores a un periodo extraordinario en Junio, pues será en plena temporada mundialista. Ojo, la trampa no estará en la distracción causada por el mundial de futbol, sino por el número de legisladores que viajen a Brasil.

Y es que al ser un proceso de creación y modificación de leyes, solo se requiere una mayoría simple, de los legisladores presentes, para aprobarlas y el PRI puede disciplinar, con mayor facilidad, a sus diputados y senadores y obligarlos para que estén presentes; en el PAN y el PRD nadie puede asegurar nada.

Tenemos un gobierno de mentirosos que pretenden imponer sus iniciativas al costo que sea y comprando a quien sea; y tenemos unos legisladores holgazanes que esperan el proyecto y la línea siendo incapaces de estudiar, investigar, opinar y debatir. La sociedad debe despertar y exigir el respeto a sus derechos, de lo contrario seguiremos atrapados entre unos charlatanes y unos huevones.

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