Cuba: Los dioses del Habano

La Habana, (PL)Fumar habanos, además de ser un acto de distinción, es el resumen de toda una tradición mágica que tiene tantos años como los de la propia hoja, benefactora de los puros más importantes del mundo.

Tal acontecimiento, al margen del auge global de horóscopos y otras prácticas y devociones, es un hecho real que se engarza con varias culturas de marcadas raíces, todas muy vinculadas a Cuba, el país del cual se tienen las primeras noticias de los habanos hace más de 500 años.

Los marineros Rodrigo de Xerez y Luís de Torres eran los mejores hombres del almirante genovés Cristóbal Colón, por ello el empedernido marino los escogió el 2 de noviembre de 1492 para llevar las cartas de presentación de los Reyes Católicos al emperador de los chinos.

El único problema era que no estaban en China, ni en el ansiado Cipango(Japón), por el cual habían hecho el viaje, sino en Cuba, un sitio paradisíaco y desconocido.

El 27 de octubre de ese propio año, la flota del intrépido navegante, compuesta por La Pinta, La Niña y La Santa María, había llegado a tierras de la mayor isla antillana y estaban asombrados, él y sus compañeros, por la hermosura del lugar.

Sin embargo, la primera nota curiosa la encontrarían Xerez y Torres el 4 de noviembre cuando dieran informes de lo que luego se llamara Tabaco: «…mujeres y hombres, con un tizón en la mano, y yerbas para tomar sus sahumerios que acostumbraban».

Pero mucho antes de ese descubrimiento los aborígenes cubanos Taínos utilizaban el tabaco de muchas maneras, entre estas fumar para disipar el cansancio y también con fines medicinales.

También se conoce, que en los rituales aborígenes, se dedicaba un espacio a rendirle culto al Tabaco, que incluía iconos, especie de tambor, con el cual se agradecía a la planta sus beneficios.

 

LOS ORISHAS MANDAN

Es el tabaco, además, una pieza clave para los dioses de origen africano, traídos a Cuba en el siglo XVI en los barcos negreros.

A la sombra de los barracones, fue símbolo para Osaín, el dios (Orisha) del herbario, Elegguá, quien abre los caminos, Oggún, rey de los soldados y herreros, y Ochosi, el cazador.

Todos los Orishas varones fuman y mastican la planta, les encanta el rapé, el jugo de sus raíces, las hojas y las flores y, por lo tanto, curan con ella muchas enfermedades.

Esta planta parece ser nativa de Suramérica, de la familia de las Solanáceas. A la llegada de los exploradores españoles los aborígenes la cultivaban, por lo cual todos los indicadores conducen a confirmar la paternidad cubana del tabaco.

Hierba anual pubescente, viscosa, de unos dos metros de altura, poco ramificada o con un solo tallo, hojas oblongo-lanceoladas, alternas, enteras y cuya variedad cubana se considera la superior en el mundo: la havanensis, «plus ultra» de la calidad.

Esta planta, también medicinal (purgante y antiparasitaria) es la delicia de quienes la fumaron o la fuman. Por lo tanto, cuando los esclavos africanos comenzaron a adaptar sus creencias y religiones en la isla, también utilizaron el tabaco para sus rituales.

Tal fue la persistencia de esas devociones que hoy en día los cubanos modernos, los miembros de familias de procedencia africana, continúan los ritos empleando el tabaco y brindándoles alegría a sus dioses con ese producto fantástico, muy bien aquilatado por un mundo occidental ateo, cristiano o protestante.

De los dioses u Orishas mencionados Osaín es muy significativo, siempre existe una deidad de este tipo en las culturas antiguas, muy deudoras de la naturaleza.

Ese es dueño del monte, el templo único de los afrocubanos, de donde extraen las mejores plantas para sus trabajos curativos o de otro tipo (los ebbó), tal y como lo hacían en África. Esta religión, La Santería o Regla de Ocha, es autóctona de Cuba, adaptada de la traída por los esclavos de la zona occidental del llamado Continente Negro, sobre todo de Nigeria, según documentos oficiales.

Osaín es por lo tanto, el dueño de la naturaleza y de todos sus colores, se enseñorea los 31 de diciembre de cada año y se sincretiza para la religión católica con San Silvestre, San José y San Antonio Abab.

Este proceso de Sincretismo Religioso, se entiende a partir de que los esclavos trataban de hacer perdurar sus dioses y tradiciones asimilando lo de los colonos españoles (el santoral católico), este fenómeno social permitió, con el tiempo, una simbiosis entre los dioses africanos, muy mundanos, mitad divinos, mitad reales, algo parecido en este Panteón Yoruba al Panteón Griego, donde existían dioses y semidioses.

Osaín tiene ofrendas particulares como chivos, gallos, jicoteas y todos los pájaros de la floresta que emiten sonidos.

Elegguá es propiamente el que aparece en los bailes con un puro entre los labios, es niño o anciano indistintamente, juguetón, el que abre los caminos, aunque tiene una contraparte (Echú) que los cierra.

Sus colores son el rojo y el negro, como colores simbólicos en alto grado que muchos cubanos usan en sus vestuarios, o en otros adornos cotidianos.

Este Orisha come maíz tostado, pollo, jutía y chivo macho, además es goloso y comilón, se le gana entregándole golosinas y caramelos, y se sincretiza con el Santo Niño de Atocha (San Roque) de los católicos.

En una gama de más de 42 dioses está presente una relación muy fuerte con la naturaleza y con el tabaco. Los devotos colocan puros haciendo equilibrio sobre los bordes de los vasos de agua limpia, en rincones claros, detrás de las puertas, para evitar los malos augurios y que cuando estos Orishas lleguen a las casas puedan beber esa agua y fumarse un habano.

Esas son las creencias en esas familias, pero resulta que se trata de todo un símbolo, porque estos Orishas o dioses obligan a sus feligreses a satisfacerlos con lo mejor que tengan a su alcance y es un signo muy relevante que el tabaco aparezca entre las piezas para complacerles.

Por tanto, tras una fumada de habano existe toda una magia, un ritual y una devoción de millones de personas, que a parte de rendirle culto al cigarro cubano, por su calidad, y por el deleite que significa fumarlo, también lo otorgan a dioses, sus propietarios en esos ritos.

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