Desafío

*Subordinación Oficial
*Línea de la Libertad
*Calcomanías Inútiles
Por Rafael Loret de Mola

Ahora sí: estamos como Colombia en el final de la centuria pasada, cuando los narcotraficantes se burlaban del Estado y temían ser considerados “extraditables” a los Estados Unidos, en plena ruleta de tratados que iban y venían al gusto de cada gobierno y bajo el imperio de la cobardía institucional: la captura del Z40 gozó de amplia cobertura… hasta que los Estados Unidos reclamaron su “derecho” a tenerlo entre los suyos como en los casos de Juan García Ábrego y Osiel Cárdenas Guillén, éste condenado a veinticinco años de prisión en Dallas desde 2007, sendos dirigentes del llamado “cártel del Golfo”, además de otros más que desaparecen como por encanto.
Y estamos como en los tiempos de John Edgard Hoover, el prepotente fundador del FBI, quien en 1932, tras el secuestro del bebé de veinte meses de Charles Lindbergh –un verdadero héroe de su época por haber cruzado el Atlántico en una aeronave, abriendo rutas hacia el futuro-, decidió concentrar la información policíaca de toda la Unión Americana para contar con un banco de datos eficientes que permitieran investigar de manera más expedita. Ahora, eso mismo lo pretende Manuel Mondragón y Kalb, Comisionado de Seguridad Pública en espera de que se cree un nuevo organigrama y no dependas de la Secretaría de Gobernación en donde permanece, como titular, el hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong, a quien el cargo le queda demasiado grande, sobre todo en estos menesteres.
Y estamos como hace más de una centuria –cuando Madero escribió La Sucesión Presidencial-, si nos atenemos a las condiciones infrahumanas en las que viven y laboran los mineros del Grupo México, cuyos accionistas principales son Germán Larrea Mota-Velasco y su madre Sara Mota-Velasco viuda de Larrea, y del Peñoles, cuyo principal accionista es Alberto Baillères González –con tilde al revés, señores correctores-, sendos miembros del top-ten de los grandes multimillonarios mexicanos. También el primero de ellos, Carlos Slim Helú, tiene en la bolsa no pocas acciones del rubro minero.
Del mismo modo, el porfiriato nos saluda al constatar la influencia de un nuevo grupo de “sabios” –otrora eran siete ahora son menos-, encabezados por el derechista Agustín Carstens Carstens, brazo derecho del español Rodrigo de Rato y Figaredo –tal su patronímico aristocrático y uno de los factores de la quiebra de su país por su insolente soberbia-, quienes se dan el lujo de reducir y aumentar dólares a las reservas monetarias en cuestión de horas y tratando de pasar de puntitas, como sucedió el pasado 2 de julio, al inicio de este turbulento mes en el que la violencia se recrudeció mientras las fuerzas públicas seguían concentradas en Michoacán pretendiendo cazar a los miembros de “La Familia” –no la de los Cárdenas, desde luego-, “Los Caballeros Templarios” –nada que ver con felipe y sus amigos que casi se les parecen-, y la “Nueva Generación”, con grandes parecidos con algunos jóvenes personajes con derecho de picaporte al despacho presidencial; desde subsecretarios hasta gobernadores –alguno con otro partido de origen-, muy bien portados… y peinados.
Hace unos días, el 20 pasado, la decana de las corresponsalías en la Casa Blanca, Helen Thomas, dejó esta perspectiva terrenal para adentrarse en los misterios de la eternidad –inalcanzables, aseguran, para la mente humana-, dejando atrás un legado caracterizado por su actitud coloquial, casi irreverente, con los respectivos presidentes de la Unión Americana. Solía decir, en su última senectud, que sólo había podido ejercer a plenitud la libertad de expresión en su década final, retirada de los centros de poder y con la capacidad, decía, de poder exclamar cada mañana:
–“¿A quién detesto hoy?”
Y sobre eso escribía su columna periodística en la nación que dice ser la salvaguarda de la democracia occidental, esto es la que ellos controlan a costa de espionajes y operativos encubiertos, armados por el FBI, con las mismas condiciones de las estructuradas por Hoover, la CIA y la DEA, el triángulo verdaderamente feroz que, en mucho, supera a los horrores de las Bermudas legendarias en cuanto a desapariciones y supuestas abduciones… iguales a las muy recientes de los jóvenes del antro Heaven en la ciudad de México.
Pues bien, la señora Thomas protagonizó, ya sin ser corresponsal pero muy respetada en la Casa Blanca, un último incidente con Robert Gibss, portavoz del presidente Barack Obama, a quien cercó con preguntas, replanteadas, durante media hora; cansado, y sin respuestas, el funcionario le preguntó a la periodista por qué era tan incisiva y hasta repetitiva; y ella le respondió con una frase lapidaria:
–“Porque quiero que su conciencia le moleste…”
Una verdadera lección sobre la liberación del alma de una periodista, atrapada por el poder durante casi toda su vida. Por ello, quien jamás ha servido al gobierno mexicano aunque no pudiera negarse a la tentación, una sola vez, de ser candidato por mi Mérida entrañable –en donde no nací aun cuando todos mis familiares eran yucatecos-, demanda su derecho a decir, sin mentir, cuanto le venga en gano con el afán de romper los muros de las simulaciones políticas. Por eso, precisamente, escribí “Despeñadero”, debiendo crear una Fundación para editarlo, que saldrá dentro de cuatro días, casi un mes antes del primero de los informes presidenciales en los que ya no hablará el mandatario al pleno pero sí a su propia conciencia; lo que pretendía la honorable y honrada Helen Thomas.
Y la cito, además, porque los estadounidenses suelen ser parangón para el mundo entero, olvidando las cruzadas dentro de nuestro territorio en pro de derechos, justicia y libertad, en un ámbito en donde siguen matándose a los periodistas –el más reciente fue un colega de Oaxaca, Alberto López Bello, reportero, cuyo asesinato culminó cuando la policía, literalmente, dejó huir a su atacante-, y el mandatario se preocupa más por su apariencia física –lucir piernas en los maratones, por ejemplo, costumbre qwue ya siguió el jefe del gobierno defeño, Miguel Ángel Mancera Espinosa-, que por ser señalado como continuador ¡de la derecha calderonista! Lo mismo sucedió cuando Fox reconoció las bondades de Zedillo, al tomar el Palacio Nacional, luego de pasarse toda la campaña presidencial injuriándolo y reclamando, por los errores inadmisibles y empobrecedores, un cambio de estructura, de política, d democracia, de todo; y ninguna expectativa ni promesa fueron cumplidas.
Estamos, insisto, detenidos, en el mismo obstáculo. Siguen cayendo muertos, a racimos, las víctimas de la violencia por la guerra entre mafias, incluyendo la oficial; y al presidente Peña no le interesa, ni un ápice, vindicarse sometiendo a sus antecesores habladores –que quieren sembrar marihuana-, ni llevando a la cárcel a su querido tío, el repulsivo Arturo Montiel Rojas, a la par con otras dos figuras cuyo sólo nombre causa escándalo: Emilio Gamboa y Manuel Bartlett, este último refugiado en la defensa del petróleo para que quede en manos mexicanos –este columnista opina lo mismo pero se asquea cuando se convierte al represor mayor de la izquierda como abanderado de la misma, pintando de cuerpo entero al calculador Andrés Manuel López Obrador –una figura acaso tan venerada como Jesús Malverde para los narcos y la “Santa Muerte”-, quien no puede escindirse de su propia “capillita” en donde le honran sus incondicionales y cuantos dicen serlo para escalar cargos a su costa… como el execrable señor Bartlett.
¡En este caso si quisiéramos dar marcha atrás, hasta 2004, por ejemplo, para vindicar a Andrés Manuel, sin extremismos ni prepotencia de por medio!
Debate
La línea delgada de la libertad suele romperse cuando el presidente en curso deja de tener los pies sobre el piso y cae rendido, seducido políticamente, ante el canto de las sirenas burocráticas. A mayor poder acumulado, es igualmente superior el riesgo para quienes intentan ejercer su libertad.
Me pregunto a estas alturas, ocho meses después de su asunción como mandatario, si el pluralismo que no cantó pero fue evidente en su grupo de colaboradores cercanos, eso que llamamos gabinete, ha servido para maldita la cosa.
Por un lado tenemos a Rosario Robles Berlanga, de origen coahuilense –se le recuerda en San Antonio de las Alazanas, en plena sierra de Arteaga-, quien se dejó seducir por los oportunistas –el empresario argentino Carlos Ahumada Kurtz, sobre todo-, al grado de poner la política de partidos a su sombra sin importarle un ápice la condición de extranjero de su galán. Metida a una “Cruzada por el Hambre”, cuyo comienzo no puede darse en los municipios que sin tierras sin leyes en manos de los capos, la realidad la rebasa y el gobierno sucumbe sin salidas alternas.
Y, por el otro extremo, sobresale José Antonio Meade Kuribreña, el canciller que fue secretario de Hacienda del nauseabundo calderón –minúsculas-, impune y con refugios académicos para colmo, incapaz de remover al embajador de México en España, el “destapador” Francisco Ramírez Acuña, por cuanto a sus servicios para lanzar la candidatura de felipe –minúsculas- a la Presidencia, ¡dos años y un mes antes de la jornada electoral! Por algo lo hizo y por algo se le protege sin explicar, hasta hoy, las verdaderas razones de su salida de Gobernación, donde se mantuvo dos años al inicio del calderonismo, lo que eleva las sospechas sobre los grandes contubernios y los reacomodos de las mafias dentro del organigrama gubernamental.
Lo dicho: puedo escribir lo que me parece, sin mentir claro, porque me he ganado ese derecho. Y creo que ya voy siendo decano de los columnistas nacionales. ¡Horror!
La Anécdota
Que no sean timados, amables lectores. Las tarjetas “Pase Urbano” son un verdadero fraude: sirven una sola vez y después se quedan “muertas”, inservibles. La usé hace unos días y pude salir de la ciudad de México, previo pago de doscientos pesos, hacia Querétaro; pero, al retornar, no admitieron mi acceso aunque era evidente que saldo tenía de sobra pues sólo había utilizado el tramo desde Polanco hasta diez kilómetros antes de la caseta de Tepozotlán.
El sujeto que llevaba el marcador electrónico, pretendía que me bajara del automóvil para que pudiera cerciorar si era válida la tarjeta y, por supuesto, me negué a ello, desprendiéndola del parabrisas del automotor y resignado a perder lo conducente, que no era poco.
¿No se suponía que la obra, financiada por los gobiernos de Marcelo Ebrard, en el Distrito Federal, y Enrique Peña Nieto, entonces gobernador del Estado de México, estaba destinada al público en general que la pagó con sus impuestos… para favorecer a los ricos?¿Es ésta la justicia social de estos personajes, uno en condición de presidente de la República y el otro aún aspirante a serlo sacudido por su bella mujer hondureña, Rosalinda Bueso, ex mujer del presidente guillotinado políticamente, el sombrerudo –como Fox- Manuel Zelaya Rosales, todavía en plan itinerante? No vaya a ser que retorne al Distrito federal a reclamar derechos a su antigua embajadora, por él designada.
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E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
SI TRATAMOS DE DEFENDER LA SOBERANÍA DEL PAÍS Y REESTRUCTURAR A UNA JUDICATURA CADA VEZ MÁS NEGLIGENTE E INEFICAZ –POR NO DECIR CORRUPTA-, NO DEBIERAN PERMITIRSE EXTRADICIONES DE ELEMENTOS QUE HAN TENIDO SU MAYOR CAMPO DE ACCIÓN EN MÉXICO. HACERLO ES UNA SUPEDITACIÓN TAN DISPAR COMO LA IMPOSICIÓN DE VISAS, LA REVISIÓN CON RAYOS LÁSER INFAMANTE Y UNA LARGA LISTA DE ETCÉTERAS. PERO, EN FIN, ¡YA VIENE “DESPEÑADERO” Y PODREMOS, SIQUIERA, DESAHOGARNOS.

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