Desafío

*Pésimas Comparaciones
*Del Pacto al Chantaje
*Salarios sin Equidad
Por Rafael Loret de Mola

Fox dijo haber sido mejor presidente que Juárez… y no hubo desagravio alguno como tampoco lo hubo cuando el grupo Green Peace, con más peso que estructura, utilizó el asta principal del zócalo para izar una manta pintarrajeada contra el maíz transgénico que, según dicen, daña a los seres humanos lo que científicamente no está demostrado… pero basta uno que proteste –sea contra las corridas de toros o contra la obligación de los mentores de estudiar- para globalizar el asunto y convertirlo en hoguera de maldiciones sin límite. De la rebeldía mal encaminada se pasa a la grosería y la confrontación de manera exagerada. A mí me han dicho, por mi afición a la fiesta brava, que debo beberme mi sangre. Nada menos. Pero, claro, ni soy vampiro y espero no ser suicida. Una escandalosa desproporción.
Cosa por el estilo le sucedió al presidente Peña Nieto quien, tratando de justificar la gradual privatización de PENEX –negando el término con superficialidad tramposa-, recurrió a un decreto del general Lázaro Cárdenas quien, una vez puesto el petróleo en manos mexicanas –una riqueza gracias a la cual este país ha podido resistir las tremendas tempestades financieras del exterior y el instinto corruptor de la clase política, entre otras lindezas, decidió autorizar contratos –no concesiones ni convenios- con algunas empresas particulares con el propósito de no encajonar la extracción del crudo mexicano ni aislarnos de los mercados internacionales lo que hubiera revertido en una severa crisis interna. Y así, cuando PEMEX alcanzó mayoría de edad, el presidente Adolfo López Mateos –1958-64- resolvió que ya no eran necesarias tales contrataciones porque loa paraestatal, por sí, podía cubrir cada uno de los renglones derivados de la industria incluyendo la transportación y comercialización.
Peña, pues, está en un serio dilema ideológico. Durante su gestión como gobernador del Estado de México, convocó, cientos de veces, a honrar la memoria de López Mateos en quien admira profundamente, casi como una especie de alter ego. Incluso, si uno observa posturas, peinados y saludos entre ambos mandatarios se encontrarán paralelismos incuestionables. Así lo descubrí al mirar las imágenes de la juventud de Don Adolfo, distribuidas por su sucesor Peña durante sus años de gobernador, y observar que hasta en la manera de andan parecía existir una suerte de clonación por los símiles indiscutibles. Pese a ello, desde su llegada a la titularidad del Ejecutivo, el actual Primer Magistrado arrinconó sus recuerdos y buscó, desde el inicio, tomarse muy en serio los consejos de sus cercanos, y los consiguientes cantos de sirena, para aspirar, desde ahora, a una reelección… con menoscabo, claro, de quienes ya se sienten “presidenciables” con la vista puesta en 2018.
De tal suerte, Peña parece estar listo a utilizar la controvertida iniciativa de reforma energética para medir sus alcances para aglutinar voluntades, creyendo, con firmeza, que su “Pacto por México”, signado en el segundo día de su gestión presidencial, demostraba sus dotes de gran conciliador y negociador ante los ojos de los mexicanos, esto es pasando sobre rencillas partidistas otrora insalvables; lo fueron, cuando menos, a lo largo de los doce años arrojados a la basura –dieciocho si sumamos la deplorable actuación de Ernesto Zedillo el redentor de los pobres, menos de los mexicanos, desde uno de sus cargos en la ONU-, por una derecha inerte, convenenciera y con escasos controles sobre un gobierno rehén de los poderes fácticos, desde los mafiosos hasta las células de la Iglesia y las fuerzas armadas dispuestas a secundarlo… con sus propias condiciones. En estas épocas, la lealtad también es una mercancía susceptible de compraventa.
Por eso, claro, invocó al Tata Lázaro sin medir sus efectos; y no pocos señalaron que se trataba de un deseo de equiparase a éste sin conocimiento de causa y pese a que con ello incordiara a su otrora admirado López Mateos, su coterráneo contra las versiones de su nacimiento fuera de la frontera del sur. Y nadie le dijo que, en esta perspectiva nuestra, la exclusividad sobre la figura del excepcional michoacano, la tiene su hijo, Cuauhtémoc, defensor contumaz de cuanto huele a la obra del progenitor heroico, máxime cuando no se le toma en cuenta antes de citarlo. Esto es: sólo es válida la interpretación que del Tata haga su hijo o, cuando menos, previa consulta y acuerdo al respecto. ¡Cuidado con las herencias!
Ahora, una de las más severas discusiones no es si se entrega o no la industria petrolera a sus antiguos dueños –ingleses y estadounidenses sumados a los reconquistadores hispanos-, sino la odiosa comparación del presidente con Cárdenas, el abuelo, cuyos grandes pecados, por supuesto, nadie recuerda: la represión perpetrada por las “camisas rojas” de Tomás Garrido Canabal –tabasqueño, por cierto-, la consolidación del presidencialismo –por combatir al maximato de Plutarco Elías Calles a quien desterró y ahora los restos de ambos comparten columnas en el Monumento a la Revolución como paradoja inadmisible-, y la prolongación del cacicazgo estatal de los Cárdenas –del propio Lázaro, su hermano Dámaso, su hijo Cuauhtémoc y su nieto Lázaro-, en el atormentado Michoacán.
Insistimos: ¿con este antecedente no es adecuado designar al ingeniero Cárdenas, ávido de reflectores, como gran mediador del gobierno de la República en la devastada Michoacán en donde, de hecho, se vive ya bajo el peso de la ingobernabilidad? Tiene autoridad moral, según dicen él y sus seguidores, y presencia suficiente en la entidad para ir acorde con los discursos sociales de “La Familia” y “Los Caballeros Templarios”, quienes insisten en vindicaciones sociales a la par de saquear a pueblos y villas en donde se han debido armar para la “autodefensa”. Por otra parte, subrayamos de nuevo, las heredades del clan no han sido siquiera afectadas, ni en lo mínimo, a lo largo de la región convulsa que arranca, precisamente, en Apatzingán, centro del cardenismo estatal, hasta finalizar en el Puerto Lázaro Cárdenas. ¿Para qué tantas vueltas si la recta es la línea más corta entre dos puntos?
Las discusiones sobre la reforma energética iniciaron con una muy seria dolencia: no se convocó a la ciudadanía para que se alcanzara un consenso con la perspectiva de refrendar o no el propósito presidencial. Tal no se hace en todos los casos pero sí debe actuarse en este sentido cuando se trata de uno de los bienes en los que está asentada la estabilidad nacional y el futuro del país, patrimonio además de todos los mexicanos y no sólo de quienes usufructúan el poder Ejecutivo por el lapso máximo de seis años, sin reelecciones ni prórrogas posibles a menos, claro, que se caiga de nuevo en los viejos caudillajes pisoteando la Carta Magna, remendada más de quinientas veces, que fue obra excepcional del Constituyente de Querétaro en 1917 y ahora parece un traje apretado para la nueva clase política que pretende pasar sobre ella para ganar privilegios… hasta, incluso, el de tomar decisiones en petí comité, comprometedores de ésta y las generaciones por venir.
¿Por qué no se estableció, primero, una campaña informativa, en todos los medios –la mayor parte tan afín al gobierno, sobre todo las televisoras privadas-, para que la opinión pública se enterara de los pros y contras de la iniciativa presidencial y después organizar una suerte de plebiscito para solicitar el aval de cuanto se dice es “la soberanía popular”, una sentencia por ahora acartonada y en desuso cuando más debiera exaltarse en esta incipiente democracia nuestra? ¿Vivimos o no en este modelo o, de plano, estamos regresando hacia atrás, hasta la hegemonía priista que, a fin de cuentas, nos legó los gobiernos de derecha cuyos efectos aun padecemos?
Por cierto, el PAN asegura que Peña Nieto se quedó corto; ¿y qué hicieron durante los doce años en los cuales “sus” presidentes ocuparon la mansión de Los Pinos?¿Sencillamente esperar el turno para ser, de nuevo, opositores en ausencia de valor política para intentar, siquiera, pasar la reforma energética de acuerdo a sus intereses? No lo hicieron por cobardía y ahora, muy frescos, levantan la voz. Por algo decía Juárez que “el triunfo de la reacción es moralmente imposible” Y lo sigue siendo aunque haya ganado la Presidencia de la República una sola vez para luego caer en el abismo de los alquimistas y defraudadores. ¿Tal justifica a los panistas o los condena, irremisiblemente, como a sus antecesores, aquellos que fueron en busca de Maximiliano hasta Miramar, previa e indecorosa escala en París, con tal de derrotar al Benemérito por su “osadía” de arrebatarles los “bienes de manos muertas” a los clérigos insolentes de entonces? Los hechos no se discuten; simplemente son.
Debate
Pues bien, ya es hora de decirlo: el “Pacto por México” –un “huevo demasiado cacareado por los propagandistas oficiales-, se convirtió en la mejor de las armas para la guerra de intercambios chantajistas iniciada por las dirigencias partidistas pero provocada por la bisoña actitud de Peña Nieto quien se sintió triunfador antes de iniciar la carrera hacia la meta. ¿O acaso no dijeron sus panegíricos que con ello se había logrado mucho más que durante los doce años paralizantes anteriores? Quisimos creerlo, la verdad, pero caímos, todos, en uno de los más graves errores de percepción.
Por cierto, queda claro que a Peña y sus amigos les encanta el número trece: fueron trece las decisiones presidenciales enumeradas durante su discurso de presentación en el Palacio nacional el primero de diciembre de 2012; y son trece igualmente los argumentos para defender la iniciativa presidencial contra el buen juicio de los mexicanos que saben leer entre líneas y coinciden en que se acelera, no inicia, la paulatina entrega de PEMEX a los consorcios privados. Por algo, claro, los grupos financieros del exterior, con capitales españoles y estadounidenses, elevaron sus ganancias escandalosamente en un semestre mientras el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens Carstens, discípulo de Rodrigo de Rato y Figaredo, quien pasó de la presidencia del Fondo Monetario Internacional a la gerencia del madrileño Bankia, continuador de Caja Madrid, hasta quebrarla, se ufanaba en anunciar una tremenda desaceleración económica. Más pobres y más fortunas concentradas en menos manos. ¿No era esto lo propugnado por el neoliberalismo de Salinas y Zedillo, acrecentado por Fox y calderón –minúsculas-?
La Anécdota
No queda duda de la pésima distribución del ingreso en México: quienes más trabajan menos ganan y cuantos especulan se llevan las espuertas cubiertas de loro y dólares. Lo mismo sucedía en la década de los cuarenta cuando el maestro de América, José Vasconcelos Calderón –con mayúsculas-, preguntó a Silverio, el “faraón de Texcoco”:
–Bueno, matador, ¿cuánto gana usted por corrida?
–Ay, Don Pepe…pues unos quince mil pesos –de entonces, claro-.
–¡Qué barbaridad! Es bastante más de mis regalías por mi “Ulises Criollo” –su obra fundamental-.
El torero, medio socarrón y medio ignorante en la materia, le soltó:
–Pues, Don Pepe… ¡a torear!
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WEB: www.rafael-loretdemola.mx
E-MAIL: loretdemola.rafael@yahoo.com
LAS COMPARACIONES, SEGÚN NOS DICEN, SON SIEMPRE ODIOSAS. PERO, A VECES, VALEN. EN MÉXICO, QUIENES MÁS SE PARECEN ENTRE SÍ SON LOS ANTAGONISTAS, DIGAMOS LÓPEZ OBRADOR Y SALINAS; O PEÑA NIETO Y CUAUTHÉMOC CÁRDENAS. ESTO ES, EN LA BÚSQUEDA DE REFLECTORES LOS HACES DE LUZ LOS HACEN IGUALES DE “BRILLANTES”, MOMENTÁNEAMENTE, PARA FELICIDAD DE ELLOS MISMOS, CENTROS DE TODAS LAS MIRADAS. POR ALGO, CHARLES CHAPLIN COMPUSO SU INMORTAL “CANDILEJAS” PARA SUBRAYAR QUE LOS AMORES DESLUMBRANTES SON LOS MÁS INTENSOS DE CUANTOS CONOCEMOS.

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