Desafío

*Mitología Militar

*De Lugares Comunes

*Cuestión de Lujos

Nadie entendió los argumentos para proclamar el centenario del ejército mexicano si bien su denominación, como tal, no fue inscrita en los muros de la Cámara de Diputados al lado de los próceres que han merecido tal honor aun cuando no se establece, con precisión, si fueron o no culpables de asesinatos y conjuras golpistas a través de la larga secuela de una Revolución mil veces traicionada por sus protagonistas más célebres.

Precisamente, una de las mayores fallas de las administraciones panistas precedentes en el ámbito federal fue la de no abrir el debate para la necesaria revisión histórica aun cuando influyeran, sin comprometerse, en modificar las líneas y presentar a los héroes de la Independencia y a los caudillos revolucionarios, con motivo de los fastos del bicentenario y el centenario de sendas gestas que posibilitaron festines costosos con hartazgo de corrupción, en las series televisivas y en las películas alusivas con exaltación de sus defectos y nunca de sus virtudes, contrariando las antiguas versiones oficiales.

Esto es, Televisa y TV Azteca pretendieron, por su cuenta, darle a nuestra crónica nacional un sesgo terrible hacia la ambición, el alcoholismo y la traición como elementos sustantivos de los grandes personajes patrios para exhibir la violencia como hilo conductor, pero siempre como consecuencia de las bajas pasiones por el poder y no por efecto de las afrentas de fuera, como debió subrayarse, contra un México frecuentemente devastado. Por ejemplo, ¿sabían ustedes que más muertes causó la influenza española, en la segunda década del siglo XX, que “la bola” con todos y las sanguinarias batallas planteadas por la egolatría de los jefes más destacados? Por aquí debería comenzarse.

En esta misma línea, el secretario de la Defensa Nacional, el general Salvador Cienfuegos Zepeda, mal aconsejado por los mercenarios de la historia, convenció al presidente Enrique Peña, poco docto en el renglón de la lectura y el aprendizaje, para celebrar la primera centuria del ejército nacional. Lo anterior obliga a remontarse al año de 1913 como el de la iniciación, precisamente el lapso más oscuro de la Revolución y del siglo para México, cuando se dieron los sucesos más vergonzosos del andar de nuestro país por la senda de las luchas fratricidas. A saber:

1.- La llamada “Decena Trágica”, entre el 9 y el 19 d febrero, como fruto sanguinario de una rebelión contrarrevolucionaria encabezada, en principio, por el general Bernardo Reyes y por Félix Díaz Prieto, sobrino del dictador que había optado por exiliarse en Francia poco menos de dos años atrás.

2.- Los derrocamientos y asesinatos del presidente Francisco Madero González y del vicepresidente José maría Pino Suárez, a quienes se aplicó la “ley fuga” en el oscuro traspatio de la prisión de Lecumberri en la ciudad de México.

3.- La abyecta usurpación del “chacal” Victoriano Huerta Márquez, nacido en Colotlán, Jalisco, beodo y entreguista, bajo los auspicios del embajador estadounidense, el predador Henry Lane Wilson sin ninguna nobleza moral.

4.-La disolución del Congreso de la Unión por el usurpador con el propósito de consolidar sus ambiciones sin límites.

5.- Los crímenes en contra del senador chiapaneco Belisario Domínguez Palencia y del diputado yucateco Serapio Rendón Alcocer, cometidos por órdenes del “chacal” Huerta desde Palacio Nacional.

6.- El diferendo diplomático con los Estados Unidos, preparado es professo por el embajador Wilson, que culminó con la ocupación de Veracruz en abril de 1914 durante seis meses ominosos en los que jamás fueron atacados los invasores, salvo una nimia resistencia de las tropas locales, luego colaboracionistas.

La interrogante que surge, al respecto de la pretendida efeméride militar, es ¿a cuál ejército se refiere?¿Al de Madero quien llegó a Palacio Nacional el 9 de febrero de 1913 acompañado por los cadetes del Colegio Militar?¿El mismo que comandó el general Huerta, por instrucciones del presidente mártir para luego traicionarlo con alevosía e indecoro?¿Acaso se refieren al “constitucionalista” al mando del entonces gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, con Álvaro Obregón al frente?¿La “División del Norte” comandada por el gran guerrillero Pancho Villa?¿O al del “centauro del sur”, Emiliano Zapata apostado en Morelos con asecho permanente sobre la capital del país? Porque, amables lectores, en el ominoso 1913 se tenían, nada menos, cuatro ejércitos: tres revolucionarios y otro protector de la canalla golpista pertrechada por los yanquis. La distorsión es enorme.

Pero hay bastante más. ¿Antes de 1913 no había ejército nacional?¿Entonces, a cuál cuerpo militar le reconocemos la épica victoria sobre los franceses en Puebla el 5 de mayo de 1862?¿Y la toma de Ciudad Juárez gracias a lo cual el autócrata, Porfirio Díaz Mori, fue conminado a renunciar a la presidencia en mayo de 1911?¿Tampoco cuenta el “ejército trigarante” que entró vencedor a la ciudad de México proclamando nuestra Independencia en septiembre de 1821?¿Ni los derrotados mílites de Santa Anna?¿O los que lucharon por la instauración de la República cuando los conservadores –los panistas de hoy- ofrecieron a su país en bandeja al aristócrata enajenado de Miramar?¿Ni los que combatieron al lado del espurio “emperador” mirando al otro lado de la moneda?

Por todo lo anterior fue una monumental tontería la celebración que encabezó el presidente de la República, subrayando esta denominación que nos remite, sin discusión de ninguna naturaleza, a la victoria del Benemérito Juárez, en 1867, luego de cuatro años de estampidas y gloriosa tenacidad. De respetarse este principio no se negaría su lugar a cuantos batallaron a favor de la legitimidad de Don Benito contra las fuerzas invasoras consideradas entonces como el mayor ejército del mundo. ¿Dónde quedaron quienes, al lado del inmenso oaxaqueño, enfrentaron la devastación con heroísmo sin par hasta consumar lo que bien podría considerarse la segunda independencia nacional? No es fácil de explicar, entonces, la inmensa torpeza de quienes auspiciaron la tremenda metida de bota y pata.

Más bien podríamos concluir que al actual depositario del Ejecutivo federal, quien no repasa discursos ni hechos acaso enfermo más de lo que se explica, es experto en anotarse autogoles y cometer penales históricos de difícil digestión. ¿Y el general Cienfuegos?¿Podría explicar quiénes le vendieron la monserga de la centuria?¿O fue idea suya para promoverse en medio de la desolación en sus filas por causa de la guerra contra y entre las mafias? De ser lo segundo, las anotaciones al calce son de muy alto voltaje y con distintas ramificaciones. México, de modo alguno, comenzó en 1913; y siempre ha tenido uno o varios ejércitos posicionados del territorio nacional. Este es hecho; lo demás es especulación pura, simulación demagógica, tendenciosa versión plagada de vicios de origen.

Pero, ¿por qué tanto homenaje cuando es obvio que son pocos los avances en cuanto a la violencia que mantiene a Michoacán en estado de ingobernabilidad? Lo mismo puede decirse de Tamaulipas, en donde, como en Matamoros, se solicita a la población no salir de casa ante la impotencia oficial de cara a las organizaciones criminales; y de otras entidades más en las que, por desgracia, la presencia del ejército no será jamás bien recordada por los excesos de la tropa –desde violaciones hasta asesinatos-, como en la época de los botines bajo la férula de los cuadillos levantiscos.

Si requieren de estímulos las Fuerzas Armadas tales no deben partir de una distorsión histórica inadmisible. Lo señalamos, además, para evitar la recurrencia de estas posturas con la pretensión de abonar a la amnesia colectiva las interpretaciones sesgadas, tuertas y sin sentido de las nuevas administraciones; vamos, como solía hacerse con la repartición de la tierra que seguía y seguía hasta causar los conflictos por la posesión de la misma, con dos y hasta tres actas oficiales de tenencia, que dieron origen a la secretaría de la Reforma Agraria, numen de la demagogia durante la hegemonía priísta, sin posibilidad alguna de seguir fraccionando. ¡Ya basta de burlas con descargas intolerables de ignorancia o impudicia política!

Por eso, desde luego, la credibilidad está por los suelos: porque los engaños rebotan y caen de nuevo dentro de los espejismos creados por un gobierno inepto. Y así podemos pasar el sexenio entero si no alzamos las voces.

Debate

El problema mayor de nuestro gobierno, que venimos arrastrando desde 1994 el año de la barbarie propiciado por el salinismo descocado, es la ineficacia. El señor salinas –en minúsculas, por usurpador-, a través de su inocuo secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella, anunció eufórico el superávit de las finanzas nacionales por efecto de dos hechos relevantes: los incrementos no previstos en el precio del crudo mexicano y la venta desmedida de paraestatales. Claro, éstas fueron adquiridas por particulares privilegiados y dejaron de abonar ingresos al erario. ¿El saldo? Telmex fue, por ejemplo, el origen de la explosiva fortuna de quien disputa, palmo a palmo, el sitio de honor entre los grandes multimillonarios del planeta y es considerado el mexicano más influyente del orbe, or encima del presidente Peña: Carlos Slim Helú.

En la misma línea se considera que es el petróleo el producto que encabeza las exportaciones mexicanas; no es así si sumamos cuanto deviene de la industria automotriz y que, en conjunto, considerando los envíos de autopartes, automóviles, camiones de carga y tractores, representa el 19 por ciento del global, por encima del 16 por ciento que deviene de las compras de petróleo crudo –catorce por ciento- y del refinado –dos por ciento más-. Tal circunstancia revela hasta donde se ha privilegiado al sector privado sobre los intereses generales. ¡Y nos venden otra cosa, esto es una supeditación casi enfermiza a la economía petrolizada!

Los lugares comunes están muy de moda. ¿Ya olvidamos aquel aserto indigno del doctor José Ángel Córdova Villalobos, secretario de Salud durante el sexenio calderonista, en el sentido de que, en todo caso, deberíamos considerar que mueren más por diabetes que como consecuencia de la “guerra” contra la delincuencia organizada? Tal dijo suponiendo así suavizar la crítica contumaz contra el segundo régimen panista, como si fuera posible ocultar o mediatizar los hechos a este grado de manipulación.

Cien mil muertes nos legó el calderonismo y los promedios mensuales no han bajado con el peñismo. A cambio de ellos, en la dictadura argentina, entre 1976 y 1983, fueron asesinadas treinta mil personas; y el temible ETA vasco, a lo largo de su historia d cuatro décadas, se ha adjudicado poco menos de novecientas muertes, menos de un millar; ¿no es brutal, entonces, la sangría que estamos sufriendo todavía?

La Anécdota

Se habla de los zapatos de la hija de Angélica Rivera como de los tenis del primogénito de Andrés Manuel. ¿Y los lujos de los panistas acostumbrados a la vida gregaria, para no hablar de nepotismo, más agudo en la corriente de derecha? También en la década de los cincuenta solía decirse que el hijo del presidente Miguel Alemán solía darse la gran vida en París. En alguna ocasión llegó el junior –quien después sería socio de Televisa y gobernador de Veracruz-, al célebre restaurante “La Tour D´Argent” conocido por sus numerados “patos a la naranja”; pero no los dejaron entrar, a él y su trouppe, en mangas de camisa. Entonces retornaron a su hotel y se pusieron sacos y corbatas.

Avanzado el festín, con escandalosa adicción a las botellas de vino más caras y cuando la cuenta se elevaba a una buena cantidad de euros, el junior de aquel sexenio exclamó:

–Ahora sí: ¡quítense los sacos y corbatas!¡A ver si alguien se atreve a sacarnos de aquí!

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WEB: www.rafael-loretdemola.mx

E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com

LOS USOS Y COSTUMBRES DE LA ARISTOCRACIA MEXICANA NO HAN CAMBIADO DE DERROTERO A TRAVÉS DE LOS AÑOS. TAMPOCO LAS TREMENDAS DISTORSIONES HISTÓRICAS. ¿CÓMO PUEDE EXPLICARSE QUE LOS PILARES DEL MONUMENTO A LA REVOLUCIÓN, AHORA OCUPADO POR DISIDENTES MAGISTERIALES, ALBERGUEN LOS RESTOS DE HÉROES Y PRESUNTOS ANTIHÉROES ASESINOS? POR ELLO, ANTES DE SEGUIR CONSTRUYENDO VERSIONES TEMERARIAS, ES NECESARIA UNA CONTUNDENTE, OBJETIVA Y DEFINITORIA REVISIÓN HISTÓRICA. CAERÍAN, SE LOS ASEGURO, MUCHOS MITOS.

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