Desafío

*Banderas Sociales

*Pobre Constitución

*Hechos y Derechos

Más de un siglo después las principales demandas que dieron origen a los movimientos armados –en plural- antes y sobre todo después de la caída de Porfirio Díaz Mori en mayo de 1911, siguen teniendo vigencia y, en algunos casos, se han agravado sensiblemente. La tenencia por la tierra, digamos, engendró burocracia y el demagógico reparto, sexenio a sexenio durante la hegemonía priísta, fraguó una concatenación de conflictos por la duplicidad de la propiedad al grado que debió fundarse la Secretaría de la Reforma Agraria, nido de demagogos como los extintos Alfredo Bonfil y Víctor Cervera, el segundo constituido en cacique del sureste al estilo del tabasqueño Tomás Garrido Canabal pero sin la garra, el genio y la dinámica de éste… aunque tantas veces le ganara el radicalismo como sucede a algunos originarios de la misma entidad con rabiosa actualidad política.

Un caso específico lo tenemos al recordar la histórica huelga de mineros en Cananea, Sonora, el primero de junio de 1906, que ha sido considerada como uno de los detonantes revolucionarios. Los obreros, cansados de las condiciones infrahumanas en las que laboraban –bastante más extremas a las de los trabajadores mexicanos del petróleo a cambio de salarios de lujo y extraordinarias comodidades para los extranjeros-, se alzaron contra la compañía Cananea Consolidated Copper Company» (CCCC), cuyo propietario principal era el coronel estadounidense William C. Greene, siendo sofocados por los Rangers de Arizona, a quienes se dirigió el supuesto ofendido, en una de las invasiones que, como tales, no recoge la historia patria. (Muchos años después, en 1986, los legisladores sonorenses de Acción Nacional aseguraron haber visto a tropas estadounidenses sobre suelo nacional, cerca de Caborca y Cananea precisamente, so pretexto de perseguir a los narcotraficantes en alza; corría, desde luego, el sexenio de Miguel de la Madrid quien defendía con vehemencia, en sus discursos, “nuestra soberanía” pero negociaba, debajo del agua, su paulatino deterioro, de rodillas ante las presiones estadounidenses).

Ahora mismo, no ceso de repetirlo, las tres principales fortunas de México, incluyendo a las inversiones del señor Carlos Slim Helú, pero sobre todo a los grupos de Alberto Baillères González y el peor de todos, Germán Larrea Mota-Velasco del Grupo México que abandonó a su suerte a los mineros de Pasta de Conchos, Coahuila, donde perdieron la vida, bajo las entrañas del infierno, sesenta y cinco obreros mexicanos, solapado por el entonces secretario del Trabajo, Francisco Javier Salazar Sáenz y por el presidente Vicente Fox Quesada, quien ni siquiera se dignó visitar la zona del desastre. Una vergüenza para la vida institucional de un país colocado entre la fuerza de las fortunas millonarias y las demandas de millones de trabajadores con sueldos de hambre y ocupaciones de altísimo riesgo.

¿Igual o peor que hace ciento tres años? Quizá igual aunque, con el paso de las décadas, la desigualdad se ha ido asentando aun cuando las compañías extranjeras fueran sustituidas por mexicanas con igual propensión ambiciosa y escaso patriotismo: empresas, sí, como el ya señalado, en las que sólo importan los altos réditos aun cuando escasamente se invierta en mejoras sociales y elementales para sus empleados y sus familias, considerando además que las expectativas de los mineros que sacuden el subsuelo en busca de riquezas inmensas para sus patrones, están muy debajo de la media nacional: si viven cuarenta años, a lo más, es porque han corrido con excepcional suerte infectados con los gases explosivos que les corroen los pulmones.

Tampoco ha variado gran cosa la situación de los campesinos mexicanos pese a la recurrencia infecunda de la demagogia. De hecho, en 1993, la contrarreforma agraria del salinato trágico sirvió como uno de los argumentos esenciales para el levantamiento neozapatista en San Cristóbal, Chiapas, aunque el ¡ya basta! se extendiera, hasta ahora, por casi veinte años –a cumplirse dentro de un mes y doce días-, convirtiendo al EZLN en la primera guerrilla “pacifista” sobre la tierra, sin salidas –los llamados “Acuerdos de San Andrés” jamás tuvieron vigencia-, ni posibilidad de encauzar los justos reclamos de los “sin tierras” -¿no que el reparto agrario ya estaba consumado?-, bajo la fuerza real de los “guardias blancos” protectores de caciques y latifundistas, muchos de ellos políticos en activo o en retiro, como los herederos de cada uno de los ex gobernadores que han pasado por la gubernatura de Chiapas, sin excepción. ¿Peor antes o ahora?

Cada día se reducen más las perspectivas de la justicia entre los sectores humildes; y ni qué decir de la exaltada libertad de expresión cuando se dan casos como la persecución abierta contra los productores de un documental, “Presunto Culpable”, que denunció la corruptela y desigualdad en los juzgados del Distrito Federal, en igual proporción a cuanto sucede en cada nivel del poder Judicial sin excluir a la Suprema Corte de Justicia de la nación. En línea semejante incluyo cuanto ha debido sortear este columnista por oponerse a la dependencia cultural respecto a las editoriales españolas que nos usan como trastero, con evidente malinchismo aplicado a los autores mexicanos censurados o perseguidos: la historia de “Despeñadero” es buen ejemplo de ello, incluyendo la tardanza increíble –llevamos dos años y medio- de un proceso manoseado que inició en la Fiscalía Especializada de Delitos contra la Libertad de Expresión y hoy pasea por la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal en donde, al parecer, se han tomado más en serio la denuncia.

Lo mismo sucedió con la prensa en la era porfiriana y, debemos decirlo, durante el breve periodo de Francisco I. Madero al frente de la Presidencia cuando llegó incluso a desterrar a una decena de críticos, de origen extranjero, incluyendo caricaturistas mordaces y pensadores agudos. Nada pudo detenerlo. Así comenzamos, fíjense bien, la era de la democracia a la que tanto exaltan los panistas reconociendo al mártir coahuilense como el único revolucionario digno sin medir, a diferencia de cuanto hacen con otros próceres, los graves errores y contradicciones en las que incurrió. Mala cosa es, para los advenedizos, la memoria colectiva. Tengámosla siempre, sin olvidar nunca.

Inscribo en este episodio una de las pifias más graves de la administración federal en curso. ¿Quién animó al presidente Peña para celebrar, en este mismo mes de noviembre, el centenario de la fundación del ejército, remitiéndonos a 1913, el año más terrible de nuestra epopeya nacional? Fue entonces cuando se consumó la traición del “chacal” huerta y los asesinatos de Madero y José María Pino Suárez, mediando una contrarrevolución financiada por los estadounidenses y amparada por el beodo inmundo Henry Lane Wilson, en funciones de embajador de los vecinos del norte; también la burda usurpación huertista contra la dignidad del Congreso y el “presidente de los cuarenta y cinco minutos”, Pedro Lascuraín Paredes –quien murió en 1952, meses antes de este columnista naciera por lo que me ahorré respirar el mismo aire del miserable-; igualmente se propició la burda ocupación estadounidense de Veracruz –que culminó en abril de 1914 y durante seis meses de ignominia en la que ninguna fuerza armada mexicana fustigó a los invasores para vergüenza de todos-; además el Congreso de la Unión fue disuelto y se asesinó al tabasqueño senador Belisario Domínguez Palencia y al diputado yucateco Serapio Rendón Alcocer por oponerse a los caprichos del alcohólico calderón, perdón victoriano huerta. El peor ciclo de la era revolucionaria.

Todo ello propició el endurecimiento de la lucha armada, la verdadera revolución que, de modo alguno, inició y terminó en Ciudad Juárez, entre el 8 y el 10 de mayo de 1911, antes de la caída de Díaz, quince días después, como algunos ignorantes plantean. El momento más álgido y trascendente se dio desde entonces, tras el burdo interinato del porfirista Francisco León de la Barra, queretano, y la asunción perentoria de Madero al poder Ejecutivo. De hecho, si hablamos de la ruptura del orden constitucional como elemento sustantivo de una Revolución, ésta se dio luego del Congreso de Querétaro que nos legó nuestra actual Carta Magna en febrero de 1917 bajo los auspicios de Venustiano Carranza; de allí que el asesinato de éste, en Tlaxcalantongo, el 21 de mayo de 1920 –casi exactamente nueve años después de la retirada dl dictador Díaz Mori-, significara un tremendo retroceso que nos condujo, sin remedio, al golpismo y al caudillaje sólo reemplazado por el general Lázaro Cárdenas, al ordenar el exilio de Plutarco Elías Calles el 9 de abril de 1936, por el presidencialismo, desde entonces “el mal más ponzoñoso” de la clase política mexicana como denominó el extinto maestro Ignacio Burgoa Orihuela.

Tal es el fondo de la cuestión revolucionaria que, de modo alguno, puede situarse en el alzamiento de los heroicos hermanos Serdán, en Puebla, el 18 de noviembre de 1910. Urge la revisión.

Debate

Cuando hablamos de nuestra Constitución planteamos una realidad inobjetable: en 1917, al ser promulgada con los forcejeos políticos encabezados por Venustiano Carranza Garza, primer jefe, y Álvaro Obregón Salido, ya en plan de “golpista” en busca de la nominación presidencial –uno de los graves errores del primero al elegir sucesor al ingeniero Ignacio Bonillas Fraijo, también sonorense, y sin el menor prestigio o carisma-, era vanguardista sobre todo en cuanto al renglón social incluyendo la incipiente reforma agraria y las interrelaciones entre obreros y patrones, plasmadas ambas tendencias en los artículos 27 y 123. Pero, después de más de quinientos remiendos, poco queda del texto original y de las perspectivas esperadas entonces. Y es ya hora de asumir el desafío de ver hacia el futuro, máxime cuando contamos, ahora sí, con un Legislativo plural, si bien no del todo sensato ni autónomo del Ejecutivo y sus cabilderos.

Marchar hacia una nueva Carta Magna sería el mejor homenaje que pudiera hacerse a los verdaderos revolucionarios de la centuria pasada, a tantas víctimas que no pudieron ejercer la democracia como el mencionado Obregón –quien acabó traicionándose a sí mismo al pretender reelegirse-, el general Francisco R. Serrano Barbeytia e incluso el maestro de América, José Vasconcelos Calderón –lástima del segundo apellido-, quien acabó exiliado dejando a su suerte a quienes militaron en su bando, veinticuatro de los cuales fueron asesinados en Topilejo luego de ser obligados a cavar sus propias tumbas el 14 de febrero de 1930 tras la imposición burda de Pascual Ortiz Rubio. No olvidemos.

¿Qué detiene a los legisladores más preocupados por reelegirse directamente que por cumplir los verdaderos postulados revolucionarios? Sólo la resistencia de un Ejecutivo que no ha cesado en las costumbres autoritarios así como tampoco terminan los usos facciosos en el Congreso. Las traiciones a la Revolución continúan.

La Anécdota

Fue manuel bartlett –minúsculas, claro-, ahora apoltronado bajo los pantalones de Andrés Manuel, quien le dijo al primer Nuncio de la nueva era, Girolamo Prigione Pozzi, una sentencia excepcional cuando se resistía a las reformas al artículo 130 de la Constitución que otorgaron personalidad jurídica a las iglesias y posibilitaron la reanudación de relaciones entre México y El Vaticano:

–En México, Excelencia, primero es el hecho… y luego el derecho.

Una sutil invitación a tomar las calles cada que sea necesario un cambio estructural. ¿No es ésta la filosofía troskysta? De tales sujetos está rodeado el principal líder de la izquierda. Cuidado.

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WEB: www.rafael-loretdemola.net

E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com

ES CIERTO: MÉXICO Y SUS INSTITUCIONES NO SE EDIFICARON EN UNA NOCHE COMO EL TEMPLO DE UXMAL DE ACUERDO A LA LEYENDA DEL “ADIVINO”. PERO YA ES TIEMPO DE ORDENAR LAS COSAS Y SITUAR A CADA QUIEN EN SU SITIO, ESTO ES A HÉROES Y ANTIHÉROES QUE MODIFICARON NUESTRO DESTINO. MIENTRAS TAL NO SE HAGA SERÁ IMPOSIBLE ASPIRAR A LA CONCILIACIÓN ENTRE LOS DOS BANDOS EN PUGNA DESDE LA CONSUMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA EN 1821: LOS LIBERALES Y LOS CONSERVADORES. AHORA PARECIERA QUE ESTAMOS EN LA NUEVA ERA DE LOS SEGUNDOS, DESDE LA ADMINISTRACIÓN DE zedillo. ¿NO ES TIEMPO DE RETORNAR A LAS MANCILLADAS BANDERAS SOCIALES POR AHORA OLVIDADAS?

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