Desafío

*El Grillo Perfecto

*Dogmas en Peligro

*El Festín del Magno

En no pocas ocasiones algunos lectores, generosos, me han preguntado porque “no paso de los dichos a los hechos”, considerando que mis señalamientos podrían servir para enderezar el rumbo del país de aplicarse como esperan. Les respondo que no sólo la acción política es una forma de ejercer la vocación sino igualmente la crítica cuando sirve como contrapeso a los abusos de poder; además, en mi caso, la única incursión por el proselitismo la pagué muy cara con una dispar contienda en la cual me enfrenté a los dos cacicazgos del sureste mexicano: el cerverista, cuyas vertientes perviven, y el informativo en manos de una misma familia enfrentada por dos líneas equidistantes. Estar fuera de sendos círculos hace imposible cualquier intento de avance en la materia.

Ahora tengo otras razones. Observo al brillante novelista peruano, Mario Vargas Llosa, y no me queda más remedio que tratar de alcanzar alguna jaculatorias terrenales para poder soportar la pena ajena. El personaje, como sabemos, pretendió ganar la presidencia de su país y quedó tan desfondado y ofendido que optó por ir a España, como si se tratara de una nueva entrega desde las Indias, en busca de la nacionalidad hispana como refugio para su conciencia atenaceada por sus debilidades y por sentirse una celebridad universal con escaso reconocimiento, sufragio sobre sufragio, de sus compatriotas. Una especie de incontinencia mental que, de modo alguno, descalifica su brillante obra literaria y, sobre todo, su excepcional narrativa para la crónica –“La Fiesta del Chivo”- sobre los peores dictadores de América Latina. Le falta, desde luego y para nuestra sorpresa, el gran ensayo sobre las vicisitudes de su país que llegó a la tiranía a través de la democracia tras la victoria, sobre él y el oficialista Luis Alva Castro, de Alberto Kenya Fujimori Fujimori, de origen japonés y quien se inventó el eslogan impresionante: “soy como tú y gobernaré como tú lo harías”; y con ello “el chino” arrolló al futuro Premio Nóbel –obtuvo el de Literatura en 2010, veinte años después de la amarga experiencia-.

Por supuesto, nada está más lejos de mi cabeza que emular a semejante gloria de la literatura a quien, seguramente, saludaré en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara si se queda hasta la clausura, el domingo 8, cuando presentaré allí mi sufrido “Despeñadero” que ha debido sortear todos los obstáculos imaginables: me lo imagino como un pequeño discapacitado con deseos de alcanzar el sueño olímpico. Pero allí está la obra y estará el autor para dar la cara a partir de las seis de la tarde del día señalado en el Salón Tres. ¡Y que llueva la crítica como maná del cielo para saciar el hambre de la democracia! Es la esperanza que albergo con la buena voluntad de mis lectores; también significa una manera de hacer política sin mancharse con el lodo del poder atorado en el pantano de la peores complicidades imaginables.

Si Vargas Llosa cuestiona a los gobiernos de México, sin detenerme en niveles ni simpatizantes, debo tomarme los atributos para expresar cuando me es repelente quienes van a buscar patria prestada con tal de olvidarse de un origen que, según sienten los afrentó con una derrota electoral. ¿Y acaso quien le derrotó, Fujimori, es un modelo a seguir cuando, enloquecido de poder, llevó a su país al callejón si salida de la satrapía?¿Y qué decir de Alan García, otro falso demócrata acusado por fraude… y con todo ello reelecto porque pidió “una segunda oportunidad? En México, por ejemplo, jamás se la daríamos a salinas –minúsculas-, ni a los fox ni a Margarita Zavala para simular el retorno de los ominosos calderón quienes tanto daño causaron, cuñados al lado, al colectivo.

Y podríamos seguir con los hilos conductores de cuantos aprovechan las hipotéticas democracias latinoamericanas para entronizarse en el poder y convertir a los observadores internacionales, quienes asumen que no existen fronteras ni soberanías ajenas, en sus aliados sobre todo para repeler a los críticos internos quienes afrontan, cada día, el acecho brutal de los censores y de cuantos venden a los poderosos la posibilidad de deshacerse de los incómodos. Este es el meollo del asunto que Vargas no tuvo en cuenta al lanzar su panegírico a favor del mediático régimen priísta, de vuelta: en la medida en la que lo justifique estará contribuyendo, como enterrador d cuello alto, a la expansión de la violencia, la caída de la economía y el indecoro de la venta de nuestro subsuelo, entre otras lindezas derivadas de la administración que alaba porque le parece, desde su punto de vista y aceptando los halagos oficiales, que gracia a Peña “la democracia sí está echando raíces en México”. ¿De verdad?¿Y en qué lo nota?¿En el auxilio a los consabidos damnificados de cada año?¿En el reparto descarado de monederos electrónicos y despensas a cambio de los sufragios de quienes, por no tener nada, venden su voluntad política al mejor postor?¿Son estas las contribuciones que observa el Nobel?

Quizá, para él, la democracia consiste en adoptarlo como hijo predilecto de nuestro establishment –aunque reconozca que no hubiera votado por el PRI sin que tuviera derecho alguno para ello como extranjero; yo tampoco sufragaré nunca en Perú, Argentina y España pese a mi sentir republicano y mi fobia contra la monarquía de zánganos y no por ello dejaré de exponer mis criterios para hilvanar la historia del presente. Lo hago por vocación y por deber, conocedor de los riesgos y de un hecho atroz: antes a los periodistas “latosos” se les mataba… ahora “sólo” se les desaparece mientras los “frentes” para su defensa están en manos, debajo del agua claro, de personajes tan turbios como el execrable manuel bartlett quien supo consolidarse como socio de algún cotidiano de Puebla, entre otros, para protegerse las espaldas como otros malsanos ex gobernadores. ¿Ésta es la democracia defendible por Vargas?¿La de los tránsfugas amorales que cambian de discurso con tal de no perder la luz de las candilejas sobre ellos?¿O la de quienes, al sentirse mesiánicos, creen que el único destino para México son ellos mismos, o él mismo, sin la menor preocupación por formar y acrecentar nuevos liderazgos partidistas?

Dijo Vargas, textualmente:

“El PRI está funcionando de la democracia. Está respetando la democracia; está proponiendo reformas que me parecen bastante sensatas”.

Seguramente Vargas Llosa ya sufre el síndrome de Andrés Manuel: ¡creer que México es él porque si alguna moción le convence es porque es la razonable, sobre cualquiera otra!¡Y los demás que sucumban ante los intelectos y los mitos superiores! ¿Le paree sensato, democráticamente hablando, que las iniciativas presidenciales se presenten sin consensos cuando estriban en modificar alcances y destinos de nuestras riquezas fundamentales, con las que hemos sostenido el valladar para impedir que se suplante nuestra soberanía nacional?¿Es igualmente democrático negociar con los opositores, a hurtadillas y con tufo de chantajes, acuerdos jamás consensuados con una mayoría asombrada, tantas veces silente por ignorante, ante las versiones contrapuestas sobre el destino de su patria?¿Basta con votar, cada seis años en el caso de la elección presidencial, para que la clase gobernante tenga el descaro de asumir con ello una especie de carta blanca para proceder, hacer y señalar cuanto le venga en gana aun si se trata de vender el subsuelo, tanto o más grave como lo ejecutado por el vende-patrias Santa Anna en el siglo XIX sobre una buena parte de nuestro territorio, casi dos millones de kilómetros?

Señor Vargas Llosa: no pierda la humildad ni pretenda que basta con ser agasajado con tres deliciosas comidas mexicanas –mejores, mucho mejores a las peruanas aunque estén de moda de manera pasajera-, para modificar criterios –desde la “dictadura casi perfecta a la democracia funcional” bajo las mismas siglas partidistas y sin el menor sentido de cambio-, y manipular a sus lectores y simpatizantes ante auditorios cómodos y poco dados a cuestionar a los semidioses del Olimpo literario. Quien accede a la soberbia, sea político, periodista o escritor, cualquier mujer u hombre que viva del público, pierde el sentido de la realidad y acaba por sucumbir a los placenteros usufructos del poder. Por desgracia, lo mismo ocurrió con nuestro inmenso Octavio Paz a quien se brindó cobijo y abrigo gubernamental durante la última década de su vida… y antes también cuando cuestionó a Díaz Ordaz, en 1968, sin dejar de recibir los estipendios por sus funciones de embajador, sin sede porque había renunciado a la de Nueva Delhi para reprobar la matanza de Tlatelolco sin perder los privilegios diplomáticos. Toda una cruzada por la libertad con los bolsillos llenos de dinero oficial.

Así, igual, Vargas Llosa. Le encanta vivir en España porque le tratan allí como un aristócrata más. ¿Cómo, entonces, sugerir siquiera que cuestione a los Borbones que no dan golpe sino para aumentar sus ingresos mientras simular reducirlos por la vía del Congreso? Y se aleja de su patria de origen, Perú, y de Latinoamérica justificando lo que ayer reprobó. Todo un ejemplo de cuanto mal puede causarle a un intelectual, y a cuantos le siguen, su maridaje con el poder público. La historia no le absolverá.

Debate

Lo que le aplaudo a Mario Vargas Llosa, fuera de sus dislates políticos, es la pasión con la que insiste en la autenticidad de la cultura taurina en la búsqueda, ya inminente, de la declaratoria de la UNESCO a favor de considerarla “patrimonio cultural inmaterial de la humanidad”; ya lo es en España y en varias ciudades de México. Pero los “antis” siguen estacionados en su burda comedia animalista mientras mantienen a sus mascotas en cautiverio, negándoles lo más preciado: precisamente, la libertad, más importante incluso que la vida.

Es necesario lograr un orden mental congruente entre el pensamiento y la praxis; las ideas y los hechos. “Zapatero a tus zapatos” reza el refrán popular español aunque con el gobierno de Rodríguez Zapatero se demostró lo contrario: los liderazgos a la sombra de los estatuas reflejos jamás convergen hacia la buena ventura; y la sombra de Felipe González Márquez no fue suficiente para asegurarle al bribón falsamente “socialista” una salida digna de su investidura harapienta.

De allí que cuando los dogmas se cuestionan peligren quienes los colocan en el balcón de la polémica. Así lo hace el Papa Francisco con su polémica sobre los pobres, la violencia y los explotadores que se quejan de lo segundo y tratan de ignorar sus orígenes. Más parecía un viejo socialista que un Torquemada del siglo XXI, que también los hay disfrazados de autócratas con disfraces de redentores. ¿No lo fue, por ejemplo, el repulsivo calderón quien ahora se empeña en adueñarse de su partido, como lo intentó durante su malhadada gestión como mandatario, para imponer a su señora a quien financió -¿con dinero de quién?-, una costosa propaganda en las revistas “rosas” del viejo continente, como la cortesana “Hola!” española.

Vargas Llosa ha puesto en riesgo a los mexicanos alabando una democracia que no existe; mientras el Papa trata de colocar valladares para defender a los menesterosos del agio inhumano. Por una vez, los argentinos me caen mejor que los que se han dicho peruanos y se refugian en la nacionalidad española.

La Anécdota

Durante la primera visita de Juan Pablo, el Magno, en enero de 1979, a México, el restaurante Mazurca, polaco, fue contratado por el entonces Delegado Apostólico, Girolamo Prigione, para ofrecerle un festín a su llegada. Y, claro, primero arribaron los gansos, los patos, las crepas con arenques y otras delicias de la cocina tradicional del país natal de Wojtyla.

Cuando el momento se dio, después de la bendición de la mesa yn los alimentos, el Sumo Pontífice observó el desfile de viandas; y, muy en corto, suscitó al oído del italiano Prigione:

–Monseñor, ¿qué es esto? Hoy es viernes y cada viernes hago vigilia sin importar que sea o no Cuaresma. Creí que usted lo hacía también.

Discretamente, los meseros se retiraron. Las viandas exquisitas fueron a parar a los atingentes guardias del Estado Mayor Presidencial mientras el Papa esperaba que las monjitas le prepararan un caldito… de pescado.

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Web: rafael-loretdemola.mx

E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com

MÁS PRONTO CAE UN HABLADOR QUE UN COJO; Y UN INTELECTUAL SABIHONDO QUE UN SABIO DE LA VIDA ACOSTUMBRADO A LAS PEORES VICISITUDES. POR ALGO, ANTONIO MEDIZ BOLIO, EN SU LEGENDARIA “LA TIERRA DEL FAISÁN Y DEL VENADO”, COMIENZA DICIENDO: “EL INDIO SABE MUCHAS COSAS…” SÍ, LAS CONOCE: LAS DE LA VIDA Y LA REALIDAD, PRIMERO QUE TODAS, NO LAS ESPECULACIONES ACOMODATICIAS DE QUIENES SE SIENTEN SUPERIORES. RECOMIENDO SU LECTURA AL NOBEL MARIO VARGAS LLOSA SI SU SOBERBIA LE PERMITE LEER, BAJANDO LOS PELDAÑOS DE LOS PREMIOS PASAJEROS, A QUIENES NO ALCANZARON LOS HONORES DE LOS REYES DE SUECIA PERO DEJARON SUS PALABRAS LABRADAS, PARA SIEMPRE, EN LA CONCIENCIA DE LOS PUEBLOS.

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