Desafío, columna de Rafael Loret de Mola

*Huevos Revueltos

*Traición Patria

*Fantasma Remolón

Para aprender a cocinar la primera lección es prender la estufa e incorporar el aceite –de cárcamo o, mejor, de oliva-, y romper los cascarones de los huevos para revolver yemas y claras. Dicen los conocedores que tarea tan simple, sin embargo, tiene sus secretos al grado tal que algunos supuestos “gourmets” –Lucio en Madrid, por ejemplo-, han hecho fama con sus “huevos rotos” gracias a que a los revueltos les agregan papas –o patatas de acuerdo a los castellanos-, y con ello presumen de innovadores ante una clientela consumista atraída por los iconos turísticos. Alguna vez, en Sevilla, un amigo me invitó a recorrer sesenta kilómetros para ir a una cocina en donde servían “con sartén” los platillos del desayuno. ¡Ay, si supieran qué bien sabe en México cuanto se hace con ellos en esas fondas de Dios tocadas con el milagro del sabor!

En México, el revoltijo no se encuentra en las cocinas, ni siquiera en las exquisitas rematadas con piezas de talavera poblana o tlaxcalteca o incluso guanajuatense porque no olvidemos que fue el Padre Hidalgo quien introdujo las artesanales formas y les dotó de un colorido excepcional y de grecas rebosantes de ingenio. Pero, no pasa lo mismo en la política en donde, de verdad, las revueltas verbales surgen de la intransigencia parlamentaria atorada en el sectarismo y cobijada todavía por las líneas presidenciales, como si no hubiese ocurrido nada en un siglo tras la derrota de los caudillos de la posrevolución –el primero en caer fue Francisco Madero González, brillante ideólogo y limitado estratega rebasado por sus generales-, y el inicio de la simulación institucional que nos llevó, casi sin sentirlo, primero al “maximato” callista y después al presidencialismo asfixiante bautizado como autoritario dentro de un modelo falsamente democrático.

Así, el mandatario manda y los mandantes obedecemos contrariando el sentido de las palabras como también se confunden los símbolos nacionales y se considera al presidente como uno de ellos por el solo hecho de portar, en los días de fiesta y para recibir a los embajadores, la banda tricolor. Los niños, en vez de cultivar en ellos el sentido de realización personal, aprenden a ser reverentes y apasionados por los colores de su bandera que el PRI usufructúa indebidamente y los prolonga a la triste selección de fútbol que habiendo participado en quince torneos continentales –lo que sólo Brasil supera-, no ha logrado jamás pasar a semifinales por lo menos y pese a haber sido dos veces anfitriones. Más les valdría guardar el lábaro en un estante digno antes de ofenderlo con la mediocridad de su juego.

En el Legislativo se sirven, todos los días, huevos revueltos y en sartén; y el aderezo de las papas mal peladas completan las sesiones impregnadas de mujeres y hombres –no todos lo son- carentes de voluntad propia y ensoberbecidos por la prepotencia de sus apoyos externos. Todos ellos confunden sus papeles, los destrozan sobre los utensilios de sus respectivas sedes y se olvidan de leer, cultivarse en materia histórica y política, para hacer de cada función una exposición culinaria impregnada de olores nauseabundos –como si de carne podrida se tratara-, y de texturas fuera de todo principio de ética y hasta de estética.

Quizá por eso, en días recientes, la legisladora Layda Elena Sansores Sandoval, senadora por Movimiento Ciudadano, sin el menor recato, les ofreció a sus colegas una sonora mentada de madre. Por cierto, la legisladora es hija de quien fue cacique de Campeche, Carlos Sansores Pérez, muerto en diciembre de 2005, ex presidente del PRI nacional y ex gobernador de su estado, entre otros múltiples cargos dentro de la más pura tradición del priísmo hegenónico específicamente bajo la férula de dos ex mandatarios nacionales, díaz ordaz y echeverría. Puros huevos revueltos con acento del sureste y salsa de chile habanero que, por cierto, no tiene origen cubano como cabría suponer dada la inclinación de la izquierda por lo picante.

Y cómo todo entra en una revolvedora, en vez de alguna vasija destinada a preparar la tortilla española tradicional –con patatas claro-, no existe manera de modificar los criterios superiores ni de darle congruencia a las acciones políticas. ¡Y se llevaron nuestro subsuelo de corbata sin saber, siquiera, cuál será nuestro futuro cuando cesen los ingresos por la venta de nuestro petróleo y en su lugar retornemos a los tiempos de “México Bárbaro” –la obra es de John Kennet Turner-, en donde los privilegios sólo se repartían entre pequeñas elites de poder real!

La ausencia de los atributos de valor y patriotismo no cuentan a la hora de los revoltijos. No hablo de arrestos viriles porque con ello ofenderíamos, sin necesidad, a las damas que cursan por sendas Cámaras aunque algunas se dejen llevar por las corrientes y dejen en sus curules y escaños su atormentado instinto femenino –hay varias de muy buen ver pero tal podría parecer una incorrección misógina de acuerdo a las nuevas costumbres del presente-, para mantener el espíritu sectario con golpes verbales más propios de marchantas en los tianguis de las vecindades. Pero, desde luego, en esta materia, los varones dejan mucho que desear porque no saben, desde luego, ni prepararse unos huevos revueltos.

Por cuestión de huevos –“blanquillos” dirían en el sureste aunque la acepción tenga tufo de racismo porque discrimina a los “colorados” de granja-, nuestro petróleo va perdiendo su identidad y acaso ni siquiera sirva para uso combustible, no sólo comestible, obligándonos a volver a jalar carretas. Es el progreso que nos prometió el señor Peña Nieto en su campaña cuando las bienaventuranzas ofrecidas no incluían la mentada reforma energética que rebotó en los sartenes de los priístas hasta el rostro de los panistas. Y si tales gobiernan juntos en el ámbito federal, ¿cómo es que el PRD, ahora tibio opositor pese a algunos plantones de caricatura, se alió al PAN y lo seguirá haciendo en la amalgama infeliz por la conquista de algunos gobiernos estatales? No hay quien entienda tamaña perogrullada.

Por cierto, ya observamos la fotografía del yucateco emilio gamboa –acusado por pederasta, y otras bajezas, y por ello merecedor de las minúsculas-, cuando fue a saludar de manera protocolaria a sus “colegas” perredistas y se vio, al instante, rodeado de leyendas en contra de la iniciativa presidencial sobre los energéticos antes de ser votada. Eso sí que era una digna escenificación de los huevos revueltos o de la tortilla a la francesa propia para los más exquisitos miembros de los clanes en boga y de la resistente “cofradía de la mano caída” gracias a la cual los amarres, celebrados en la intimidad, llegan tantas veces a la cúpula –no cópula, por favor- del poder.

Y mientras tal ocurría, resulta que uno de los más vilipendiados personajes del sistema, el ladrón Carlos Romero Deschamps, dirigente de un sindicato destazado en 1989 por salinas aunque con ello se pusiera fin a un irreverente cacicazgo –el del fallecido Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”-, miembro del PRI naturalmente, dejó la sesión para revolver más sus papeles y los huevos en cocción. Ni una palabra dijo para no remover los señalamientos en su contra, mismos que sólo se encendieron cuando cayó presa la “maestra” Elba Esther Gordillo Morales –una dirigente, precisamente, con condiciones opuestas a su segundo apellido pero buena elaboradora de huevos con jamón-, pero dejó el salón del pleno porque, de verdad, ni él soportó la parodia. ¡Cómo estarán las cosas allá arriba en donde se pierde de vista al conglomerado nacional!

No queda otro remedio. Mexicanos, si queremos recuperar lo perdido, primero aprendamos a cocinar un buen par de huevos. Pero no revueltos.

Debate

La “traición a la patria”, de acuerdo al código militar, se sanciona con la muerte… en caso de que quienes hayan caído en ella sean miembros de las Fuerzas Armadas. Es una suerte de exclusión que no toca a la ciudadanía ni a los funcionarios civiles si bien éstos no están exentos de la tipificación del delito que obligaría, de forma inmediata, al cese fulminante, la inhabilitación permanente para ejercer cargos públicos y las querellas penales correspondientes.

De acuerdo al artículo 86 de la Carta Magna, la Presidencia de la República sólo es renunciable por “causa grave” que deberá calificar el Congreso de la Unión, de acuerdo a las facultades que otorga a éste el artículo 73 del mismo ordenamiento superior. La cuestión es que los criterios para la valoración de las posibles desviaciones del mandatario, que pudieran ser calificadas como graves, no existen, sólo se presuponen: acaso una enfermedad terminal o el ejercicio evidente del cargo para causas ajenas al interés nacional, como, por ejemplo, la paulatina privatización del petróleo que es garantía esencial, económica, política y estratégica, para garantizar la mancillada soberanía de nuestro país.

De allí que algunos legisladores, pese a que su fracción de izquierda casi obtuvo el mismo número de sufragios que los “vencedores” priístas y mucho más a los otorgados al desvencijado panismo, orgullo de una derecha ramplona, señalen al actual primer mandatario federal como traidor, sobre todo por omitir los consensos necesarios, entre la sociedad soberana, para proceder a modificar las reglas que dieron fruto a la histórica expropiación petrolera de 1938. ¿Con qué otros activos vamos a sustituir el valor de nuestro subsuelo en venta como garante del destino independiente del colectivo? A nadie se le ocurrió meditar sobre ello.

La Anécdota

Un mes después de su asunción como presidente, en diciembre de 1958, Adolfo López Mateos debió enfrentar las consecuencias de la triunfante revolución castrista en Cuba. Uno de los más entusiasmados por el arribo de los “barbados” a La Habana, en un sangriento peregrinar desde la Sierra Maestra, fue el general Lázaro Cárdenas del Río, quien ganó la historia al expropiar el petróleo dos décadas atrás. Pese a ello, el mandatario mandó por él y le dijo suspicaz:

–General: no sé por qué anoche se me apareció el espíritu de Don Plutarco –Elías Calles-.

Cárdenas, quien exilió al citado en su momento, clavó la mirada en López Mateos y sólo replicó:

–Entiendo muy bien, señor presidente.

Así y todo, Cárdenas viajó a Cuba y se rindió a su propia ideología. Y nadie osó tocarlo… hasta ahora.

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WEB: www.rafael-loretdemola.mx

E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com

CUANDO LÓPEZ MATEOS, ICONO DE PEÑA NIETO, DEJÓ LA PRESIDENCIA EXALTÓ QUE HEREDABA UNA “PATRIA MÁS GRANDE” TRAS HABER RECUPERADO EL CHAMIZAL QUE LOS ESTADOUNIDENSES SE HABÍAN APROPIADO POR UNA DESVIACIÓN DE LOS AFLUENTES DEL RÍO BRAVO. A DIFERENCIA DE ÉL, CUANDO PEÑA ENTREGUE EL PODER HABRÁ DE RAZONAR CÓMO ES QUE NOS LEGARÁ UNA NACIÓN MÁS CHICA Y CON MENOS RECURSOS, AMPLIANDO LAS PROPIEDADES DE LOS EXTRANJEROS HASTA DOSCIENTOS KILÓMETROS DESDE LAS COSTAS Y OFERTANDO NUESTRO SUBSUELO A LOS MEJORES POSTORES. SERÁ IMPOSIBLE QUE LA HISTORIA OLVIDE.

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