Desafío: Intolerancias en Alza

*Intolerancias en Alza
*Dictamen sobre México
*Las Muertes de Niños

 

El juego político es otro. Desde hace tiempo, si bien lo niegan quienes forman parte de los medios de comunicación tradicionales, las redes sociales marcan pautas y derroteros muy distintos a los que se aprecian en los cotidianos, los programas de radio y televisión; y hasta en los comerciales de las salas de cine. De hecho, el termómetro podría ser Internet si no fuera por la invasión de hackers, desde los “cuartos de guerra” de candidatos o precandidatos, dispuestos a descalificar cualquier señalamiento en contra de sus contratantes bajo el prurito de que quien lo difunde está ya “vendido”, cual maniquí, a los intereses del contrario o trabaja para éste en busca de chamba. La objetividad se va al abismo por la tozudez de los incondicionales a sueldo.
Po desgracia, una enorme cantidad de cibernautas se caracterizan por su soberbia al no admitir ninguna información que no sea de su agrado. Esto es: está en debate hasta la manera de opinar, de acuerdo a los estándares de cada quien y no a las reglas elementales del debate, libre de injurias y calificativos destinados a minimizar los objetivos del contrario y anularlos con lugares comunes. Para fines políticos, la invasión a la intimidad, prolongada a través de las páginas webs o de Facebook y Twitter, es estrategia de los anónimos contratados a ex professo, cobardemente, por los actores relevantes de cada partido y, por ende, dispuestos a contaminar las escenas con una secuela de diatribas interminable.
En 2000 y 2006, incluso en menor medida en 2012, me pareció un juego divertido acumular los desafíos y hasta las ofensas de los partidarios de tal y cual candidato como si se tratase de una encuesta para medir el talante y las inclinaciones del conglomerado electoral. Un día subía uno y veinticuatro horas después otro.
Pero, para mi asombro, los resultados finales coincidieron con mi particular sondeo de injurias y descalificaciones sin necesidad de buscar confirmaciones en las empresas encuestadoras siempre al servicio de quienes las cooptan en beneficio propio. Tal significó que estábamos en el umbral de una nueva manera de deterioran la credibilidad pública para beneficio de la horda de manipuladores comiciales llamados asesores –traídos desde España, Cuba, Colombia y Florida en los Estados Unidos-, con sueldos en euros y dólares muy por encima de las cuotas locales y con ideas incluso antagónicas a las de sus clientes; han sido, hasta hoy, como una especie de escorpiones que consideran la destilación de ponzoña la manera ideal para confundir a una comunidad imberbe susceptible de ser impactada por argumentaciones baladíes y sin sustento.
¿En quién creer en esta perspectiva de confusiones bien remuneradas? Sencillo: en quien tenga autoridad moral, si bien son escasos los clasificados en este renglón. En mi caso, lo he repetido cientos de veces, pueden confiar en mí a la luz de mis trabajos periodísticos y a los cuestionamientos severos hacia un sistema putrefacto en cada uno de sus niveles. Lo sé: son pocos los periodistas e informadores, menos los escritores, capaces de anteponer sus propias apuestas al interés general. Pero los hay, sin duda, y es a ellos a quienes debe seguirse y exigirse no modificar las rutas de la objetividad tan quebrantada.
Hay extremos, sí, como los de cierto director de periódicos, Carlos Marín, quien niega la objetividad como eje central de la moral periodística. Lo hace porque aduce que, en todo momento y lugar, los informadores tienen su propia conciencia y por ende se inclinan por tal o cual causa posibilitando la subjetividad y exacerbándola a medida que arrecian las tempestades; detesto este pensamiento porque destruye las bases del buen periodismo que exige no caer en el juego de hacer de la difusión de las noticias una planicie de intereses propios y mercenarios.
Pues bien, con motivo del recrudecimiento de las precampañas –signo evidente de los vacíos de poder prevalecientes en una etapa crucial en la que la soberanía nacional está amenazada severamente-, cada que publico análisis sobre los calderones, ella y él como los fox, me dicen que estoy promoviendo a “mi” candidato, señalando a Andrés Manuel como tal, obviando el cúmulo de críticas que he emitido sobre él en su condición de líder de la justa hasta el momento y sin que el PRI destazado mueva ficha. A lo mejor piensan en resucitar al “prestigiado”, según algunos editorialistas amigos suyos, Jesús Silva Herzog Flores, para reanimar el cotarro con quien perdió los comicios en el Distrito Federal, hoy Ciudad de México, en 2000.
Pues bien, fuera de la grotesca aspiración de Margarita Zavala, promovida por sus ambiciosos hermanos –hijos de la corrupción y el entreguismo-, Hildebrando y Juan Ignacio, a quienes se ha descubierto varias veces con las manos en la masa –sea para robarse los padrones como para orientar a las multinacionales de la comunicación para convertirlas en vocerías oficiosas-, es obvio que su consorte, “jelipe” –así le llama ella-, no cuenta con autoridad moral alguna para siquiera intentar ser un regular ex presidente no entrometiéndose, fuera de tiempo y espacio, en cuestiones que le rebasan como simple militante panista. Quienes lo exaltan no tienen vergüenza, para decirlo de una vez, porque sus fidelidades, como las de los perros, surgen por lo obtenido al lamerle manos y pies a su amo. Quizá por ello pareciera que calderón tiene más fuero ahora que cuando paseó por los jardines de Los Pinos.
Es entonces cuando llegan los mensajes aduciendo que López Obrador es “mi” candidato cuando tantas veces le he cuestionado por su soberbia, intolerancia y su egolatría campantes, además de rodearse de algunos de los peores personajes de México, digamos Manuel Bartlett, Pablo Salazar, Ricardo Monreal, Martí Batres y una cáfila de pandilleros de mal talante, blindados por la luminosa ingenuidad de mujeres valientes como Elenita Poniatowska, gran escritora y deficiente activista, o Rosario Ibarra de Piedra, la Mater admirábilis a la que honra, en su condición de madres superlativa, el poeta de Ochil, Yucatán, Antonio Mediz Bolio.
¿Entonces, por ello, debe derivarse que soy priísta a pesar de que llevo más de cinco décadas cuestionando al sistema que nació del mismo y a la mayor parte de sus mujeres y hombres, tan rapaces como inútiles? La representación mejor del priísmo es Emilio Gamboa, el pederasta, quien junto al ahora “panista” Miguel Ángel Yunes Linares, el cacique loco, forman el nivel más alto de la hipocresía clasista del país. No son parte de los aristócratas sino sus meros bufones.
De allí nuestro encono –porque lo comparto con la mayor parte de mis coterráneos-, contra el sistema podrido y el mal gobierno, el actual sobre todo, que actúa bajo las premisas de la represión y la oscuridad para pretender asegurar el continuismo a costa de la amnesia general y del conformismo de los cobardes.
Es más, en este momento, no sé por quién votaría si llegan los partidos con los candidatos que suenan. Me repugnan, la verdad.
Debate
Tomemos, como ejemplo, la contienda por la gubernatura del Estado de México, que fue bastión del peñismo y ya no lo es. El pulso comenzó cuando se impuso, contra viento y marea, la candidatura de Alfredo del Mazo Maza –sus apellidos lo convierten en harina mal pre-cocida-, por el PRI relegando con ello a dos mujeres con mayores posibilidades si bien igualmente parientes del presidente peña nieto; esto es, como si entre los mexiquenses no sobraran políticos (as) con verdadera altura. Se dice que el gobernador, Eruviel Ávila, debió ceder a base de engaños y promesas que la presidencia no está dispuesta a cumplir; y, como reza el dicho popular, en el pecado llevarán la penitencia.
Por su parte, el PAN postuló a Josefina Vázquez Mota, pese a las evidencias de haber recibido mil millones de pesos para su fundación “Nosotros Podemos” de la cual no se conoce resultado alguno salvo la permanencia de la señora en cuestión en los círculos políticos pese a su alejamiento voluntario de su partido, sobre todo al sentirse traicionada por los calderón, en 2006, cuando debió asimilar toda la repulsión acumulada por la pareja mencionada; y ahora, felipe acude a levantarle la mano en brazos de Baco y Morfeo. Una exhibición degradante.
Finalmente, la ex alcaldesa de Texcoco, Delfina Gómez, a quienes pocos conocían antes de su postulación por la MORENA de Andrés, tiene un discurso mesurado que contrasta con los radicalismos verbales de su líder a quien, incluso, ha sacado del contexto en más de una ocasión. Todavía no remonta pero está a punto de hacerlo, acumulando los rencores explicables de la ciudadanía sobre todo, y la debilidad patente –por su pasado y las imposiciones- de sus adversarios.
Díganme ustedes por quien apostar.
La Anécdota
Cada mañana nos amanecemos con noticias tristes, dolorosas, sobre niños mancillados y olvidados. Todavía no se hace justicia con los familiares de los infantes quemados en Hermosillo, el 5 de junio de 2009, a la mitad del deplorable sexenio calderonista –Margarita ni siquiera acudió al lugar de los hechos para proteger así a su parentela, culpable hasta el cuello-; ni a los padres de las criaturas muertas por negligencia en el hospital de Comitán, Chiapas, a causa de la desquiciada soberbia del asesino Pablo Salazar Mendiguchía, hoy entenado de Andrés Manuel.
Y ahora se nos aparece un espectro de perersidad increíble: un millón setecientas mil criaturas mueren, cada año en el mundo, por contaminación ambiental, no pocos de ellos en nuestro país infectado ambientalmente por las industrias sin regulación y cómplices del mal gobierno. No hay réplica ni pretexto posibles ante los hechos incontrovertibles.
¡Están matando a nuestros niños o los estamos dejando en manos de los juegos cibernéticos perversos! ¿No es hora de actuar?
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E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
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La objetividad periodística riñe, todos los días, con la partidocracia hacedora de incondicionales tuertos e intolerantes. Esto no es política sino aristocracia feroz en manos de acomodaticios adinerados y ambiciosos.

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