Dicho sea de paso

PASO A PASO

Hace unos dos o tres años que leyendo un libro, me topé con una frase de Sir Francis Bacon que decía: “En materia de gobierno, todo cambio es sospechoso, aunque sea para mejorar”.

Hoy, al escribir estas líneas, me vino a la mente, porque, si todo cambio es sospechoso, mas sospechoso es que, en menos de un año, el Presidente Enrique Peña Nieto se haya empeñado en impulsar tantos y tantos cambios y sobre todo, que a esta fecha no se vea claro que las reformas ya aprobadas, realmente estén dando los resultados esperados y además, exista una apariencia de impaciencia por sacar adelante las reformas energética y política.

Yo creo que ningún presidente en la historia del México moderno, se ha encontrado en una posición tan difícil, como la del presidente Peña Nieto y con un panorama tan desolador.

El país vive en la zozobra ante el feroz avance del crimen organizado, quien controla plazas, compra policías y extorsiona autoridades.

La disidencia magisterial ha obstruido la actividad educativa en 25 estados y la ha paralizado completamente en 3, llegando incluso a recuperar, por medios violentos, las unidades educativas que fueron reabiertas por padres de familia y en las que los alumnos eran educados por maestros del SNTE.

En el caso de la violencia, es la consecuencia de hablar sin conocer y prometer sin definir.

Enrique Peña Nieto prometió una nueva estrategia anticrimen, que término por ser la ausencia de estrategia. Se presumen avances en la materia, sin embargo el gobierno da cifras no muy creíbles, si consideramos que durante meses estas fueron ocultadas y, probablemente, manipuladas.

El gobierno arrastra aún el discurso de la campaña electoral y sigue hablando del sexenio pasado como un sexenio de sangre, sin darse cuenta, por una parte, de que la baja en el número de decesos reportado actualmente sea, resultado de un distinto método para contabilizar y consecuencia de que, la falta de estrategia gubernamental en materia de seguridad, haya permitido que el crimen controle las plazas.

Nadie tiene que tomar con violencia, la plaza que el abandono del gobierno, les ha dejado sin mayor trámite.

El discurso de que Felipe Calderón fue el presidente con un mayor número de muertos, se desvanece si se considera que, según datos que publico “El Paso Times” y que amablemente me fueron proporcionados por @Isabellemexico, las tasas de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes fue, para Felipe Calderón de 14.5, para Ernesto Zedillo, de 15.1, para Carlos Salinas de 18.92 y para Miguel de la Madrid, 19.22.

En materia de seguridad, el panorama es triste, ya que incluso se han omitido dar pasos claros para la protección de los mexicanos.

En educación, se aprobó una reforma educativa, acordada cupularmente, que arrojo una legislación necesaria, pero muy mal explicada, que está terminando por ser inaplicable y, aún cuando fue motivo de presunción para el gobierno, hoy reniegan de ella en lo oscurito, firmando acuerdos con la disidencia, que, aunque se niegue, parece que los venció desde el mismo momento en que tomó (y no ha soltado) el control sobre el tránsito y la vida de los habitantes de la Ciudad de México, ante la complacencia de gobiernos, federal y local, sin voluntad y que no dan fin a una absurda y mal entendida tolerancia.

La izquierda del país, el PRD, vaya, es ahora la siniestra del presidente, le  puso precio a su ideología, y en lo oscurito negocio un vergonzoso trueque en el que se ofreció a dar y dio su voto, para sacar adelante una reforma fiscal llena de defectos, retrograda, recaudatoria y recesiva, a cambio de proteger al sector informal y de fuertes cantidades de dinero, por cierto sin etiquetar, a favor de las entidades donde gobiernan.

Los legisladores perredistas, son ciertamente, ese tipo de hombres a los que se refería Noel Clarasó, y pasan la mitad de su tiempo haciendo leyes y la otra mitad ayudando a sus amigos a no cumplirlas.

Pero eso sí, hoy se quejan y se espantan de que, probablemente , el PAN y el gobierno, negocien una reforma energética más osada y tal vez, de acuerdo a la necesidad actual, no sé si son hipócritas defensores de una ideología rancia, o tal vez, los antagonistas de esa farsa bien preparada.

Hoy el gobierno y las dirigencias de los partidos, buscan sacar adelante una reforma energética y una reforma política. Sin embargo, después de ver que el gobierno, no está a la altura de las circunstancias, tal vez sería el momento de hacer un llamado a la mesura, frenar un poco esa tendencia reformista y buscar en cambio, la implementación total de la reforma educativa aprobada, la reglamentación de la reforma de Telecomunicaciones, así mismo, definir medidas que realmente lleven a una lucha anticrimen que termine en la pacificación de ciertas zonas, así como combatir la corrupción.

Son pasos necesarios antes de discutir la reforma energética. No se puede buscar socios en la inversión en energía, petróleo, electricidad, ductos, petroquímica y distribución de combustible, cuando es el crimen organizado quien controla el mercado ilegal de estos productos, el robo de combustible y ataca las subestaciones eléctricas, como en el caso de Michoacán.

Además, si no se hace nada en contra del sistema corrupto que nuevamente llegó a su punto alto con el regreso del PRI, se corre el riesgo de que el futuro del país, compartiendo las ganancias de la principal fuente de recursos públicos, sea de beneficio únicamente para una clase privilegiada.

Nadie, en su sano juicio, tendría como socio, a una empresa plagada de actos de corrupción y con un sindicato que le exprime financieramente, para que los hijos del líder viajen en aviones privados y se trasladen en automóviles de millones de dólares.

No es el momento para discutir la reforma energética, ya que, por la importancia que tienen los energéticos en la vida productiva y el presupuesto de la nación, una mala reforma sería una gran catástrofe.

El presidente de la república ha sido experto en despertar grandes oposiciones a míseras reformas; se debe corregir primero lo que ya se hizo mal, antes de seguir por el mismo camino.

Se necesita atacar primero, la corrupción, ya vimos que el presidente no tiene proyecto definido y vive en circunstancias no planeadas. Como dijo Indira Gandhi: “Hay que vigilar a los gobernantes que no pueden hacer nada sin dinero, y a aquellos que quieren hacerlo todo, solo con dinero”.

La reforma política, ha sido abaratada. Una buena iniciativa de la oposición está siendo descafeinada por el gobierno y el Pacto por México.

No solo se trata de desaparecer los órganos electorales de los Estados y Crear el INE, se trata de que este órgano sea realmente independiente, que sea intachable y que favorezca la participación ciudadana. Es absurdo que, siguiendo la tendencia de todas las reformas de Peña Nieto, la reforma política se reduzca a rebautizar al IFE.

Dado el juego democrático, la reforma política debe dar a los partidos, y con ello a los ciudadanos, la posibilidad de gobernar y también de influir en los que gobiernan. Por ello la pertinencia de la reelección de legisladores y los gobiernos de coalición.

No se trata de empezar de cero ni de refundar el sistema. Es reformar las leyes para erradicar la corrupción en la política; reformar la vida interna y financiera de los partidos políticos, y por supuesto modernizar al Congreso, convirtiéndolo en un verdadero contrapeso, haciéndolo, a su vez, más austero, menos pesado y más eficiente.

Solo cambiando las reglas y haciendo participar al ciudadano, cambiaran las cosas, no olvidemos lo que dijo el ex presidente, Carlos Salinas: “El PRI es así, porque México es así”.

La trascendencia de estas reformas es alta y por tanto, no cabe la prisa; atendiendo a la realidad y con una dosis de pragmatismo, es prudente ir paso a paso.

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