El sendero de los iluminados

El sendero de los iluminados: Malicia y Maledicencia. 1 de 2

La malicia y la maledicencia son dos términos que pueden dar origen a confusión. Compartiré con ustedes el análisis hecho y punto de vista: Estos dos términos tienen ambos una raíz común, que es la que los promueve y alimenta, esta es la maldad que existe dentro de la dualidad y en el corazón de cada ser debido a la ignorancia y alimentación dada carente muchas veces del dolor que se causa no a los demás, sino así mismo y donde existe el bien y el mal, cuando se obtiene un amplio sentido de la comprensión deja de existir esta parte y las personas solo pasan a ser y actuar, no hay critica, no hay juicio.

En su sermón, San Agustín se pregunta y se auto responde: “¿Que es la maldad, sino en ansia de dañar?” Y actuando con una conducta maliciosa y ejerciendo la maledicencia, es está incurriendo en pecado (actuando erróneamente), Y el pecado (errar) es patrimonio del demonio (Ego Malicioso) y él es la mentira, la cuál es la antítesis de la Verdad y Dios (Creador Incognoscible) es la Suma Verdad.

Para el Cardenal Daniélou, el plan de Dios se ve contrariado por la maldad y el pecado. Pero aunque la maldad y el pecado trastornan el Plan de Dios, no pueden, ni mucho menos, hacerlo fracasar, ya que forman parte del mismo organismo para el equilibrio pero fuera de armonía y como sabemos, el creador no destruye, transforma.

Por consiguiente de acuerdo con lo expresado, en el origen de todo mal se encuentra la mentira, propuesta al hombre por el demonio (Ego), pues ella es patrimonio (Cultura Social) suyo y aceptada y difundida por los hombres. Y en sentido contrarios (dualidad), en el origen del restablecimiento de todo bien, está en la Verdad Original, que es la que nos santifica por decirlo así.

Jesús él Cristo en la última cena en la llamada oración sacerdotal, Jesús le pide al Padre, refiriéndose a nosotros: “…Santifícalos en la verdad, pues tu palabra es verdad…” . Anteriormente les había dicho a los judíos: Jesús decía a los judíos que había creído en El: Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discípulos míos y conoceréis la verdad, y la verdad os librará”.

Señalada ya donde se encuentra la raíz de la maldad, y por lo tanto subsiguientemente la de la malicia y la maledicencia, vemos que estas figuras son dos formas de expresar la maldad, que utiliza el hombre y más de una vez sin tener verdadera consciencia del pecado (error) en que incurre. Tanto la malicia como la maledicencia son vicios o costumbres y como sabemos, así como la virtud nace de una repetida y sucesiva realización de actos saludables a la voluntad divina, creándose una conducta virtuosa, la malicia también nace y crea una conducta de una repetición de actos maliciosos, actos que dañan a los demás.

Es pura malicia el desear el fracaso del prójimo en su vida, sean esos fracasos económicos, familiares, laborales, de convivencia, etc. Y realizar todo lo posible para obtener este objetivo, entre ellos ser maledicente.

Porque ser maledicente, equivale a hablar mal de alguien, con razón y si razón, pues ello es quitarle la fama a ese alguien. San José María Escribió en su conocido libro Camino, en uno de sus puntos dice: “Habla bien de todo el mundo y si no puedes calla” y no actúes ni con el pensamiento.

La lengua tiene siempre un gran peligro, es nuestra gran aliada a darle alas a nuestro afán de protagonismo, contando historias o dando noticias de algún suceso de la conducta de otra persona, porque así demostramos estar mejor informado que nadie y de paso ser más listo o inteligente que nuestros oyentes, alimentando al ego vanidoso y presumido, por esta razón, es que el Nazareno dijo que malo no es lo que entra por tu boca, sino lo que sale de ella.

Existe una afirmación o frase entre los periodistas, señala que poseer información es poseer poder y hay quienes dan noticias inconscientemente, porque son unos chismosos y no toman razón del daño que hace ese vicio de la chismorrería y hay quienes dan noticias por pura maledicencia, con la malicia de hacer daño a otra persona, por envidia o por la razón que sea.

En un proverbio sefardí, que nos recuerda que Dios nos ha dado dos oídos y una sola lengua, para que escuchemos el doble de lo que hablamos. Un antiguo gobernante español, decía que todos somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras.

La prudencia es una encomiable virtud que nos aconseja siempre hablar lo indispensable, pues son palabras del Creador: “Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio. Porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado”, en lo personal, esta metáfora o parábola es sinónimo de que seamos cuidadosos de lo que decimos ya que las palabras tienen un poder de manifestación real, y es tan poderoso cuando sea hace desde la más profunda serenidad envuelto en la candente energía de la ira, del coraje o desesperación, aunque muchas veces inconsciente pero reveladoras y mantener en cuenta que la vida es un bumerán, a efectos de la ley de resonancia, lo que das recibes.

Continuara…

Por AMEP 1111

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