Guillermo Robles Ramírez

En vida hermano, en vida

Por Guillermo Robles Ramírez

            El origen del Día del Padre; algunos lo ubican en una misa de West Virginia en 1908 en EU, otros quienes opinan en Vancouver, Washington, pero la mayoría consideran el primer día organizado fue en 1915, repitiéndose el tercer domingo de este mes haciéndose costumbre por el Club de Leones, presidido por Harry Meek en Chicago por ser la fecha más cercana a su cumpleaños.

Existirán muchas fechas, pero realmente a la persona promotora que se le debe el Día del Padre es por el señor Bruce John Dodd, de Spokane, Washington, considerando de haber tenido una extraordinaria vida porque además de haber sido un veterano de la Guerra Civil, este viudo se hiso responsable de sus seis hijos. El señor Dodd organizó una misa en su honor donde hubo una festividad con niños y comida con platillos favoritos de los papas.

 A raíz de este suceso, diferentes Estados y organizaciones presionaron al Congreso Estadunidense para declarar oficialmente un Día anual del Padre no sucediendo hasta en 1916 aprobó la idea, pero nunca se hiso nada para celebrarse sino hasta 1924 cuando se estableció un evento nacional para la convivencia entre padres e hijos para reafirmar las obligaciones y derechos que se tienen entre ambos.

Muy a pesar de que existe un origen en su día es muy notorio y no hace falta meter una consulta Mitofsky para saber que se le da más atención el Día de la Madre que el del Padre.

Para muchos papás consideran injusto ésta diferencia por compartir las mismas responsabilidades como es el cuidado de los niños, también dedican tiempo a las obligaciones de la casa como fregar baños, trapear los pisos y lavar los platos de la cocina, como también en lavar la ropa; en pocas palabras el típico mandilón.

El padre moderno también hace este tipo de roles compartidos con su conyugue mientras en tiempos atrás eran ubicados únicamente en el rubro financiero pasando a ser como el proveedor de la casa dejando toda la responsabilidad a la mujer para que creara a los hijos, enseñándole valores, instruyéndolos en las tareas de las escuelas, haciendo el papel de formadores de hombres y mujeres de bien para el futuro de la sociedad, teniendo ese apego registrado como huella de inclinación tan fuerte hacia la madre.

En la medida en que  no se limita las responsabilidades y funciones que un padre puede hacer, es necesario que todos aquellos tienen la fortuna de tener a su papá en vida, ser más expresivos sentimentalmente, para no tener que dejar pasar los años ya después de viejos o que estén fallidos para estarlos recordando con las cinco canciones más escuchas como, “Mi Viejo” con Alejandro Fernández, “Mi querido Viejo” con Vicente Fernández; “Hoy tengo que decirte Papá” con Timbiriche, la de “Camina Siempre Adelante” con Alberto Cortez, “Mi árbol y yo” con Danny Rivera.

Tristemente casi todas estas canciones entre otros más, pero son las más populares hablan del reconocimiento del padre una vez siendo los hijos adultos para reconocerles su papel una vez ya que están de la tercera edad.  Porque no inculcar ese amor y agradecimiento desde niño para que, en lo largo de la vida de ambos, es decir, padre e hijo se puedan reconocer la trayectoria de los papás y no tener que hacerlo una vez que están ya grandes o peor cuando ya están muertos, así como el poema de Ana María Rabatté, titulado “En vida, hermano, en vida”. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018) www.intersip.org