Guillermo Robles Ramírez

Eran mejor los de antes

Los divorcios son temas muy comunes, platicados como algo diario, es decir, ya no es algo que cause vergüenza en ninguna clase social. Antes la separación de un matrimonio era considerada como algo imperdonable, o bien si se tenía alguna amante los varones eran más discretos o al menos se cuidaban más en no exhibirse de manera social.

Estos temas han quedado en el pasado, siendo más cotidiano como el decir, “buenos días”, “buenas tardes” o bien “buenas noches”. No se sabe si es la misma modernidad o las reformas hechas o al menos aquí en Coahuila en donde los divorcios exprés en la que ya no se requiere el permiso o inventar alguna falta dentro del contrato civil entre dos cónyuges, se pueden separar.

Pero qué bonito es cuando esos matrimonios o parejas que logran llegar a la tercera edad son personas que se conocieron en la misma ciudad donde han visitado juntos los mismos lugares, el mismo clima pero con gente diferente, pero siguen manteniendo viva la unión que planearon por infinidad de años y aniversarios del pasado juntos para llegar a una edad llena de sabiduría, sabrá Dios cuántas dificultades pasaron durante esas decenas de años, empero, se mantienen juntos como si fuera el primer día que se conocieron a pesar de los pesares.

Ambos recordándose cientos de reseñas y anécdotas a lo largo de sus vidas, pero lo más destacable es que siguen unidos y aún más porque cuando se llega a esa edad, en la mayoría de los casos sus ingresos también decaen por la sencilla razón de que dejan de ser productivos económicamente pasando a una población de pensionados y otros jubilados cayendo en la mayoría de los casos en niveles de pobreza.

Esas mismas condiciones de austeridad o falta de todo, es la causa que los mantienen aún más cerca compartiendo todo, pero aún con este flagelo a cuesta los une más la dicha de compartir una tortilla o un pan haciendo de su humilde comida todo un manjar y siempre en compañía.

El hogar que juntos construyeron para procrear y regocijarse con la bendición de sus hijos ahora se ha convertido en el sitio de visitas esporádicas de los nietos, pero no todos contaron con la misma suerte porque para otros representa el lugar donde huyeron en cada oportunidad, porque ahí se sienten uno al otro con la conciencia tranquila porque en su momento se entregaron a los hijos sin esperar nada a cambio.

Ahora los tiempos son otros o será que la misma juventud lo ha querido hacer así, en donde egoístamente cada quien trabaja por su lado defendiendo su ingreso porque es “dizque” por derecho sin querer aportar en partes iguales o proporcionales según los ingresos, pero se la pasan pelando más por discutir las cuentas que aportar como un matrimonio.

Lejos de ser una vida de casado tal parece que es un matrimonio por conveniencia social muy parecido a la de una pequeña empresa o negocio en donde el amor está fuera y solo es para poder sobrevivir.

Bajo esta óptica considero que los matrimonios de antes eran mejor que los de ahora, pues observo que cada vez más jóvenes que se casan duran unas pocas semanas la luna de miel porque al rato tanto como él y ella quieren continuar viviendo una vida de solteros en donde cada quien se va a los antros.

Y aquellas parejas que se adelantaron con hijos, es decir, “comieron lonche, antes de recreo”, muy cómodamente no solo los cuidan, sino los educan y mantienen los abuelos. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria “Antonio Estrada Salazar” 2018) www.intersip.org

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