España: nuevo tablero electoral

Madrid (PL) A menos de dos meses hasta las elecciones generales del 20 de diciembre, adivinadores y sondeos auguran un complicado futuro, en el cual la previsión más clara es que ningún partido logrará la mayoría absoluta ya tradicional en la política española.
De considerar válidas todas las encuestas, parecería que la preferencia de los electores se mueve con cada investigación al influjo  de hechos coyunturales y cualquier desliz o acierto de una formación política podrá definir su lugar en el cuadro final electoral.
En términos generales, todo indica una fuerte caída del gobernante Partido Popular (PP) que, aunque figura al frente en la mayoría de los sondeos, aparece con menos del 30 por ciento de los votos, muy lejos del respaldo que en 2011 le facilitó la mayoría absoluta parlamentaria.
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) aparece a veces cercano al PP y otras más lejano e incluso en algunos estudios desplazado a un tercer lugar por Ciudadanos, una formación emergente de centro-derecha.
Tanto PP como PSOE sufren el descrédito de haber presidido gobiernos a los que gran parte de la población atribuye responsabilidad por la crisis económica, además de verse afectadas las filas de ambos por escándalos de corrupción.
El tradicional pero debilitado liderazgo del PP conservador y el socialdemócrata PSOE enfrentan el empuje de Ciudadanos y Podemos, este último un partido con un programa inicial cercano a la izquierda que derivó en poco tiempo hacia posiciones más centristas.
Los sondeos indican que esas cuatro organizaciones se repartirán los votos en proporciones que no permitirán a ninguna de ellas obtener la mayoría absoluta, lo cual llevará a España a un proceso de pactos y alianzas.
Aunque es muy difícil definir desde ahora el alcance de cualquier futura alianza para gobernar, el reto independentista catalán dio pistas de algunos marcos en los que podrá transcurrir la futura política española.
El pasado 30 de octubre, tras reunirse por separado para analizar el tema de Cataluña con los líderes del PSOE, Pedro Sánchez y de Ciudadanos, Albert Rivera, el presidente del gobierno y líder del PP, Mariano Rajoy, anunció el embrión de lo que pudiera ser un primer pacto del nuevo contexto.
«Lo sustancial del acuerdo ya está hecho», aseguró Rajoy tras sus encuentros con Sánchez y Rivera, al aludir a lo que sería un frente común contra el avance de las fuerzas independentistas catalanas, que amenazan con la separación de ese territorio del noreste del país.
Motivados por la amenaza de un proyecto de declaración de independencia presentado en el parlamento catalán, Rajoy, Sánchez y Rivera cerraron filas ante lo que el presidente del gobierno considera el mayor ataque realizado contra el ordenamiento constitucional.
Más allá de la virulencia con que se tratan públicamente, el embrión de este frente muestra coincidencias que apuntan a confirmar el razonamiento del candidato presidencial de Izquierda Unida (IU), Alberto Garzón, quien ve en Ciudadanos «el sostén del bipartidismo»
Si a menudo las previsiones sobre alianzas electorales parten de acuerdos de Ciudadanos con PP o PSOE, resulta claro que los tres partidos comparten muchos principios del proyecto vigente.
El contexto se completa con Podemos (liderado por el profesor universitario Pablo Iglesias), usualmente incluido entre «los cuatro grandes» partidos actuales, e IU, tercera formación parlamentaria, pero con pocas posibilidades según sondeos de conservar esa posición.
Podemos, que llegó a liderar estudios sobre la intención de voto a principios de año, ha caído luego hasta la mitad del respaldo atribuido en su momento más alto por algunas encuestas, tras errores y presumiblemente por su negativa a integrar una coalición de izquierda.
A ello se suma el mal resultado alcanzado en las elecciones regionales de Cataluña, donde se incorporó a una alianza electoral que obtuvo menos diputados que en los anteriores comicios cuando se presentó sin participación de Podemos.
Una quinta fuerza que podría obtener resultados significativos es la Unidad Popular, proyecto de unión nacido con el nombre de Ahora en Común, con la participación de IU, otras formaciones menores y movimientos sociales.
El propio cambio de nombre refleja que el proyecto no pudo superar la tradicional desunión de la izquierda española, ya que la denominación Ahora en Común fue abandonada tras la retirada de un grupo participante en la propuesta que se apartó y se llevó la marca.
El partido ecologista Equo, en un principio también integrante de esa fórmula unitaria, decidió después en votación interna abandonarla para sumarse a la candidatura de Podemos que ofreció puestos en sus listas a varios de sus líderes.
Garzón, candidato presidencial de IU, ganó las primarias de la Unidad Popular y encabezará las listas de esa coalición que por haber sido formada a fines de octubre no aparece en los cálculos de los sondeos.
Lo que sí reflejan las encuestas es un repunte de IU, resultado al parecer del regreso de simpatizantes que abandonaron el apoyo a esa formación atraídos por las propuestas de Podemos, con un programa similar a la izquierda tradicional y presentación más novedosa.
La deriva del partido de Iglesias hacia la socialdemocracia en la busca del voto del centro resultó algo decepcionante para los partidarios de posiciones más radicales.
Las vicisitudes del partido griego Syriza, con el cual se identificó tal vez demasiado Podemos, son consideradas por los analistas otra de las causas del estancamiento y aparente retroceso de la organización de Iglesias en las previsiones.
Más allá de cábalas sobre alianzas postelectorales, lo más cierto hasta hoy es que los votos del 20 de diciembre deben provocar un cambio del panorama político español, con la conclusión de un largo período de mayorías absolutas alternativas del PP y el PSOE.

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