Ginebra II, ¿fin del conflicto en Siria?

Naciones Unidas (PL) La segunda conferencia internacional de Ginebra sobre Siria atrae la atención mundial a principios de año, por las expectativas de que desemboque en una solución política al devastador conflicto en ese país árabe.

La nación del Oriente Medio, hogar de un milenario patrimonio cultural, sufre el azote de diversos grupos insurgentes y mercenarios, armados y financiados desde el extranjero para derrocar al presidente Bashar al-Assad, en sintonía con el cambio de régimen promovido allí por Estados Unidos y sus aliados.

En el foro previsto a partir del 22 de enero -con instalación en la ciudad suiza de Montreux y desarrollo en Ginebra-, Naciones Unidas centra sus esperanzas de poner fin a una crisis desatada en marzo de 2011, a la cual atribuye más de 100 mil muertos y seis millones 500 mil desplazados, de ellos unos dos millones 300 mil hacia el exterior.

«El pueblo sirio no puede soportar otro año, otro mes, e incluso otro día de brutalidad y destrucción (…), y no hay opciones militares de triunfo», afirmó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en un reciente intercambio con periodistas.

Para el alto funcionario, la conferencia representa una oportunidad que no debe ser desperdiciada.

Al respecto, Ban instó a los actores políticos en el conflicto, el gobierno y la gran diversidad de facciones opositoras, así como a la comunidad internacional, a hacer todo lo posible en aras de detener los enfrentamientos.

En ese sentido, pidió a los países con influencia sobre las partes a ejercerla en función del éxito de Ginebra II, llamada así por el antecedente de un encuentro en esa urbe a mediados del año pasado.

Según el anuncio realizado en diciembre último por el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Lakhdar Brahimi, se espera en el evento la participación de casi 40 delegaciones, entre estados y organismos globales y regionales.

Además de las dos representaciones sirias y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido), fueron invitados Alemania, Arabia Saudita, Argelia, Brasil, Canadá, Catar, Dinamarca, Egipto, España, Emiratos Árabes Unidos, India, Indonesia, Irak e Italia.

Completan la relación Japón, Jordania, Kuwait, Líbano, Marruecos, Noruega, Omán, Suecia, Suiza, Suráfrica y Turquía, así como la ONU, la Unión Europea, la Liga Árabe y la Organización para la Cooperación Islámica.

El excanciller argelino también consideró como requisito clave para el éxito de la reunión, el compromiso de los asistentes con la búsqueda de una salida pacífica a las hostilidades.

 

OBSTACULOS Y DUDAS A SUPERAR

Si bien el camino para Ginebra II parece bastante despejado, en la palestra permanecen obstáculos a superar y dudas sobre sus posibilidades reales de éxito. Una de las cuestiones que dilató la organización del foro sigue sin resolverse, el acuerdo entre los opositores para llevar una delegación y agenda unificadas, las cuales por lo menos no expongan tanto sus contradicciones y pugnas internas.

Brahimi manifestó esperanzas de que los intergubernamentales avancen hacia su participación concertada en la reunión.

Por si fuera poco, el Consejo Nacional Sirio señaló a principios de enero que no estará en la conferencia, porque «no ve ninguna razón para asistir», al acusar a Damasco de «falta de compromiso».

Ese grupo con sede en Estambul, Turquía y autoproclamado gobierno en el exilio, es uno de los de mayor peso en la denominada Coalición Nacional de las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria.

Otra cuestión por resolver es la presencia o no de Irán en el encuentro, que deberán definir el secretario norteamericano de Estado, John Kerry, y el canciller ruso, Serguei Lavrov, explicó el vocero del secretario general de la ONU, Martin Nesirky, aunque sin precisar cuándo ni dónde.

Washington se opone a la asistencia iraní, mientras Moscú y Naciones Unidas estiman que por su poder regional, Teherán estaría en condiciones de desempeñar un papel positivo en la búsqueda de la paz.

Sin embargo, recientes declaraciones de Kerry pudieran dejar la vía despejada para convocar al gobierno persa, un escenario que no agrada a sectores de la oposición siria.

Las dificultades opositoras y el asunto iraní provocaron que para la primera semana de enero, Ban aún no había enviado las invitaciones a los convocados a Ginebra II, lo que pensaba realizar antes de la conclusión de 2013.

Por su parte, el gobierno de al-Assad considera clave la discusión durante la conferencia del fin del terrorismo contra el país árabe, un término no aceptado por sus rivales.

Damasco además cree importante preservar la seguridad del Estado y evitar un vacío de poder, posturas fijadas a finales de diciembre por el vicecanciller Faisal al-Mekdad.

Más allá de estos complicados aspectos, algunas cuestiones rondan el promocionado foro, las cuales se relacionan con las verdaderas intenciones del mismo y del significado exacto de la palabra transición con la que se vincula el evento previsto a partir del 22 de enero.

Estados Unidos y sus aliados occidentales y árabes ven en la reunión un espacio que promueva la salida del poder de al-Assad, aspiración denunciada por el gobierno sirio, que la califica de injerencia en los asuntos internos del país.

Apenas una semana antes de Ginebra II, Kuwait acogerá la segunda conferencia internacional de donantes para Siria, en la que la ONU espera obtener recursos destinados a atender la situación humanitaria derivada de casi tres años de conflicto.

La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) demanda seis mil 500 millones de dólares para atender este año las necesidades de unos nueve millones de sirios, entre ellos los más de seis millones de desplazados por la violencia.

También el tema humanitario genera polémica, a partir de su utilización como pretexto para intervenciones militares en diversas partes del planeta.

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