Ginebra II, ¿un cónclave sumamente polarizado?

Damasco (PL) Al contrario de lo buscado por los llamados grupos opositores armados y sus patrocinadores, principalmente Estados Unidos, Arabia Saudita, Turquía y Catar, la actual guerra en Siria pudiera haber generado en varias capas de la población del país un mayor apoyo al presidente Bashar al-Assad.

Un factor determinante en esa realidad es el marcado rechazo popular a los constantes crímenes contra la ciudadanía cometidos por los extremistas islámicos opuestos al Gobierno, incluidos miles de extranjeros de 83 países, principalmente tunecinos, libios, iraquíes, palestinos, sauditas, libaneses y egipcios.

Y al contrario del consenso internacional respecto a la crisis siria, que descarta la posibilidad de un desenlace por medios bélicos, varios damasquinos consultados por Prensa Latina consideran muy probable la necesidad de las armas para terminar la guerra.

Además, el sentimiento preponderante frente a la venidera conferencia de paz Ginebra II entre sirios de diversa orientación religiosa u origen étnico, es que cualquier solución al conflicto debe ser puramente nacional, sin injerencia extranjera.

El razonamiento común tras esos criterios es que las decenas de miles de extremistas islámicos que actúan en el país (buena parte de ellos vinculados a la red al-Qaeda) tienen como propósito explícito establecer un califato islámico regido por la sharia en toda la región.

Para esos grupos armados, cuanto se discuta o acuerde en Ginebra II no representa nada, hecho que lleva a los sirios a preguntarse: Si con los yihadistas no se puede dialogar, ¿como expulsarlos del país si no es derrotándolos militarmente?

Por ello Damasco insiste en que, en Ginebra II, un tema clave debe ser el freno del apoyo externo a los grupos terroristas, sin el cual se supone que menguarían sus capacidades militares.

Junto a ese punto, en Suiza se abrirían las puertas al diálogo entre el Gobierno y la oposición, en la cual se incluyen partidos políticos organizados dentro de Siria, así como otras agrupaciones con base fuera del país, entre las cuales predominan los desencuentros antes que una voluntad común.

De momento, dentro de Siria muchas agrupaciones políticas ya manifestaron públicamente sus posiciones.

Los representantes de las tribus nacionales (estructura social tradicional constituida por miles de familias, principalmente en zonas rurales) afirmaron públicamente que sus representantes están dentro del país, y quienes se encuentran en el extranjero no tienen derecho a hablar en nombre de éstas o de los sirios en general.

Según una reciente declaración, los jefes de clanes le conceden a la delegación formada por el Gobierno para Ginebra II todo el derecho y el mandato popular de representarlos.

Los sirios, manifiestan, son los únicos capaces de encontrar una solución a la crisis que atraviesa el país, sin injerencia externa.

Por otra parte, representantes de 11 partidos reunidos en este enero, en la ciudad de Latakia, coincidieron en rechazar proyectos impuestos por otras naciones.

En esa cita, el ministro de Estado para Asuntos de Reconciliación Nacional, Ali Haidar, dejó claro que si bien Ginebra pudiera constituir una oportunidad para poner fin al conflicto, la sociedad siria no debe depender de ningún proceso político gestado en el exterior.

Anteriormente, el ministro de Información sirio, Omran al-Zougbi, ratificó el criterio de Damasco que cualquier acción o acuerdo a que se llegue en Ginebra II sólo tendrá valor si es aprobado por el pueblo mediante referéndum.

No obstante, aunque en Siria pudiera haber en el futuro un gobierno amplio, alertó, nunca sería un órgano gubernamental de transición, tal como ocurrió en Irak tras la última invasión de Estados Unidos.

Y respecto al principal punto de discordia: mientras los opositores externos, así como sus patrocinadores, insisten en el retiro del presidente Bashar al-Assad, al-Zougbi aseguró que actualmente existe en el país una voluntad popular a favor de que se declare como candidato presidencial para los comicios de 2014.

De hecho, analistas locales estiman que en ese caso, el actual mandatario triunfaría en las urnas sin problemas.

Así, todo indica que en Ginebra II se presentarán a ambos lados de la mesa de negociaciones posiciones antagónicas muy difíciles de armonizar, lo cual eleva el escepticismo sobre el posible éxito de esa compleja reunión.

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