Guillermo Robles Ramírez

Hospitales para el Niño Dios

Por Guillermo Robles Ramírez

            Cuando hablamos de hospitales seguramente lo primero que viene en mente son aquellas que se encuentran en tu localidad, es decir, aquellas privadas, pero también las de instituciones gubernamentales como el IMSS e ISSSTE.

            También existen aquellos hospitales para animales domésticos, predominando para perros y gatos como principales pacientes.

            Pero si yo le dijera que también existen hospitales dentro de los mercados. Le puedo asegurar que tan pronto como terminó de leer la línea anterior diría que estoy delirando, pero le aseguro que no lo estoy.

            Los mercados en nuestro país han sido durante años un lugar que nació principalmente para el pueblo y que se ha caracterizado por ser un espacio en donde no solo se vende artesanía de la localidad sino también servicios que han ayudado a mucha gente de escasos recursos o con la limitación de saber leer o escribir.

            Pero antes de retomar lo anterior, mencionaré otro de las características con la que cuentan estos lugares. No existe en nuestro país algún mercado que no lleve el nombre de “Juárez, Villa o Madero”, es decir, son nombrados con un personaje histórico a nuestro país.

            Retomando el párrafo anterior, y entre su diversidad de negocios que se pueden encontrar ahí, hay desde su deliciosa variedad de comida típica de cada región, y cada vendedor gritando sus servicios al paso de cada uno de sus pasillos.

Todavía se escucha en algunos de esos mercados el golpeteo de las viejas máquinas de escribir “Remington”, ofreciendo sus servicios para hacer cartas a jubilados, pensionados o gente que no sabe escribir. Servicio requerido por aquellos quienes necesitan escribirle a un familiar, servicio público e inclusive para algún Gobernador, y también usadas para contestar misivas recibidas de parientes o amigos de su propia comunidad.

            Pero uno de los servicios que en épocas decembrinas y sobre todo en este mes de enero son los famosos hospitales para las imágenes de la temporada como figuritas de los nacimientos, los Reyes Magos, ángeles, pero sobre todo la del Niño Dios.

            Como si fuera un hospital van llegando a estos locales, aquellos que por alguna razón les falta una piernita, un dedito, o cualquier parte de su cuerpo fracturados. Otros son restaurados con pintura, pues su antaño pasó de generación a generación van perdiendo el brillo de su color.

            La lógica de la mercadotecnia índica que sale más barato comprar una nueva que restaurarlas, sin embargo, por muy cara que se encuentre; la fe depositada en ellas, los años que llevan en la familia o el significado sentimental, nunca tendrá un precio.

            No falta el familiar o propio dueño que siempre intenta primero en repararlo pegando la pieza con algún pegamento comercial dizque para dejarlo como nuevo, pero al final terminan en estos hospitales de figuras porque es inevitable la cicatriz de su fractura y por el mismo valor sentimental todos queremos que no se note, queriendo borrar cualquier imperfección para no recordar ese sentimiento de culpa e inclusive hasta falta de respeto ante aquella imagen que ha cumplido muchas peticiones de oración.

            La mayor parte de estos artesanos dedicados a restaurar imágenes, comenzaron sus negocios con sus abuelos o padres en la venta de figuras religiosas haciéndose con el tiempo verdaderos expertos. Son interesantes las historias que cuentan teniendo en la mayoría una similitud, al igual al tipo de demanda a reparar.

            Las que más acuden son las imágenes del Niño Dios, faltándole desde un dedo, una mano y demás, pero también les llevan otras como son la Virgen de Guadalupe y de San Judas Tadeo.

            Pero en esta temporada lo que más llevan son del Niño Dios, teniendo algunas varias generaciones en las familias y una antigüedad de hasta cien años, mientras que otros son recientes, pero el significado que tiene para sus dueños es muy importante y por ello buscan que los reparen.

            Todos los que llegan a estos hospitales no quieren uno nuevo, aunque se les ofrezca más barato, porque cada uno tiene algo simbólico y por eso los conservan y los llevan con la esperanza de sanar al Niño Dios, que fue regalado desde que eran niños porque sus papás o algún familiar se los pasó como un recuerdo y una tradición por generaciones anteriores.

            Es por eso que estos hospitales de figuras, son verdaderos artesanos que cuentan ya con moldes para hacer manitas y lo que falte, ahí le ponen todo, desde pestañas grandes, chicas, ojos o todo lo que requiere un Niño Dios u otra imagen, también tienen todos los colores, cuentan con pistolas especiales para pintar y dejar bien sombreados y todo aquello que requieran.

            Será por fe o por el significado que tiene para sus dueños, pero la restauración de imágenes religiosas es un oficio que continua a pesar del tiempo, y ha permitido a quienes se dedican a ello; tener no nada más un medio para subsistir, sino también tener el orgullo de seguir con una tradición que perdura ya desde hace muchos años, haciendo de una profesión artesanal verdaderos hospitales de figuras. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria “Antonio Estrada Salazar” 2018) www.intersip.org