LA COLUMNA DE INDEPENDENCIA

LA RESACA DEL AÑO NUEVO

La resaca, ese estado al que los médicos refieren elegantemente como veisalgia y en el habla cotidiana llamamos cruda, es un malestar general producido por el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, casi siempre acompañado de vómito, dolor de cabeza, pérdida de la memoria y mucha sed.

Aunque se conoce una gran variedad de remedios caseros y los resultados varían de una persona a otra, es generalmente recomendable la ingesta de alimentos que, como el huevo, contienen cisteína y acortan los síntomas al prevenir la deshidratación causada por el alcohol, así como la vitamina B6 presente en cereales como arroz, avena o trigo, y las frutas rojas como el jitomate.

Después de las pasadas celebraciones navideñas muchas personas habrán padecido los desagradables síntomas de la cruda o resaca, y peor si fueron remitidas a El Torito después de reprobar el alcoholímetro.

Pero mucho peor serán los resultados que habremos de padecer todos los mexicanos después de la vergonzosa francachela legislativa del año 2013. Diputados y senadores, como embrutecidos por un consumo excesivo de alcohol, escondidos tras de ominosas vallas de acero y cercos de militares armados, faltando a todo principio de representatividad popular y democracia, en contra de opiniones expertas y bien fundamentadas, traicionaron a la nación modificando importantes artículos de la Constitución de 1917 y convirtiendo en basura los preceptos de nacionalidad, soberanía y justicia social plasmados gracias a la sangre derramada durante el movimiento revolucionario iniciado en 1910 con el sacrificio de los hermanos Serdán, y culminado en 1938 con la nacionalización de la industria petrolera.

Entre las causas del mal se pueden señalar a los normes intereses económicos de las empresas extranjeras que resultarán beneficiadas. Sus cabilderos y promotores ablandaron las rebeldías y compraron las conciencias de los venales leguleyos que se ostentan como representantes populares y conforman el Congreso de la Unión.

Pero más que ahondar en la investigación de los orígenes, es urgente encontrar remedios y paliativos para la situación que amenaza con empeorar. Sin duda, los viejos políticos y su anquilosado sistema de partidos han sido rebasados por la realidad. Apena ver a grupos de hombres y mujeres, esforzados y dignos pero confundidos y desorientados, en espera de un milagroso redentor que les traiga la solución. Por desgracia son víctimas inocentes de la zorruna marrullería de los mentirosos profesionales que siguen pidiendo sangre, sudor y lágrimas a cambio de promesas que nunca habrán de cumplir.

Después de la juerga legal, la cruda social nos deberá obligar a asimilar una nueva realidad. Dolorosa quizás, pero al fin realidad. En nuestras manos está.

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