La emoción se fue: murió B.B. King

La Habana (PL) Ha muerto B.B. King y de repente cobra sentido esa canción-himno que nadie como él cantó: «The thrill is gone», la emoción se ha ido…
El Rey del Blues, para algunos la última leyenda del género, un intérprete de la casta de Robert Johnson o Muddy Waters, falleció a los 89 años de edad en Las Vegas, víctima de viejas afecciones.
De hecho, llevaba varias semanas internado por complicaciones con su diabetes, enfermedad contra la que luchaba hace años, aunque su voluminosa humanidad sugiriera que era una lucha no violenta.
Dueño de una poderosa voz, un carisma magnético y «Lucille», esa mítica guitarra Gibson que lo acompañaba desde que escapó a un incendio, el Rey se llamaba en realidad Riley B. King.
Había nacido el 16 de septiembre de 1925 en una plantación de algodón en Mississippi, para redondear el arquetipo del clásico «bluesman», tipo marcado por la vida y sus desengaños.
Cuentan que de niño cantaba en un coro de iglesia y su tío, un cura, le enseñó a tocar la guitarra, instrumento que en sus manos tenía la virtud de elevarte o sumergirte, pero nunca dejar indiferente.
Un día de 1947 decidió entrarle con ganas a su pasión musical y peregrinó haciendo autostop hasta la Meca del blues, Memphis, donde comenzó a labrar su carrera, y con ello su leyenda artística.
Ahí tocó su música en el show de radio de Sonny Boy Williamson, y en la emisora WDIA ejerció de DJ con el nombre de Beale Street Blues Boy, que acortó en Blues Boy y dejó luego como B.B.
En 1949 lanzó su primer single, «Miss Martha King», que le abrió las puertas al sello angelino RPM Records, donde Sam Phillips, fundador de Sun Records, le produjo algunas grabaciones.
Con su primera banda, B.B. King Review, salió a recorrer Estados Unidos, y en una parada en Twist, Arkansas, durante un concierto se originó una trifulca entre dos hombres por, faltara más, una mujer.
La bronca creció y se desató un incendio en el local que provocó una estampida, pero una vez fuera B.B. se percató que había dejado su guitarra eléctrica y regresó a rescatarla de las llamas.
Luego supo que los sujetos luchaban por una mujer llamada Lucille, y así bautizó a quizás la guitarra eléctrica más famosa en la historia del blues y el rock ‘n roll.
Fue un prolífico autor que influyó a generaciones de músicos de blues y rock, publicó más de 50 discos, ganó 15 premios Grammy y bien entrado en años aún divertía y se divertía con su música.
Por su música entró el Salón de la Fama del Rock’n’Roll en 1987 y en 2004 recibió de manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia el emblemático Premio de Música Polar
Su último Grammy lo recibió en 2008 por su disco «One Kind Favor», más de dos décadas después del premio en honor a su trayectoria.
Las manifestaciones de dolor fueron inmediatas: monstruos como Jenny Kravitz, Bryan Adams, Ringo Starr, Hugo Laurie o Samuel L. Jackson se pronunciaron de inmediato en las redes sociales.
«BB, cualquiera podría tocar mil notas y no decir nuca lo que tu dijiste con una», resumió Kravitz en Twitter.
Amén de su canción insignia, King legó otros clásicos como «Three O’Clock Blues» y «When Love Comes to Town», entre otros temazos que esta semana tienen, inevitablemente, algo de luctuoso. Como el B.B. y los dioses del blues mandan…

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