La Independencia y Chihuahua.

Por: Lalo Porras.

 

Descripción: http://www.chihuahua.gob.mx/attach//Independencia%201.jpgEntonces llegaron los estridentes gritos de ¡Viva la Independencia! ¡Mueran los gachupines! Con estas frases comenzaba la batalla en México por su independencia. El pueblo donde todo empezó era un villorio campestre e insignificante llamado Dolores ubicado al otro lado de las montañas del centro minero de Guanajuato, doscientos cincuenta kilómetros al norte de la Ciudad de México. El 16 de septiembre de 1810, día muy importante en la historia de México.

 

Un grupo de criollos, indios y mestizos se había alineado tras del padre Miguel Hidalgo y Costilla y del Comandante Ignacio Allende, para verterse victoriosamente sobre Guanajuato, Querétaro y Guadalajara. Y la altiplanicie, peleando con los gachupines y obteniendo todo lo necesario a su paso. Entonces con los primeros reveses vinieron las deserciones. Los peones, con su fusil al hombro y unas cuantas tortillas al pañuelo, se escabulleron hacia sus casas. Aún así había muchas personas que se unían a la causa más importante de cualquier ser humano: La Libertad.

 

Tras un período de indecisión y disensiones entre los dirigentes de la rebelión, se había resuelto dirigirse hacia el norte para asegurarse la ayuda de los Estados Unidos, la joven nación que no mucho tiempo antes había librado su propia independencia. Algunos dijeron que Ignacio Elizondo los traicionó porque se había disgustado al no conseguir su ascenso en el ejército independiente; debido a esto fueron capturados los rebeldes en Acatita de Baján, Coahuila. Desde el 6 de mayo de 1811 empezaron los fusilamientos y el 30 de julio fue fusilado Don Miguel Hidalgo y Costilla.

 

Las cabezas de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fueron cercenadas de los cadáveres por un indígena y expuestas en la Alhóndiga de Granaditas. En Chihuahua los cuerpos de Allende, Aldama y Jiménez fueron exhibidos en la plaza pública y luego sepultados en el antiguo cementerio de San Felipe ahora se ubica el parque de Abraham González en la esquina de la Avenida Independencia y Paseo Bolívar.

 

El estado de Chihuahua, se convirtió en una realidad en 1823, con una población de 112,694 habitantes. Se autorizó un proyecto que fácilmente se trazaba en papel, pero que en la realidad los 247,000 Km cuadrados, después de dos siglos y medio había partes del estado que permanecían aún desconocidas y sin cartografiar.

 

Sin embargo los intentos para que México no fuera independiente no tuvieron éxito alguno. El 27 de septiembre de 1827, México se proclamó nación independiente, bajo el gobierno de Iturbide. Trescientos años de dominio español habían dejado su marca indeleble sobre los pueblos, el lenguaje, la religión y los patrones culturales de México.

 

El 16 de septiembre aniversario del Grito de Dolores, se estableció como fiesta nacional; al principio fueron ceremonias religiosas, pero después adquirieron matices civiles. A lo largo de los años se fueron rebautizando a varias ciudades de Chihuahua para reavivar la memoria de aquellos hombres que iniciaron la independencia. Guajuquilla se convirtió en Jiménez; San Bartolomé en Allende; San Gerónimo en Aldama; Santa Rosalía en Camargo; Santa Cruz Tapacolmes en Rosales; San Pablo Tepehuanes en Balleza y San José del Parral en Hidalgo del Parral, la Plaza de Armas en Plaza de la Constitución.

Se colocaron placas dedicadas a Hidalgo en el convento de San Francisco y posteriormente, en el Palacio Federal.

 

Reformar, restaurar y reorganizar, tales eran los principales propósitos de la nueva era de autogobierno. El deseo de mejorar la salud, la vivienda y la educación era genuina. Se tenían esperanzas en un gobierno pacífico y ordenado, así como en una prosperidad generalizada. Chihuahua ya tenía 10,000 habitantes, se embarcó en la reforma sanitaria. Los hornos de 30 fundiciones ensuciaban de hollín los edificios. Se exigió a sus dueños pintaran sus casas ennegrecidas y que repararan o reconstruyeran los edificios o cobertizos en ruinas. No había perros callejeros y no se permitía que los burros en libertad vagaran por la ciudad. Se instalaron luces y se pidió a los jefes de familia que barrieran las calles y se recogiera la basura para tirarla en los terrenos situados en las afueras de la ciudad.

 

El gobierno de México funcionaba como lo había hecho el de España, con impuestos enormes del 20 y 15 por ciento sobre todo el comercio y muchos monopolios. Los impuestos sobre fundición de metales eran de solo el 2 por ciento, pero la cantidad de trabajo que se hacía en Chihuahua volvía tal ingreso importante. Todo el dinero que se transportaba de un estado a otro era gravado con el 2 % y si era sacado del país con el 3.25 %; existía un impuesto de ventas del 2 al 3%. Todos los productos agrícolas estaban sujetos a gravamen, así como la mercancía importada o exportada. De la manufactura de cigarros derivaban rentas muy considerables.

 

La primera imprenta comenzó a funcionar con subsidios del gobierno y supervisión muy estricta, que no permitía imprimir sin sanción oficial. Los documentos de gobierno y los papeles legales eran la ocupación principal de la imprenta. En 1827, el jefe de la imprenta fue multado en aquel entonces con 25 pesos y destituido de su empleo, por imprimir un opúsculo inofensivo, pero no autorizado, con el nombre de «Escuela Festiva». Los primeros periódicos circularon en 1829, con floridos nombres como «La Antorcha Federal», «El Manifiesto Patriótico» y «El Hombre Libre».

 

Los hombres pueden haberse liberado de España, pero no tenían la libertad de escribir como les placiera. El gobernador José Antonio Arce suprimió estos periódicos por sus tendencias federalistas. De El Fanal, publicado en la capital en 1835, se conservan algunos ejemplares, que son los más antiguos. La vida diaria se regulaba conforme a las leyes numerosas y severas. Las tiendas y los estanquillos se cerraban en cuanto sonaba la campana de la catedral.

 

Sin embargo era un época de contrastes, porque mientras paseaban por la ciudad las elegantes y distinguidas damas con vestidos escotados y faldas de seda de medio paso acompañadas de elegantes caballeros finamente ataviados con su arrogancia apoyada en el dinero y su aplomo comprado también, había muchos campesinos junto con sus familias viviendo sin opción en la miseria, descalzos y andrajosos pero esperanzados en la liberación del agobiante sufrimiento que padecían. Por ello de las montañas salió a galope el Legendario Pancho Villa.

Era 1910.

Deja un comentario