Los excesos y extremos son malos

Todos los excesos son malos, o al menos siempre se me enseñó de esa manera y aunque muchas veces no lo entendía por mi corta edad ya que era un niño; todo toma forma entendiendo lo que tus padres te dicen una vez que eres adulto.

Así las cosas, de la vida aplica en todo, aunque no se sabe muchas de las veces ciertas decisiones puede afectar precisamente por los excesos.

No sé si ustedes recuerdan cuando la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarias, es decir, la COFEPRIS, puso un hasta aquí con la venta de antibióticos sin recetas y que sancionaría todo aquel establecimiento que fuera sorprendido vendiendo antibióticos sin una receta médica.

Recuerda en ese entonces hubo quienes ante el pánico de lo anunciado se lanzaron a las farmacias a comprar y abastecerse de antibióticos como si fuera el fin del mundo y seguramente tanto las farmacias, así como los laboratorios hicieron su agosto.

Hay que reconocer que la medida tomada por la COFEPRIS, sí estaba muy bien justificada ya que como he dicho, todo exceso es malo, esto estaba afectando la salud de muchos mexicanos que se autorrecetaban o automedicarse se complicaba su propia integridad física.

Hace como siete años de esa medida quienes seguramente no les pareció buena idea fue evidentemente en primer lugar a las farmacias ya que en tan solo en su primer mes registraron una baja en sus ventas de antibióticos entre un 20 y 25 por ciento de sus medicamentos.

A un año de la medida tomada por la COFEPRIS, reflejaron otros números menos alentadores tanto para las farmacias, así como para los laboratorios ya que simplemente en el antibiótico más recurrente que era la penicilina bajó a un 80 por ciento.

Sin embargo, no fueron los único afectados ya que también aquellas personas quienes trabajaban en las farmacias, aquellos lugares también conocidos como boticas que eran más visitadas por la gente de escasos recursos, siempre eran consultados por los boticarios, que eran tanto como hombres o mujeres, que tenían el conocimiento de los medicamentos y que la gente siempre les consultaba qué remedio comprar para un mal de salud.

Y lo que sea de cada quien, boticarios hechos en la vida tenían mucho conocimiento sobre los medicamentos ya que los promotores de medicina antes de llegar con los médicos llegaban a las farmacias a dejar las muestras de medicina explicando para qué eran y muchas personas que laboraban en los fármacos mataban su tiempo estudiando esos libros tan gruesos como los telefónicos, que eran los catálogos de medicamentos con la descripción de la formula.

Hoy en día mucha gente que carece de dinero para pagar una consulta o para atinarle los días y horas en donde muchas farmacias improvisaron un pequeño consultorio para que las personas pudieran recibir una receta médica, regresan a los viejos hábitos de preguntarle a la persona de mostrador en farmacias sobre qué medicamento pudiera recomendar para quitar hasta lo más sencillo un dolor de cabeza o quitar una diarrea común, sin saber qué medicamento vender.

Hace unos meses atrás la Cámara de Diputados, vieron la necesidad de reconocer como profesión y certificar el ejercicio de quienes están en el campo de las farmacias, y siendo una vez ya aprobado en el Senado de la República, piensan regular la presencia de una persona profesional en esa área en cada una de las farmacias tanto públicas como de gobierno.

Todo está muy bien hasta aquí, sin embargo, los excesos y los extremos que tanto consumidores orillaron a las autoridades a restringir la venta de antibióticos hicieron innecesaria la profesionalización contratando así a gente joven que tan solo cumpliera lo básico para trabajar que es la mayoría de edad. Así que volviendo a mi enseñanza con respecto a los excesos son malos, le agregaría que también lo extremo lo es. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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