Claudio Montaño

MÉXICO, PAÍS DE LUCHONES… Y LUCHONAS

“Un hombre que no sabe ser un buen padre, no es un auténtico hombre”

Mario Puzo

La paternidad como la maternidad van ligadas al género, especialmente en la capacidad de engendrar vida a partir de su irremplazable participacion en la fecundación. Socialmente, el rol paterno era de proveedor del hogar y el de la mamá cuidar de la casa y los hijos.

Con el paso de los años, los cambios sociales y económicos también afectaron a la familia en su constitución y los roles que cada quien cumplía, sin embargo el único que se ha mantenido es el papel de cada quien en la concepción.

Los cambios sociales han generado diferentes tipos de familias, cada una como respuesta a necesidades o problemáticas tan diversas que es imposible enumerarlas en este breve espacio. Una de estas es la familia integrada por las mamás solteras y sus hijos; según el INEGI, en 2014, 33 de cada 100 mujeres de 15 a 54 años con al menos un hijo nacido vivo son solteras; de estas mujeres el 53% no tienen instrucción o cuentan con un nivel máximo de secundaria; de acuerdo con cifras del primer trimestre de la ENOE 2017, del total de mujeres solteras de 15 años y más con al menos un hijo nacido vivo, 41.8% trabaja; el 31.2%, en el sector informal; 12.2%, en el doméstico y 6.6% no reciben pago por su trabajo.

En un país con un nivel educativo tan bajo como el nuestro, la población es influenciable por las canciones de corte popular, melodramas televisivos y películas cuyo contenido resulta una apología de la violencia donde el oyente/espectador aprende a normalizar el comportamiento violento como parte de la vida cotidiana, es común que el marido golpee a la mujer, que se cometan crímenes a mano armada y es fácil delinquir  resultando impune.

“Lo mejor que te puedo desear es que te vaya mal, y lo peor que tu puedas hacer es querer regresar…” Inolvidable con La cantante estadounidense Dolores Janney Rivera Saavedra, mejor conocida como Jenny Rivera y sus canciones alusivas al revanchismo después de una separación, el lenguaje violento y soez, dieron inicio a una serie de mensajes en las redes sociales que definían a una “mamá luchona” (no es un término aceptado por la RAE) como aquella mujer que al encontrarse en la situación de abandono por parte de su pareja, asume la responsabilidad de la crianza y sostenimiento de la familia de muy diversas y difíciles maneras.

El contraste con las “mamás luchonas” son los padres anónimos que por viudez, divorcio o abandono asumen la responsabilidad de la crianza y sostenimiento del hogar. Estos hombres son producto de la educación centrada en valores, son el resultado de una infancia difícil que le marcaron el camino que no debía seguir. En ambos casos, ninguno es padre y madre a la vez. Debemos asumir el efecto de las decisiones que tomamos cotidianamente sin desahogar nuestras frustraciones en los demás ni esperar que carguen con las consecuencias de nuestras emociones. Cometemos el error de generalizar al cargar al género masculino de la culpa de aquellos que se desentienden de sus responsabilidades cuando desentenderse de ellas no es cuestion de género; ningun padre remplaza a una buena madre, asi como ninguna madre puede ocupar el lugar de un padre, sin embargo, las buenas personas hacen el esfuerzo.

Aquí es donde se revela la importancia de la educación emocional en las escuelas, enseñar a los estudiantes a identificar sus sentimientos y a tomar decisiones. La importancia de que el docente y el padre de familia hagan equipo en beneficio de nuestro pais que necesita en un futuro (un poco lejano) de buenos padres y madres en las familias mexicanas.

“Dios castiga en los hijos las culpas de los padres, porque sabe que no hay mayor dolor para los padres que el dolor de los hijos”.

Jacinto Benavente

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