¿QUÉ ES UN BUEN GOBERNADOR?

Es muy recurrente la pregunta en cualquier sociedad: ¿Qué es ser un buen padre? o ¿Qué es una buena madre?. A sus respuestas existe infinidad de información en las redes sociales, por internet, libros, artículos, reportajes, etc., que siempre darán una amplia, más no satisfactoria contestación porque en cada caso aplica una gran cantidad de variable.

Pero alguna vez usted se ha preguntado qué es ser un buen gobernador. La respuesta lógica en la masa popular será aquel que haga obras pensando en la siguiente generación y  es costumbre que cualquier gobernante estatal, siempre tendrá en su mente el dejar una obra majestuosa para ser recordado e inmortalizado.

Hasta qué punto es cierto que las obras públicas son el reflejo del trabajo de un gobernador y aún más, símbolo de crecimiento, prosperidad y desarrollo de una entidad.

Hay una parte de la sociedad así como del sector público que han cuestionado el gobierno de Rubén Moreira Valdez, por la falta de obras públicas comparadas a la administración pasada. Sin embargo, estoy convencido al igual que muchos coahuilenses que la cantidad de construcciones vistosas no siempre hace a un gobernador como bueno o malo, porque como en  todo existe una causa y un efecto.

Sin lugar a dudas, en la administración pasada se dejó un aparente desarrollo y crecimiento en la entidad por la  cantidad de infraestructura en sus vías de comunicación en específico en la construcción de puentes, así como en edificios públicos como en la ciudad de Torreón.

Nos dejamos deslumbrar por aquel avance que en un principio considerábamos que era por derecho de los coahuilenses merecedores adelantar veinte años de desarrollo que ya tenía planificado el gobierno federal pero en su debido tiempo, pero nunca nos imaginamos que eso tendría consecuencias. Como dicen por ahí no todo lo que brilla es oro, porque gracias a esas construcciones vistosas nunca se pensó que afectaría a las siguientes generaciones por varias décadas de endeudamiento. Por la mayor parte de los  coahuilenses ya estamos convencidos que un buen gobernador no se mide por su cantidad de obras, sino por su responsabilidad y capacidad para resolver los problemas heredados.

Para el Gobernador de Coahuila, Rubén Moreira Valdez, no le fue fácil iniciar una administración en donde las finanzas del Estado se encontraron dañadas y la responsabilidad de tomar medidas poco populares le ha costado la inconformidad de muchos servidores públicos al tener que recortar personal no indispensable teniendo que poner orden, primeramente en la nómina estatal por el exceso.

En sus primeros dos años ha tenido que renegociar la deuda de Coahuila en más de dos ocasiones para poder permitirle hacer inversiones de crecimiento a necesidades y carencias en el sector del campo, como también en la búsqueda del desarrollo industrial y comercial. Reformas e iniciativas de Ley que eran necesarias no solo para poner un orden, sino también para hacer justicia.

No tenemos un gobernador bailador, pero sí uno que le ha apostado mucho al sector de la salud, al educativo, al deporte, la cultura, pero sobre todo a la justicia social. Ha sido un gobernador que no ha buscado su popularidad en la construcción de obras vistosas, sino en aquellas que no se ven pero que dejan mucho beneficio a la sociedad.

Sus difíciles decisiones que le han costado hasta el tener que arriesgar su propia integridad al tomar la determinación de enfrentar al crimen organizado con el cierre de casinos y antros en donde operaba este grupo de delincuentes como también la regulación de horario y días de la venta de alcohol, medida tan impopular para el sector joven pero que ha dado resultado para ir teniendo control bajando el índice de la delincuencia organizada prevaleciendo la gobernabilidad.

Retomando la pregunta ¿Qué es ser un buen Gobernador?. Aquel que se mide por la construcción de obras ostentosas para dejar un testimonio, sin medir las consecuencias de endeudamiento o aquel que asume la responsabilidad, sensatez, inteligencia y ser un verdadero y realista de cómo debe gobernar sin obras populistas, aunque veces no tan necesarias, de relumbrón y poco útiles o quien con valentía, creatividad y paciencia, toma el timón de su tierra que lo vio nacer y desarrollarse, para con mucha determinación acepta la realidad de heredar una Entidad en quiebra, pero dispuesto a dar todo lo suyo para volver a aguas tranquilas que lleve a todos los coahuilenses a mejores caminos de tranquilidad, prosperidad y bienestar. Eso es ser un gobernador realista. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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