Rebeldes sin causa

El problema de toda sociedad puede ser tan grave que pueden pasar generaciones enteras existiendo la misma situación que con el pasar del tiempo se convierten en verdaderos estragos de una comunidad.

Un ejemplo de ello son las pandillas que se da el caso en donde van pasando por generaciones, es decir, de abuelos a padres e hijos, repitiéndose este círculo vicioso en donde solamente se va contaminando la mente de la gente más joven.

Desde una pelea simple hasta pedradas y riñas entre diferentes grupos ha sido un motivo por defender su territorio y en otras ocasiones el de ir dominando cada vez más cuadras para mostrar su poderío.

Sin importar las consecuencias muchos de estos jóvenes han acabado hasta con su vida y otros mal heridos o con marcas inolvidables como la cicatriz o falta de piel causado por un botellazo en el mejor de los casos porque hay quienes han perdido hasta un ojo.

En la medida que van pasando los años estas pandillas se convierten cada vez en más violentos y agresivos llegando al grado de usar casas de seguridad por llamarle de alguna manera en donde concentran todo su armamento para cuando salen a las calles del barrio o colonia para hacer uso de ello.

Se acabaron el puñetazo limpio, o lo más agresivo que era en aquel entonces eran las pedradas y uno que otro botellazo. Ahora los machetes, tubos, y hasta armas de fuego es lo que se usan, quedando en el pasado aquellas armas improvisadas de palos con algo ponzoñoso al final de un extremo siendo suficiente amenazador como para emprender la retirada.

Hay veces que es difícil que las autoridades puedan tener un índice de cuántas pandillas hay en la ciudad, pero frustrados intentos de encausarlos en cosas o actividades positivas.

Hasta dónde no ha llegado el grado en que ni siquiera las mismas patrullas quieren entrar a esas colonias en donde existen pandillas, ni mucho menos para poder hacer un rondín ya que muchas de las veces el simple hecho de su presencia es motivo para dañar las patrullas y agrediendo a los agentes policiacos sin ningún motivo alguno.

Los jefes policiacos empiezan a declararse cada vez como incompetentes para poder solucionar la situación que ya es considerado como problema social, pero este no se ve reflejado en las agendas de las autoridades locales y mucho menos en las estatales por considerarlo como fuera de sus jurisdicción o competencia siendo una manera más fácil de no querer lidiar con ello.

En la medida que nuestras propias autoridades se hagan de la vista gorda y sufran de miopía ante este problema social, seguirá creciendo no solo el número de pandillas sino aumentará la violencia e índice de muertos.

No es suficiente que las autoridades hagan espacios llamados áreas verdes ya que estas son tomadas por los pandilleros como punto de reunión. Es necesario que tanto el gobierno federal, estatal, y municipal puedan crear programas de orientación y actividades deportivas para que estos jóvenes que son ahora rebeldes sin causas, tengan realmente una motivación y proyecto de vida. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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