SEGUIRAN SIENDO MAYORÍA

La creencia de que un niño gordito, cachetón y rosado es sinónimo de salud plena, ha contribuido a que la obesidad sea un problema de salud pública en México, siendo el mejor ejemplo de ellos los niños con sobrepeso quienes desarrollan ahora enfermedades que se presentaban sólo en la etapa adulta.

En México como en el resto del mundo la obesidad se ha convertido en un problema de salud dentro de las agendas políticas. El tener unos kilitos de más no se limita sólo al aspecto físico, sino que va acompañado de enfermedades que tarde o temprano afectan a cualquiera que la presente.

Quizá el problema se ha enfocado más en los jóvenes y adultos, pero son los niños obesos quienes enfrentan ahora cómo el desarrollo de ciertas enfermedades avanzan  a tal grado que el nivel es equiparable a las de un adulto.

Mientras a un niño no se le enseñe alimentarse de manera correcta, se convertirá en un adulto obeso, que a su vez a sus hijos inculcará los mismos hábitos alimenticios, lo que genera una cadena que muchas veces no tiene fin.

Sin embargo, también es cierto que es en donde se puede cortar esa cadena, a diferencia de los adultos donde es más difícil cambiar un hábito, los menores no se resisten tanto al cambio.

Por ello, es importante no solo cuidar su alimentación en casa, sino también fuera de ella y uno de los lugares que mejor podrá cooperar con ello son las escuelas.

En ellas no sólo se educan, aprenden a socializar y pasar gran parte del día, son también la primera oportunidad que tienen de acceder a una serie de productos alimenticios o no, sin tener la férrea vigilancia de sus padres.

Debido a ello es importante que en las escuelas se les inculque a los menores las bases de una buena alimentación, no sólo en teoría, sino también en práctica y dejar atrás los alimentos “chatarra” que en la mayoría se venden aunque por órdenes dela SEP, sus proporciones son más chicas pero no dejan de ser altas en carbohidratos.

El cambio no se dará de la noche a mañana, ni de un día para otro, pero mientras más se retrase, la población afectada por la obesidad seguirá en aumento hasta que por fin se tomen acciones concretas.

En el país existe todavía una falsa creencia en donde los padres de familia se empeñan en asociar la gordura de los hijos con un estado de salud plena, con la cual es todavía muy difícil hacer las detecciones y concientizarlos que en realidad hay un problema y pueden generar otros a largo plazo.

Dentro de esa falta de cultura y educación de buenos hábitos alimenticios, el error más común es darles dinero para que compren algo en la cafetería durante el recreo. Diez o quince pesos diarios en las manos de un adulto no tiene gran valor, en cambio para un niño abre todo un abanico de posibilidades  de lo que cada día pude comprar en la escuela.

Toda una gama de productos quedan a disposición de todo aquel que tenga un peso en el bolsillo, desde las sopas instantáneas con salsa “Valentina” y limón, hasta las tradicionales papitas y chicharrones, dulces, chicles y demás están a su alcance.

En las escuelas primarias las cooperativas escolares o estanquillos son los lugares donde se venden los alimentos, son administrados por los padres de familia que participan en las asociaciones y son quienes deciden los productos que se manejan a la venta.

En la secundarias las cafeterías están dentro de los planteles educativos, en su mayoría se encuentran concesionados a particulares y entregan una comisión para beneficio del plantel educativo; pero son los particulares quienes a su libre decisión, seleccionan  los productos que se venden a las niñas, niños y jóvenes.

Mientras no se cambien los malos hábitos alimenticios desde muy temprana edad, seguiremos en México siendo un país donde los gordos son mayoría y los programas de prevención en la salud no tendrán el alcance que se pretende.

Aunque se vea o parezca un tanto o mucho extraño que gran parte de la solución de un problema que se puede o ya se tiene en casa, está en las mismas manos de nosotros, los padres de familia.

Y, lo peor de toda ésta compleja situación es que mamás y papás no lo entendamos así y todo por tener la facilidad de que nuestros hijos pequeños y jóvenes se alimenten fuera de casa y con productos que no les proporcionan nada sano y por el contrario, se está participando a que México siga de líder mundial en obesidad, gordura o “grasosos o mantecosos”, como gusten calificarse asimismo.

(Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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