A TIRO DE PIEDRA: CANCÙN Y SU 47 ANIVERSARIO: LA CRISIS

Los políticos tímidos e interesados se preocupan mucho más de la seguridad de sus puestos que de la seguridad de su país

Thomas Macaulay

Exactamente en un mes, Cancún, el destino turístico más importante de Latinoamérica, cumplirá 47 años de haber sido erigido, pero poco hay que festejar en esta ocasión, pues el destino se encuentra sumido en la más profunda crisis de seguridad de toda su historia, y aunque el discurso oficial intenta sostener que no ha habido afectación en la llegada de turistas a Quintana Roo, lo cierto es que los yerros de sus gobernantes son el más claro signo de la crisis por la que atraviesa ese polo de desarrollo.

Cada año, Cancún recibeunos 18 millones de visitantes, su exponencial crecimiento es, sin duda, el mejor ejemplo de lo que la industria turística hace en los lugares en que se asienta, pues a la vez de generar una enorme cantidad de divisas, los problemas sociales crecen de igual manera, y así como en 2016 este centro de desarrollo atravesaba por los escándalos nacionales por la abierta depredación ambiental, por el caso de Tajamar, ahora es la inseguridad generada por los enfrentamientos entre grupos del crimen organizado lo que parece tener de “rodillas” a una administración municipal que no parece dar “pie con bola” para lograr atenuar sus catastróficos efectos.

Quintana Roo, en su conjunto, ingresa al país el cuarenta por ciento del total de divisas que se generan por actividad turística; y aunque con desfalcos en los fondos de promoción turística por parte de la administración estatal anterior, la promoción ha sido hasta ahora un éxito, la cantidad de vuelos que llegan con turistas a Cancún se ha incrementado de manera significativa, las divisas obtenidas superan los 16 mil millones de dólares a nivel país y en Cancún, según el discurso oficial, ya no existen las llamadas “temporadas bajas”, de manera tal que las personas que ocupa la industria turística tienen empleos más estables, pero también es cierto que por primera vez en muchos años, la cantidad de turistas que arriban en el periodo denominado “Spring Break” ha disminuido, en gran parte por la mala publicidad que genera la inseguridad.

Y es que a esta problemática, se suman sin duda las afectaciones medio ambientales por el modelo depredador de desarrollo que se tiene: las zonas de manglar han disminuido drásticamente, las playas requieren desde hace tres años trabajos urgentes de recuperación (que no se han realizado también por los robos presupuestales perpetrados por las dos últimas administraciones estatales, según han denunciado los mismos empresarios hoteleros).

Aún más, “Cancún tiene un modelo de movilidad urbana insostenible debido a la falta de planeación en el sistema vial (mobiliario urbano), el sistema de transporte público y privado, y la falta de fomento a la movilidad no motorizada, arrojó el estudio de diagnóstico que realizó el colectivo Movilidad Urbana de Cancún (MUC)”, publicó también el periódico Novedades de Quintana Roo desde octubre de 2015 y nadie, absolutamente nadie, hizo algo al respecto.

Ahora bien, se preguntará el lector, ¿qué hace, mientras todo esto ocurre, el presidente municipal de Benito Juárez –donde se ubica Cancún-, Remberto Estrada Barba? Pues “vivir la vida loca”; o ¿cómo se explica entonces que mientras se rentan 97 patrullas y se realizan reuniones de “mesas de inteligencia” desde octubre de 2016, las estadísticas muestran que cada tres días hay por lo menos un ejecutado en su municipio?

Así, aunque este 20 de abril se festeje el éxito turístico, habrá que esperar también los anuncios de solución a las problemáticas que ya se padecen, ya sea con la instrumentación del mando único policial o con estrategias y acciones específicas que aminoren de manera efectiva la crisis de seguridad que se padece en el norte de Quintana Roo; y mientras eso se realiza, ojalá también “Remby” Estrada deje de pensar en su próxima elección y se concentre en salvar la administración que, hasta ahora, tiene a la deriva; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.

 

 

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