Guillermo Robles Ramírez

Un comercio con muchos criterios encontrados

Por Guillermo Robles Ramírez

            En esta semana hubo un operativo realizado en el centro de Monterrey, NL., para multar, retirar y decomisar a los comerciantes informales que ya se encontraban invadiendo no solo las banquetas bloqueadas, sino hasta las calles siendo imposible el tránsito vehicular.

            Muchos de ellos inconformados solamente gritaban a la gente del ayuntamiento que realizaba el retiro de las estructuras metálicas, palos entre otros materiales con los que estaban hechos sus puestos de venta, así como a Seguridad Pública la injusticia que se estaba haciendo ya que el argumento era que se trataba de un trabajo honesto y que no se dedican a delinquir.

            A este tipo de forma de vivir a la que se le conoce como comercio ambulante e informal, en la que se encuentra de alguna manera “oculto” de las autoridades fiscales, aunque de las locales es algo imposible puesto que se encuentran por lo general en la vía pública teniendo que pagar el uso de suelo ante el ayuntamiento o bien autoridades locales.

            El fenómeno del comercio informal en específico el ambulantaje es algo que se encuentra en todos los municipios del país. Algo tan antiguo como lo era los tianguis prehispánicos.

            Un tema que tiene muchas opiniones divididas a su vez opuestas en donde cada quien habla de acuerdo al criterio de quien lo diga. Por una parte, los principales inconformes son obviamente el comercio formal ya que invaden la fachada de su negocio quien paga no solamente impuestos al SAT, sino también permisos del ayuntamiento entre otros como puede ser a la Secretaria de Salud, así como aquellos que pagan al Seguro Social por la contratación de personal.

            Todo esto representa un gasto administrativo de comercio que evidentemente le resta mucha utilidad comparado con aquellos comerciantes ambulantes que hasta se roban servicios como es la luz, gas y agua. Algo que hacen descaradamente frente a la vista de las autoridades y sin ninguna garantía para aquellos consumidores que compran productos. El comercio informal tampoco se hace responsable y no tienen garantía alguna de que sus alimentos estén en buen estado.

            Ahora bien, desde la óptica de la gente peatonal ha resultado la molestia porque no tienen el libre paso por las banquetas porque la obstrucción del comercio ambulante lo tienen invadido; viéndose obligados a tener que caminar por las calles en donde transita los vehículos y unidades de transporte urbano teniendo que jugársela entre ir “toreando” los vehículos y obstáculos de los comerciantes informales.

            Desde la óptica de los dueños de esos estanquillos, y negocios montados de manera improvisada tienen una manera honesta de vivir sin tener que recurrir a hacer algún acto delictivo. Aunque existen muchas maneras de cometer un delito no precisamente robando como lo expresan todos ellos o al menos aquella figura en la que usan violencia o un arma de cualquier tipo para despojar al otro de algo de valor.

            No se puede negar que esta economía informal adquiere sus productos de manera ilegal ya que si se tratan de productos internacionales carecen de un pedimento de importación. Ahora bien, si son de Estados Unidos, tampoco pagan impuesto ya que no pasan a revisión o mucho menos declaran voluntariamente al momento de ingresar a nuestro país vía terrestre.

            Tampoco se sabe el origen de aquellos equipos electrodomésticos, y/o electrónicos siendo este rubro uno de los más comunes que provienen del robo de otras personas, pero casi siempre su destino final es los tianguis y comercio ambulantes, convirtiéndolos copartícipe de un delito.

            Ahora bien, no se puede negar tampoco que en las áreas que están estos comerciantes ambulantes, siempre son lugares que con el tiempo se convierten antihigiénicos pues carecen de un servicio sanitario o recolecta de basura.

            Algo que se ha convertido en un mito es que sus dueños son gente de escasos recursos y sin preparación educativa. Contrario a lo que se piensa el 80 por ciento de ellos tienen preparación académica profesional, pero tanta carencia de oportunidades y sueldos por debajo del valor profesional, se han dado cuenta que perciben más ingreso recurriendo a un negocio informal y con menos horas de trabajo que laborando en una empresa.

            Lo mismo sucede con las amas de casa que les da la oportunidad de percibir un dinero para el hogar y sobre todo horarios flexibles para poder atender a la familia.

            Lo anterior avalado por una investigación el ITESM-CEM dejó en claro que la mayoría de los vendedores son gentes con formación a nivel licenciatura e incluso maestría que se salieron de la fila del sector formal porque la informalidad representa mayor ganancia salarial. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018) www.intersip.org