Un grito de Independencia fallida

Más como producto de leyenda que derivada de documentos históricos, la ceremonia con que conmemoramos el inicio del sangriento movimiento que hizo nacer a nuestro país pretende reproducir la arenga que el sacerdote católico Miguel Hidalgo dirigió a sus feligreses de la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, en la antigua Cocomacán, actualmente Dolores Hidalgo, Guanajuato.

Las palabras originales varían según versiones de diversos investigadores. Por ejemplo, Manuel Abad y Queipo afirmaba en 1810 que Hidalgo dijo «¡Viva nuestra madre santísima de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII y muera el mal gobierno!» mientras que Lucas Alamán, ya en 1840, aseguró que el discurso remataba «¡Viva la religión!, ¡viva nuestra madre santísima de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII!, ¡viva la América y muera el mal gobierno!» y que la respuesta del pueblo fue: «¡Viva la Virgen de Guadalupe y mueran los gachupines!».

Lo indiscutible es que el ahora famoso Esquilón de San José, mejor conocido como Campana de Dolores, que repicó al amanecer del domingo 16 de septiembre de 1810 como lo hacía siempre para invitar a la misa dominical, y que actualmente se encuentra arriba del balcón central del Palacio Nacional, fue fundido en bronce el 28 de julio de 1768, mide 1.77 metros desde la orilla de la boca hasta la parte superior del contrapeso con 1.09 metros de diámetro y 11 centímetros de espesor.

La primera conmemoración oficial del 16 de septiembre fue en 1812, protagonizada por el general Ignacio López Rayón en Huichapan, Hidalgo.

José María Morelos, en la Constitución de Apatzingán, propuso al 16 de septiembre como día de fiesta nacional y los congresos constituyentes de 1822 y 1824 lo aceptaron. En 1825 tomó forma de fiesta nacional. El presidente de la República, Guadalupe Victoria, pidió iluminar casas, ventanas y balcones y efectuó un desfile que llegó a Palacio Nacional. Por la noche hubo una verbena con fuegos artificiales.

Sin que quede clara la razón, la primera vez que se conmemoró el 15 de septiembre fue en 1846, con una serenata frente a Palacio Nacional y una velada en la Universidad, y hasta Benito Juárez, durante la intervención francesa, celebró la noche del 15 de septiembre en la hacienda de San Juan de la Noria Pedriceña, en Durango.

Quizá el Grito de Dolores más tristemente memorable sea el de 2008 en Morelia, Michoacán. Durante la arenga del gobernador Leonel Godoy Rangel se registró una serie de ataques con granadas de fragmentación contra la población civil en la plaza Melchor Ocampo y en la calle Andrés Quintana Roo. Las explosiones dejaron más de un centenar de heridos y mataron al instante a tres personas mientras que otras cinco fallecieron por las heridas en el curso de las siguientes horas.

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