Veneno Puro

*Mundo sin Sentido

*Corazones Heridos

*Vámonos con Pancho

No termina la perversidad de hacer agujeros en nuestra conciencia. En México, como muestra, no somos capaces siquiera de aclarar los magnicidios y genocidios acreditados a los grupos de poder, no sólo del gobierno sino incluso prestanombres al servicio de las agencias de inteligencia de otras naciones –Estados Unidos e Israel fundamentalmente sin que el columnista tenga una pizca de antisemitismo, más bien todo lo contrario-, empeñados en aplicar la medicina del tiempo para adormilar a la ciudadanía y hacerla caer en la pereza social que conduce a la amnesia colectiva. ¡Cuántos se han beneficiado con esta fórmula malvada que corroe el corazón de los seres humanos! Y más quienes gobiernan a costa de simular, manipular y mentir con descaro.

Pareciera no tener sentido, siquiera, esta denuncia pública. Si hablamos de los feminicidios –como lo hice en “Ciudad Juárez” en 2005 previendo lo que ocurriría y ocurrió en estos últimos ocho años-, los gobiernos estiman como exageraciones las críticas; y lo mismo si pretendemos los periodistas independientes y los tantos reporteros enviados a la guerra sin casco protector, exigir una normatividad que nos conceda garantías –no autos nuevos ni pertrechos caseros como algunos suelen sugerir, traicionándose-, contra la frecuente represión de los órganos gubernamentales y de las mafias coludidas con ellas.

Es curioso, y me desvío un poco de la temática principal propuesta, que cada vez existan mayores restricciones legales para el ejercicio periodístico sin que, a su vez, existan blindajes para repeler las actitudes autocráticas, las persecuciones y amenazas provenientes del círculo dorado del poder. En Chiapas, por ejemplo, lo viví en carne propia con los hermanos de “Cuarto Poder”, y lo mismo en las luchas contra la impudicia política en Nuevo Laredo y Reynosa o en la propia Michoacán tomada, de hecho, por los cárteles que presumen de contar con un cierto discurso social para justificar sus siniestras operaciones. ¿Cuándo se preocuparán los legisladores por algo más que darnos palmaditas en la espalda, tipificando el acoso contra la libertad de expresión por parte de la clase gobernante, a nivel federal y también mediando los gobiernos de los estados, que incluye hasta desapariciones de colegas sin rastro alguno y los asesinatos de otros bajo la tormenta de las amenazas soterradas?

Pero es que el vandalismo político está presente cuando se deja a un lado el crimen contra un candidato a gobernador –en Tamaulipas en 2010-, erigiendo a su hermano como mandatario para darle un sesgo demagógico a la “misma sangre” aun cuando esté profundamente contaminada, sea por los celos o la ambición tan frecuentes hasta en las mejores familias además de la lacerante envidia que carcome por dentro a los mediocres. No se trata de excepciones sino de una tendencia recurrente, lesiva y brutalmente criminal nal conjuro, entre otras cosas, de la violencia que se inculca a nuestros niños con los juegos cibernéticos aduciendo que, con ellos, se les abre las mentes. ¿Cómo impedir que sean unos desadaptados separándolos de estos espacios y aislándolos de los demás por consiguiente? Con esta interrogante deberíamos iniciar el análisis sobre cuanto está sucediendo con los menores, francamente sustraídos de la realidad por las imágenes virtuales, sin el menor interés por su entorno, ni siquiera cuando viajan en busca de otras culturas y siguen metidos en las pantallitas sin remedio.

Estoy convencido que el joven sátrapa de Corea del Norte, Kim Jong-Un, quien llegó al liderazgo por herencia acaso cuando estaba lejos de la madurez mental, fue también adicto a los juegos de guerra sobre los tantos instrumentos cibernéticos que la tecnología, puesta al alcance de todos por Billy Gates –tan antipático para los mexicanos porque, cada año, pelea el primer sitio entre los multimillonarios del planeta con el mexicanísimo Carlos Slim Helú-, atrapa sin ninguna posibilidad de escape. Llegado el momento de su mandato irrestricto, sin límites como en el medioevo o la época de las cavernas, no se tentó el corazón para arrojar a una jauría de ciento veinte perros hambrientos –-llevaban cinco días sin probar alimento, señores protectores de los animales que seguramente verán en ello un horror mayor-, a su tío y mentor, Jang Song-thaek, y a sus cinco ayudantes hasta ser devorados ante el beneplácito del propio enfermo mental, al frente de una nación con poder nuclear para colmo, y de trescientos de sus oficiales. Una salvajada como no se había visto hace tiempo.

El hecho reciente –ocurrió entre el 12 y 15 de diciembre, sin precisión siquiera-, nos remite sin remedio a otro año, 1761, en un diciembre también aunque la efeméride de la brutalidad tenga fecha segura: el 14 del mes. Una distancia, entonces, de doscientos cincuenta y dos años pero el mismo sentido bárbaro: en esa fecha, el gran líder de los mayas, con quien iniciara de hecho la “guerra de castas” no aplacada hasta principios del siglo XX, sin armisticio alguno, fue atenaceado y quemado en la Plaza Grande Grande de Mérida en donde se habían construidos templetes para que los señores de la época, incluyendo los clérigos de la Inquisición, se deleitaran con el sufrimiento humano, al ver arrancar, pedazo por pedazo, las carnes del joven y valiente indígena de treinta y un años de edad. Y este referente plantea, en todo momento y lugar, la ciega crueldad de quienes ocupan territorios a mansalva y desprecian a otras razas.

Podríamos describir, igualmente, las torturas vejatorias sufridas por los “talibanes” terroristas en la prisión de Guantánamo, un territorio que debiera ser cubano y no lo es por que así lo impuso la mayor potencia militar de todos los tiempos. Seguramente si aquellos hombres, arrastrados, desnudados, degradados en su dignidad de seres humanos, hubiesen sido bestias de carga o toros de lidia, no duden ustedes que los animalistas hubieran puesto mil gritos en el cielo; pero, al tratarse de sus congéneres el silencio demuestra las deformaciones inmensas que padecen quienes privilegian supuestamente a sus mascotas, cautivas naturalmente, sobre niños y mujeres, hombres también, salvajemente tratados.

Esto es: no explican la esclavitud de sus hogareños acompañantes pero, en cambio, ponen el grito en el cielo cuando se trata de perseguir y difamar la muerte de ganado o los espectáculos con hondas raíces culturales, como las corridas de toros. Y ya sé que por comentar lo anterior me lloverá, como siempre, un alud de amenazas contra mi vida por sostenerlo; sólo que ahora cada mensaje será publicado con el nombre del destinatario, cibernético o anónimo –de cualquier manera podrá darse con los signatarios ficticios- para acabar con estas falacias.

No faltarán, en este esquema de deformación mental, quienes salgan en defensa de los perros de caza que devoraron a seis seres humanos –o de los de pastoreo a los que se deja correr por los parques de México con serio peligro para los niños, sobre todo, y para cualquier transeúnte, con avidez por morder y atacar a quienes corren, ejercitándose o simplemente jugando-, sin el menor agobio por la salvajada de Kim, el bárbaro, real y actual más allá de cualquier ficción imaginable. Y no dudo que a alguien se le ocurra inventar algún modelito para chicos, aunque los “grandes” igualmente se hipnoticen, dibujando a cientos de perros en busca de sus presas humanas y dejando que se muestren las imágenes del sacrificio de los humanos, mordida a mordida. Ya veremos.

Es éste el mundo que no h8ubiese querido que vieran mis hijos ni, mucho menos, mis nietos. Fracasamos como generación y ya no tendremos redención posible ante los ojos del Supremo Creador. ¿Lo habían meditado?

Mirador

En medio de este caos, un joven “hacker”, Barnaby Jack, fue encontrado muerto en San Francisco como consecuencia de sobredosis de heroína y cocaína fundamentalmente. Sólo falta que se acuse a México por proveer las drogas y no al gobierno estadounidense incapaz de detener y perseguir a los distribuidores de las mismas sobre suelo estadounidense. Pero, claro, no son los débiles quienes tienen la última palabra. Además, como el caso mencionado se dan miles cada año y no hay siquiera algún remedio para reducir la amarga estadística.

Sin embargo, el joven Barnaby, cuya fotografía no exhibe ni remotamente el daño cerebral que le produjeron no sólo los estupefacientes sino igualmente una adicción peor, al mundo cibernético claro, no será famoso por su muerte sino por su tenebroso legado: es el inventor de un método infalible, por computadora, para afectar y vulnerar los marcapasos de quienes han tenido afecciones cardiacas –en los últimos años varios mandatarios de centro y Sudamérica, así como líderes políticos relevantes como en el caso de Andrés Manuel López Obrador-, para controlarlos o, sencillamente, deshacerse de quienes los tengan tras sus respectivas emergencias.

Así que, en el caso de Andrés Manuel, alguien, a distancia, podría tener un dispositivo ya probado para causarle algún daño mayor –tenga marcapasos o un tubo artificial solamente-, cuando así convenga. ¿Tal no es suficiente para comenzar a indagar, en serio, sobre la secuela de enfermedades graves sufridas por los políticos de Latinoamérica durante los diez años recientes?¿O acaso, por órdenes de la CIA o la NSA, el silencio es una cuestión de Estado…o de Estados Unidos?

Por las Alcobas

Cuenta la leyenda –extensiva a través de algunas de las novelas sobre la Revolución-, de que el gran guerrillero, Pancho Villa –Doroteo Arango, su nombre real-, era sanguinario y brutal. Acaso es la versión norteamericana sobre el primer combatiente extranjero que vulneró el territorio estadounidense, en Columbus, en busca de las armas que le querían negar, ya pagadas. Estoy cierto que los norteamericanos mucho intervinieron en su asesinato, en Parral el 20 de julio de 1923, porque no hay seres más vengativos como puede corroborarse con la historia misma.

Hecha la aclaración, se cuenta que cuando Villa requirió los servicios de uno de sus lugartenientes, éste le respondió mostrándole a su familia:

–Mi general: ya tengo chilpayates y mujer; ya no es lo mesmo…

Entonces el llamado “centauro del norte” sacó su fusta y les pegó un tiro a cada uno de ellos, salvo al soldado:

–Bueno, pues eso era antes; ahora, vámonos…

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WEB: www.rafael-loretdemola.mx

E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com

EL VANDALISMO, SIENDO EL PEOR DE TODOS EL POLÍTICO, NO CESARÁ MIENTRAS EXISTAN CONDICIONES PARA ELLO, SEA POR MANDO DE AUTÓCRATAS INSENSIBLES O POR CAUSA DE LAS SOCIEDADES TIBIAS. DE ALLÍ LA SENTENCIA, ATRIBUIDA A GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS Y USADA POR ADOLFO LÓPEZ MATEOS PARA CONDENAR SEMÁNTICAMENTE A LOS CACICAZGOS REGIONALES: “LOS PUEBLOS TIENEN LOS GOBIERNOS QUE SE MERECEN”. ES DOLOROSO COMPARTIR LA RESPONSABILIDAD POR CUANTO ATESTIGUAMOS EN EL PRESENTE; PERO ASÍ ES. Y ES POR ESO QUE DEBEMOS ALZAR, CADA VEZ CON MAYOR FUERZA, NUESTRAS VOCES INDIGNADAS.

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