Guillermo Robles Ramírez

Coahuilenses matan el corazón

Por Guillermo Robles Ramírez

En este fin de semana tuve una reunión con unas amistades que teníamos algún tiempo sin vernos, así que había mucho de qué hablar. En la actualización de amistades por ahí salió a un querido amigo al que le detectaron un serio problema de enfermedad coronaria, presión arterial alta, niveles altos de colesterol y triglicéridos, pero sin terminar la lista detallada concluyó diciendo que tenía de todo.

Aunque se trata de una persona joven que aparenta tener una muy buena salud, ya que tan solo tiene 35 años de edad, es alto, “chapeteado”, y aunque visualmente no aparenta una obesidad exagerada, pero si es notorio su panza de chícharo, nunca pensé que estuviera tan mal por dentro.

Una persona joven que le gusta disfrutar mucho de la comida, pero sobre todo aquello que se refiera a carne de res, puerco y una porción de media taza de verduras, me imaginaría que sus males entrarían por la boca, es decir, por la comida.

La lógica puede indicarnos muchas veces lo contrario en la que no siempre la desnutrición es el causante de muchos males de salud, e incluso hasta la muerte por la falta de ingesta insuficiente de comida.

Pero contrario de lo que se piensa no siempre el estar bien alimentados, es decir, no pasar hambre e ingesta plena de alimento, no siempre será sinónimo de buena salud.

El tener una dieta o mejor dicho una carencia de esta, y comer cualquier cosa e inclusivo exceso de carnes rojas o de puerco, puede contener alto contenido de grasas saturadas y acompañado a una vida sedentaria, carente de ejercicio y a la presencia de adicciones como el tabaquismo y el alcohol, trae como consecuencia que las enfermedades del corazón se encuentren entre las principales causas de muerte en Coahuila.

Para la Secretaría de Salud la principal causa de muerte son las enfermedades del corazón, sobresaliendo las isquémicas, con una mortalidad de 85 defunciones por cada 100 mil habitantes. Aunque en este número puede ser diferente ante la Organización Mundial de Salud, es decir, va en aumento en nuestro país.

A pesar de que las autoridades han implementado acciones preventivas permitan que el tiempo de vida sea mayor y la calidad de la misma, la cultura popular hacia las enfermedades es dejar hasta el último momento la atención médica y por ello entre el 50 y 60 por ciento acuden en forma inoportuna a solicitar los servicios médicos.

Existen programas de gobierno estatales gratuitas de detección oportuna de hipertensión, diabetes, cáncer y otros, razón suficiente para que tanto los hombres como mujeres a partir de los 40 años empiecen a ser más participativos a estos programas de chequeos médicos.

El problema con nuestra sociedad mexicana es que nunca se educa a los niños con respecto a los buenos hábitos alimenticios, simplemente se les da dinero para que en las escuelas compren en la cafetería, siendo muy difícil a tan corta edad poder disentir entre lo bueno y malo, por consecuencia lo conlleva a no tomar una buena decisión o mucho menos hacer cultura sobre la medicina preventiva, ya que esta última debe de ser parte de la educación para así una vez llegando a edad adulta tener bien concientizado este concepto.

Se ha convertido una costumbre entre los habitantes del país a estar pidiendo siempre a las autoridades que pongan todo, y cuando de esas pocas veces llegan a ponerle alguna solución a ciertas carencias como en el caso de la medicina preventiva muchos hacen caso omiso por los malos hábitos y la resistencia de terminar los tratamientos médicos porque en muchos de los casos cuando el paciente empieza a sentir mejoría abandona todo y retoman aquello que les causó el problema como la mala alimentación y carencia de ejercicio.

Hay quienes consideran la implementación de medidas preventivas, son inútiles porque no pueden evitar la muerte. Sin embargo, están muy equivocados quienes piensan así, o simplemente lo anteponen como un pretexto, porque lo cierto es que mejorarán su calidad de vida.

En pocas palabras, no hay nada para evitar la muerte, pero sí para poderla prolongar, ya que este tema al igual que mi amigo joven de 35 años de edad no le importa, pues su pensamiento cavernario es muy al estilo mexicano “de algo me tengo que morir, que mejor sea comiendo y no a la falta de comida”.

Los mismos coahuilenses se están matando del corazón y no precisamente por decepciones amorosas sino por la falta de una buena alimentación y por llevar una vida sedentaria por culpa de la misma modernidad y tecnología que nos hacen más perezosos. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria “Antonio Estrada Salazar” 2018) www.intersip.org