El sendero de los iluminados: El Velo Que Cubre La Conciencia. 2 de 3

La posibilidad de ser más, como fuere, nuestro propósito es plantearnos como funciona la conciencia sobre nosotros mismos, sobre lo que hacemos y somos. Si bien nuestros actos y nuestra existencia están condicionados por el medio social en el que vivimos, el Estado, el país, la cultura, nuestro saber y nuestra capacidad dependen de la formación con la que estructuramos nuestra personalidad, paradigmas, dogmas y creencias.

Una formación jamás acabada, conclusa, en tanto “posibilidad”, considerando que sin una constante retroalimentación de informaciones, conocimiento y renovación de experiencias, esa formación no sólo se estanca, se fosiliza, sino retrocede a niveles de repetición o, peor aún, de involución, esto generado por el mismo sistema y sin darte cuenta te controlan, te manipulan por la constante contaminación en todos los ámbitos.

La inteligencia abierta al crecimiento, a la acumulación mayor de saberes, es a un tiempo una conciencia activa, dinámica, en interacción permanente y analítica con el mundo y con la ciencia, las verdades y las hipótesis que se vienen formulando.

En el orden de la superación humana, de ser cada vez mejor, más íntegro, más confiable, persona digna de respeto y admiración, la conciencia de sí mismo es fundamental. Ese tenerse en cuenta entre los valores, entre los principios que dimensionan la calidad de la vida humana de nuestro tiempo, es la aprehensión que nos permite evaluar a través del análisis y de la indagación profunda de si mismo, situar, precisar y también corregir, perfeccionar nuestra conducta y personalidad, siempre observando y estando atentos.

Sin ese buceo en las profundidades de nuestro ser, difícil será contrastar nuestro propio yo con los otros, y sobre todo con las exigencias de “ser más”. La angustia que nos interpela: ¿Qué hago para ser mejor? y ¿qué se requiere para mejorar?, es la condición subjetiva para superarse, el simple estar, el sobrevivir según la inercia de la vida que nos ha sido dada, supone conformismo, finitud de nuestra expansión humana.

¡Fíjense qué terrible es ser refractario al crecimiento de la excelencia en el caso de un profesor o de un político!, Tiene consecuencia nefasta para la educación y la sociedad. Para ambos, el no procurar ser mejor y saber más constituye una actitud negativa que incide sobre el ámbito social.

De ese modo la inconsciencia de su responsabilidad termina siendo un perjuicio para sus respectivas actividades, para la sociedad y su entorno inmediato. “El ‘yo’ se pone, o es despuesto”. Al no lograr la consistencia de su aseidad, el “yo soy”, su identidad (el “así me ven”), se destiñe, pierde su distinción y se autoanula en “un ser nada”.

Este deponerse, ocurre cuando se ha generado expectativa sobre este sujeto que soy yo, pero si en el proceso en el que doy cuenta de mi etnicidad defraudo, miento o exhibo mi inutilidad, devengo en un ser repudiable.
La verdad fatalmente desnuda esa apariencia de ser que, en definitiva, es un vacío del ser, vive un yo fantasioso, uno de tantos que crea su ego y lo vuelve arrogante y auto suficiente.

Continuara…

Por AMEP 1111