Guillermo Robles Ramírez

Nunca podrán con ella y su culto

Por Guillermo Robles Ramírez

            En el periodo entre los años 2009 y 2017 en diferentes entidades federales hubo gobernadores que ordenaron destruir altares a la Santa Muerte que se encontraban en las orillas de las carreteras federales o bien aquellas hechas en colonias populares.

            La impotencia por parte de los mandatarios estatales de aquellos años quienes dieron la orden de destruir esas capillas de la Santa Muerte, actuaron más por su total ignorancia desde el momento que relacionaron el culto de la Santa Muerte con los narcos y asesinos pensando equivocadamente que ordenando la destrucción acabarían con el crimen organizado.

            Acabar con la adoración del culto de la Santa Muerte se necesita más que eso ya que no se puede negar que es parte de nuestra cultura desde siglos atrás, es decir, la adoración de la muerte viene desde nuestros antepasados.

            En algún espacio de la Biblia se advierte de la llegada de otras doctrinas y la diversidad de credos se multiplica en un país cuyo único santo de descendencia azteca no alcanza la veneración que por ejemplo goza la Santísima Muerte.

            México, un país cuya costumbre de honrar a sus fieles difuntos se convirtió en la sede de una imagen que proveniente de las islas caribeñas, es decir, Cuba y es hoy por hoy la que más adeptos ha ganado, aunque hay quienes ven su admiración como un acto pagano.

            La historia de esta imagen llegó primero a Catemaco, Veracruz, como un símbolo de la santería y con el paso del tiempo le ha ganado espacios a los santos que sí han recibido la distinción del Vaticano; la forma esquelética con una guadaña en su diestra ofrece una visión hacia las misas negras, antes de una prodigiosa custodia de la vida.

            Sobresale entre una serie de “santos” no aprobados por la Iglesia Católica, en la que aparece Rául Valverde, también conocido como San Valverde favorito de los narcotraficantes y Pancho Villa muy socorrido sobre todo para los antros o lugares donde trabajan muchas mujeres como los “Table Dance”, o casas de citas, por considerase que retiene a las mujeres porque a Pancho Villa siempre tuvo muchas y muy celoso, pero también existen otras imágenes como Pedro Infante; inciensos, bálsamos, velas y un sinnúmero de productos esotéricos que forman parte de ese otros mercado de la medicina, en los que no escapan los afrodisiacos.

            Un pasaje por esos espacios que en Saltillo muy a pesar de considerarse de una comunidad muy persignada, se multiplican y creciendo más sus seguidores y el nombre de la Santísima Muerte por los milagros cumplidos que se le atribuyen a ella cuando se le hace una petición.

            Para muchos seguidores no es considerado como una antítesis de la vida, sino la Santísima Muerte existe como el sendero después de la existencia terrenal. Su presencia en México es mucho antes de los Aztecas.

            El hecho que se le quito el registro a la iglesia para quienes creen en ella también conocida como “Niña Blanca”, es como las llamadas a misa, el que quiere va, y el que no pues no, inclusive cuando le quitaron el registro se incrementó no solamente la venta de su imagen sino de nuevos seguidores.

            La corriente de veneración a la Santísima Muerte, inició en Cuba, con otro nombre como “Oyá”, Puerto Rico, República Dominicana, y Venezuela.

            El culto de la Santa Muerte no es nuevo sino todo lo contrario ya que nuestros antepasados siempre la han adorado con su imagen católica conocida como Santa Teresita, otros como Santa Candelaria.

            La iglesia no lo puede hacer a un lado porque forma parte de nuestra cultura que no podemos borrar ya que el pueblo mexicano fue el último de los grupos nahuatlatos que llegaron a la cuenca de México;  a finales del siglo XIII, heredaron dos antiguos dioses Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, es decir, el Señor y la Señora del Mictlan la región de los muertos.

Otras representaciones de la muerte se encuentran en los templos del México antiguo y eran considerados como una parte importante del culto de sacerdotes y el resto de la comunidad.

Y no se diga de la celebración y rendición de culto el día dos de noviembre conocido también como “el día de los muertos”, donde también aparece la figura de una calavera en diferentes representaciones, como veladoras, el pan, la catrina, etc., todo lo que conlleva la celebración de una tradición mexicana y única en el mundo.

            La Iglesia por su intento frustrado de no perder más feligreses han satanizado a una imagen que por su aspecto en ocasiones causa temor a mucha gente es la  “Blanquita, flaquis, niña blanca, etc.,” conocida así de cariño a la famosa Santa Muerte; tratándola de relacionar con la maldad o con los narcotráficos, y aparte le molesta sobre todo a la Iglesia católica que se refieran a esa imagen como “Santa”, argumentando que no lo es, por simbolizar la muerte.

            Aunque la Iglesia y gobernadores traten de satanizar a la Santa Muerte o relacionarla con el narcotráfico o crimen organizado, no podrá nunca acabar con sus seguidores y muchos de convencerlos porque es parte de nuestra tradición y en realidad no se necesita una imagen posiblemente escalofriante, para algunos, para hacer el mal; sino todo lo contrario hay que hacer conciencia que la maldad existe en el ser humano porque lo mismo puede pedirle a cualquier imagen religiosa, es decir, el hombre según sean sus peticiones es el que la hace buena o mala y no en sí la imagen misma. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018) www.intersip.org

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