Guillermo Robles Ramírez

Suicidios quedan solo en estadísticas

Por Guillermo Robles Ramírez

            Amistades cercanas saben que soy originario de la Perla de la Laguna, es decir, de Torreón; Coahuila, pero tengo muchos años radicando en La Atenas de México, siendo esta cabecera municipal muy conocido por su gente pacifica, amigable y muy trabajadora.

            Es natural que cada comunidad sea identificada por algún rasgo o personalidad de la gente originaria de ese lugar; por ejemplo, a la gente de Torreón, se les ha conocido que son bien lumbre o polvorín porque son de pocas pulgas y reaccionan rápido a la agresión tan pronto son provocados.

            En Saltillo, es todo lo contrario porque son muy pacíficos en su forma de ser; obviamente también reaccionan ante una agresión, pero no son de mecha corta.

             Pero al igual que el clima de la capital de Coahuila que es algo que ha quedado en el pasado en donde lo fresco y lo lluvioso solo está en la melancolía de generaciones pasadas, también la actitud de la gente está cambiando.

            El cambio no es malo, pero existe la tendencia positiva y su contraparte siendo este último la inclinación por la que los saltillenses está teniendo.

            Lo que ha sido a inicio de este año a la fecha se ha estado registrando un aumento superado comparativamente al año anterior en los suicidios. Algo que lamentablemente los mismos saltillenses se han estado acostumbrando a escuchar en las noticias sin darle la importancia e incluso sin causar un impacto social por empezar a sonar como algo cotidiano.

            El promedio anula tanto en su intento de suicidios, así como aquellos que logran culminarlo va incrementándose no solo en la Región Sureste, sino también en Monclova y Frontera, pero el primero está liderando en este fenómeno que aún no es considerado como un problema social y menos figura dentro de la agenda política.

            Ahora bien, solo como información el tema del suicido cobra más fuerza en nuestro país y aunque no existe una estadística clara ante la Organización Mundial de la Salud para poder determinar el número de suicidios, nada más se tiene los datos registrados en el censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía siendo estos muy apenas interpretados con una diferencia de tres años posteriores ante este organismo que son cotejados con las actas de defunción. Pero para la Secretaría de Salud su cálculo a ojo de buen cubero siempre será mayor lo reportado ante el INEGI.

            Estadísticas que solo quedan en eso, es decir, puros números sin impacto social o políticos en donde se sabe que la mayor parte de estos suicidios lo encabezan jóvenes que no saben lidiar con un rompimiento amoroso, problemas emocionales y una minoría mala situación económica es lo que se tiene registrado.

            Cualquiera que fuese el caso, la situación no es fácil, aunque es alarmante para la sociedad mexicana en donde algo no anda bien, siendo de bajo impacto los mensajes publicitarios de culturización en el tema del suicidio por parte de nuestras autoridades, pero sobre todo la poca o nula participación en el núcleo familiar ya que la mayoría de ellos son cometidos dentro de viviendas particulares.

            Es inquietante en nuestra entidad la muerte de los jóvenes coahuilenses ya que el suicido ocupa el tercer lugar después de los accidentes automovilísticos, siendo este el que ocupa el primer lugar.

            Los datos no se deben de llevar con los brazos cruzados sin nada que hacer sino todo el sector político tiene el compromiso de buscar herramientas dentro de las universidades particulares, así como aquellas que reciben participaciones estatales y federales en hacer evaluaciones psicológicas a la población estudiantil para detectar a tiempo aquellos perfiles que tengan tendencia al suicidio y sean atendidos por medio de programas grupales de motivación y orientación. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018) www.intersip.org

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