Tan silencioso como el cáncer

Empieza a ser cada vez más cotidiano escuchar sobre la enfermedad silenciosa, es decir, el cáncer de mama o de próstata. En éste mes hay una intensificación sobre campañas gubernamentales principalmente sobre esta enfermedad ya que el día 19 de octubre se constituyó como el Día Internacional de lucha contra el Cáncer de Mama.

No se trata de una campaña para promover a los políticos, aunque existen algunos que no perdonan y lo usan como una imagen política, pero lo cierto es que desde el año 2006 es la primera causa de muerte entre la población femenina de 25 años y más.

Es por esta razón que se le da más importancia a esta enfermedad en las mujeres que a los varones y no es una cuestión de marcar diferencias, sino se trata de un problema de salud pública que hay que a tender.

Su propósito de campañas publicitarias y programas gubernamentales para la prevención de ésta, es la sensibilización sobre el cáncer de mama. Sobre éste último punto a manera personal considero que esta sensibilidad sobre el cáncer de mama no tiene que ser exclusivo de octubre sino de todos los meses del año al igual que cualquier otro tipo de enfermedad cancerosa, ya que los pacientes quienes lo padecen tienen que luchar diariamente con esta enfermedad terminal comenzando por ellos mismos emocionalmente desde la aceptación.

Por otro lado, falta mucho por hacer en cuanto a la culturalización de ésta enfermedad no solo para el paciente sino también para familiares y la misma sociedad en donde se les tiene que enseñar a no sentir lástima para aquellos que padecen cáncer.

Hay que aprender a similar que se trata de una enfermedad terminal más no que los maten en vida por la incomprensión y desconocimiento del problema del cáncer o sus consecuencias colaterales causados por los medicamentos para controlar la enfermedad.

La medicina para combatir éste tipo de enfermedades ha hecho el desarrollo en investigaciones científicas en torno a la salud, ha permitido conocer cuán enfermos estamos como sociedad. Ahora sabemos qué es el cáncer, algunas de sus causas, cómo es que se genera y eventualmente curarlo.

Igualmente sabemos más acerca de muchos otros padecimientos al que la idiosincrasia del mexicano le dio el concepto de castigos divinos o que es un producto de hechicerías.

La ciencia ha fincado no sólo este conocimiento, sino que nos ha permitido verlo de muy distinta manera. Los médicos informan ahora sobre enfermedades que antes ni se imaginaban.

Aunque con un mejor nivel de vida sustentado en su poderosa economía y los efectos de ésta en la vida cotidiana; Estados Unidos se preocupa más que México por el estado de salud de sus ciudadanos.

La obesidad, el cáncer, el sida, la artritis, el autismo, la infertilidad, el estrés y muchos otros males, son parte del lenguaje coloquial de ésta población norteamericana. Con una frecuencia hipocondríaca, los medios de comunicación abordan los preocupantes índices de prevalencia de enfermedades en las personas.

En México, la cultura de la prevención no llega a éstos extremos de angustia, pero el uso de los conocimientos ajenos y la muy buena aplicación de los especialistas mexicanos, han logrado hacer de la salud de los mexicanos un tema que muchos envidiarían.

Aquí podemos vivir con estrés y un nivel de vida inferior al de los estadounidenses, pero vaya que somos más felices. Nuestras costumbres y tradiciones hacen de los mexicanos un entregado a la experiencia de las emociones y sentimientos, algo mucho más apegado al espíritu del ser humano y creemos que ésta puede ser una de las mejores medicinas que usamos.

Aún con éstos, no podemos soslayar la existencia de casos verdaderamente estremecedores. En Coahuila, por hablar localmente, se recuerdan los de niños cuyos padres arman campañas de publicidad para integrar el presupuesto de una costosa cirugía para curarlos de un mal hepático.

Aquí hay organizaciones altruistas, muchas de ellas que viven de colectas públicas y de acciones voluntarias, que trabajan para procurar atención a niños enfermos de familias pobres.

El resultado de éste trabajo ha dado algunos frutos que revelan historias lacrimógenas y derivan en la generación de confianza, un elemento fundamental para su permanencia.

Pero más allá de eso, lo verdaderamente importante es saber que ahí existen grupos de personas, fuera del ámbito de la burocracia dispuestas a indignarse ante la pena ajena y tomar como propios los problemas del prójimo necesitado. Hay necesidad de ir haciendo cada vez más conciencia y sin buscar publicidad o un reconocimiento ante la gente, sino hay que caminar con el corazón en la mano y en silencio, igual que el cáncer. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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