Tradiciones como patrimonio coahuilense

Para sentirse orgulloso de un país es necesario conocer nuestra historia, sin necesidad de ir tan lejos la lógica diría que antes de eso es mirar tú alrededor y conocer su entorno observando la belleza que hay en tu propia localidad pero aún más si sabes apreciar lo que hay en tu propia entidad.

Los coahuilenses siempre nos sentimos orgullosos no solo por vivir en ésta entidad sino también por haber nacido en Coahuila. Pero cuando se le pregunta a cualquiera el por qué tanto orgullo difícilmente tendrán una respuesta congruente.

Durante años hemos sido una entidad ejemplar en donde se nos han copiado nuevas innovaciones en sistemas de producción de muchos artículos, por su desarrollo industrial y avances educativos. Ahora es necesario tener que seguir el camino ejemplar de otros estados del país en donde sus principales y ancestrales costumbres y tradiciones, culturales y artesanales, son declaradas patrimonio del Estado.

Coahuila tiene muchas cosas de qué sentirse orgulloso y que solo en estas tierras cuyos orígenes de más de 490 años se traslada a los tlaxcaltecas, en donde dieron nacer a más pobladores.

Nuevo León, Zacatecas, Hidalgo, Tlaxcala y otras Entidades de la República desde hace tiempo han decretado patrimonio de su Estado entre otras actividades artículos artesanales, dulces regionales, platillos comestibles o pan.

¿Por qué no hacerlo, antes de que se nos adelanten los asiáticos y no vayamos amanecer un día con la sorpresa y el coraje de que China, ya patentizó el pan de pulque muy propio de Saltillo o bien los tamales de Ramos Arizpe o lo que sería peor cualquier otro tipo de artesanía y costumbres de las distintas regiones.

Claro ejemplo del tema, lo es uno de los grandes distintivos de la ciudad de Saltillo, que es el famoso pan de pulque, también conocido como el pan de fiesta, que entre sus ingredientes lleva pulque y anís y que se ha convertido como una de las grandes tradiciones de la ciudad sarapera.

Es muy común que cuando uno pasa por Saltillo o que un saltillense visita una amistad o familiar, no falta el encarguito del panecito que hace romper cualquier disciplina de dieta por ser tan irresistible (y más si va remojado con leche y mejor si el remojo va con todo y parte de los dedos de una mano).

Existen pocas panaderías que trabajan el pulque o vino de tierra conocido así por nuestros antepasados los mazahuas y otomíes, quienes hacían el agua miel para su comercialización, fiestas, celebraciones religiosas e inclusive para remedios medicinales.

Coahuila tiene una gran variedad de usos del pulque, cuya producción lamentablemente se viene abajo cuando es afectada por alguna tempranera y sorpresiva helada de las que ya ha sufrido la Entidad, congelando gran cantidad de magueyes de donde se extrae el agua miel para procesarlo.

Aunque en sí el maguey es una planta muy resistente a las altas y bajas temperaturas lo que es el aguamiel se ve afectada por los cambios climatológicos ya que cuando hace calor se hace agria porque su fermentación se acelera echándose a perder, en cambio, con el exceso de lluvia se rebaja mucho.

La falta de preparación por parte de las autoridades para prevenir la afectación de la vida vegetal y flora por los cambios climatológicos es muy evidente y más cuando no existe la cultura para preservar lo que la naturaleza nos proporciona ya que no solo para hacer reposterías, sino también tiene un uso en el campo botánico, dentro de sus propiedades tiene la vitamina el Omega 3, que sirve para la formación de membranas celulares, hormonas y fortalecimiento del sistema inmunológico.

Por lo pronto, pero sin dejar de seguir siendo toda una tradición, las pocas panaderías en Saltillo, que trabajan el agua miel están sufriendo por la falta de pulque, cada día tienen que estar viajando más lejos de nuestra comunidad para poder conseguirlo y seguir con la tradición saltillense.

Persistimos, ¿por qué no declarar patrimonio de Coahuila el pan de pulque, el de acero, los tamales, las reconocidas e igual de tradicionales “Panochas” también conocidas como “Pan de Campo” de Torreón, esas gigantes y redondas tortillas de harina de trigo que llegan a medir hasta más de medio metro y que rellenas de algún guisado, que por años ha dejado satisfechos los estómagos de los laguneros coahuilenses, ahí están los reconocidos dulces de Parras, sobre todo los de leche quemada, de higo, membrillo, manzana o durazno.

Hay mucho de que los coahuilenses podemos jactarnos y sentirnos hartamente orgullosos. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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