EE.UU. contra el Estado Islámico: ¿Una campaña sin límites?

La Habana (PL) La campaña de la coalición militar liderada por Estados Unidos contra el Estado Islámico (EI) rebasa ya las fronteras de Iraq, Siria y Afganistán y se extendió en las últimas semanas a Libia.
La expansión del alcance geográfico y la envergadura de esas misiones tiene lugar en medio de una compleja situación en Siria y en toda la región del Medio Oriente.
En ese país levantino, los ataques aéreos de la aviación rusa que comenzaron en septiembre pasado a solicitud del Gobierno de Damasco, propinaron daños significativos a los fundamentalistas y al resto de las bandas irregulares que allí operan.
El incremento de las acciones del Pentágono contra los fundamentalistas coincide además con los esfuerzos de Estados Unidos y Rusia por lograr un cese al fuego temporal y avanzar en la solución del conflicto sirio, en el que han muerto centenares de miles de personas inocentes.
Con la autorización del presidente Barack Obama, el 18 de febrero aviones norteamericanos F-15E y aeronaves teledirigidas (drones) atacaron agrupaciones del EI cerca de la ciudad libia de Sabratha, en particular uno de sus campos de entrenamiento.
No obstante, el parlamento libio con sede en la ciudad de Tobruk, calificó el ataque estadounidense de violación de la soberanía de ese país.
Los golpes, que fueron anunciados a las autoridades libias poco antes de su realización, provocaron la muerte de más de 40 personas y alrededor de un centenar de heridos.
LA PROMESA DE OBAMA
Obama prometió recientemente que daría el visto bueno a una operación internacional de gran envergadura en Libia contra los fundamentalistas, una vez que las facciones políticas en esa nación, devastada por luchas internas y como resultado de la intervención foránea, formen un gobierno de unidad nacional.
A la vez, el mandatario señaló que aprobaría la realización de bombardeos contra objetivos claves siempre que se presente una oportunidad para hacerlo.
En los últimos meses, el Pentágono incrementó sus actividades dentro de Libia, con pequeñas unidades de las Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE) porque el país norafricano es un área clave para las acciones de los terroristas fuera de sus principales áreas de operaciones que están en el Medio Oriente.
Los congresistas republicanos presionan desde el año pasado a la administración Obama para que extienda las acciones militares contra el EI hasta Libia, donde operan alrededor de seis mil 500 miembros de esa organización, según los servicios de espionaje norteamericanos.
Aunque para expertos estos bombardeos recientes no parecen ser el inicio de una campaña de larga duración en ese país, demuestran la determinación de la Casa Blanca de expandir sus ataques, con o sin la autorización de organismos internacionales ni de los países afectados por las incursiones.
Atacaremos al EI dondequiera que sea necesario, con el empleo de todos los instrumentos que están a nuestra disposición, señaló el Pentágono.
El mando militar estadounidense valora esta decisión desde hace varias semanas, y en ese sentido el diario The New York Times reveló el 4 de febrero que los asesores de seguridad nacional de Obama intentan convencerlo de que utilice la fuerza a fondo contra el EI en dicha nación norafricana.
Sin embargo, el mandatario teme embarcarse en una intervención en otro país desestabilizado, e indicó a su equipo de trabajo redoblar sus esfuerzos para formar allí un gobierno de unidad nacional.
Los preparativos en el Pentágono descartan el uso masivo de tropas terrestres, pero prevén ataques aéreos, incursiones de comandos o asesoría a milicias libias en el terreno.
De acuerdo con el rotativo, sería algo similar a lo que las Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE)  norteamericanas realizan actualmente en el interior de Siria, sin la anuencia de las autoridades de Damasco.
Algunas de estas opciones fueron debatidas en una reunión del mandatario con sus consejeros a finales de enero, en la que no se llegó a una conclusión definitiva sobre la envergadura y el posible carácter de las acciones de una eventual operación militar en suelo libio.
Las informaciones de prensa disponibles evidencian que la propuesta fue presentada a la consideración del Ejecutivo por las principales agencias federales y la Comunidad de Inteligencia.
Las posibles acciones en el futuro inmediato podrían incluir la eliminación física de altos líderes extremistas, ataques contra varios objetivos, o el despliegue de comandos para trabajar con las facciones libias afines a los intereses de Washington.
Libia está sumida en una situación de caos tras el derrocamiento del líder Muammar El Gadafi en 2011 por una guerra en la que participaron mercenarios de varias naciones árabes, con el apoyo de la OTAN.
De acuerdo con informes del mando militar estadounidense, el EI tiene en suelo libio más de dos mil 500 efectivos, el doble de lo que estimaron los especialistas el año pasado.
El grupo extremista controla la ciudad central de Sirte así como un número significativo de instalaciones petroleras, de acuerdo con The New York Times.
En este contexto, Obama indicó a mediados de febrero al Pentágono y a sus principales asesores de seguridad nacional incrementar las acciones antiterroristas en Libia, pero a la vez desplegar esfuerzos diplomáticos para resolver la crisis política interna en esa nación norafricana.
Según la agencia noticiosa estadounidense Associated Press (AP), aunque esta organización extremista emerge en varias naciones, Libia es percibida como el foco principal de las acciones del EI fuera de Siria e Iraq.
Las fuerzas armadas estadounidenses enviaron en los últimos meses pequeños contingentes de las FOE para evaluar la situación en el terreno, mientras que el Reino Unido, Francia e Italia colaboran con misiones de obtención de información de inteligencia en varias ciudades libias, según AP.

LA CAMPAÑA LLEGA A AFGANISTÁN

Pero este esfuerzo contra el EI se extiende también a Afganistán, donde Estados Unidos cuenta con unos nueve mil 800 efectivos militares, que participan en misiones de antiterrorismo y asesoría a las fuerzas locales.
Anthony Cordesman, especialista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, uno de los llamados tanques pensantes con sede en Washington D.C., considera que hasta la fecha el Gobierno afgano está perdiendo la guerra a todos los niveles contra el movimiento Talibán.
La administración Obama extendió hasta 2017 la misión de entrenamiento y asistencia en territorio de esa nación asiática, lo que debía concluir a finales de 2016.
Para algunos expertos, la presencia del EI en suelo afgano complica la intervención de Washington y sus aliados en ese país, lo que constituye un elemento adicional para buscar el apoyo del Congreso, ante el aumento de los gastos que todo esto implica.
Un artículo del diario Stars and Stripes señaló el 21 de febrero pasado que, a pesar de los reveses que sufrió el EI en Afganistán, dicho grupo mantiene allí sus capacidades de resistencia y de reclutar adeptos para sus acciones terroristas.
Alrededor de tres mil efectivos de esa organización están concentrados en áreas montañosas de la oriental provincia de Nangarhar, según informes del mando militar norteamericano citados por el mencionado periódico, especializado en temas castrenses.

SIN AUTORIZACIûN DEL CONGRESO

Pero el incremento de las misiones militares de Washington y sus aliados en diversos teatros de operaciones tiene lugar a pesar de que el proyecto de Autorización del Uso de la Fuerza (AUMF) contra el EI está actualmente en un punto muerto en el Capitolio.
Obama presentó en 2015 su propuesta de AUMF, la que líderes demócratas consideraron demasiado general, pues según ellos dejaba abierta la posibilidad de que el país se involucre en otra guerra, mientras que los republicanos la rechazaron porque la iniciativa limitaba en exceso las opciones militares.
Aunque el jefe de la Casa Blanca prefiere contar con la anuencia explícita del Capitolio en esta contienda, sus asesores reiteran que las actuales operaciones contra el EI y su eventual ampliación están dentro de las prerrogativas de Obama.
De cualquier manera, con o sin una AUMF, Estados Unidos y sus aliados prosiguen la expansión de la campaña contra los terroristas, iniciada en agosto de 2014 en territorio iraquí y que se extendió en septiembre del mismo año a suelo sirio, contra la voluntad de las autoridades de Damasco.

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