La mentira políitica

Por Arom Leamsi

A menudo la mentira suele asociarse a actos inmorales, inaceptables, inadmisibles, políticamente hablando; pero a veces también se la vincula con situaciones de generosidad, de bondad, de ética, de moral. Muchas veces, por ejemplo, los médicos recurren a la mentira terapéutica, buscando el bienestar del enfermo. ¿Qué distancia existe entre esta clase de mentira y la que se maquina para destruir a una persona?

Parece ser que la mentira oscila entre dos contextos diametralmente opuestos, y por otra parte, y al mismo tiempo, la mentira puede ser analizada desde muchos puntos de vista, como pueden serlo, el terapéutico, el ético, etc. como hemos visto.

La mentira en este sentido, necesita de una explicación, de una teoría que puede ser metafísica o filosófica. Particularmente la doctrina metafísica de la mentira es la que rige a los políticos, que no es otra cosa que una ideología, que está presente de manera oblicua, de manera muy particular a los partidos políticos, y así ha sido desde mucho tiempo atrás.

Desde la perspectiva metafísica, que tiende a moverse entre las ideas de “Ser” y  de “Nada”, aborda la mentira estableciendo una relación interna, entre el Ser y la Verdad, y entre el No Ser y la Mentira, y por otra parte, opone la Verdad a la Mentira. Los fundamentos de esta ideología descansan sobre la idea de una conexión de la mentira con el no ser.

Sobre esta misma idea descansa la doctrina de la alienación de Sartre: la mentira es la exposición de la mala fe; la mala fe consistiria precisamente en la alienación de la conciencia, y la alienación consiste en que la conciencia sabe que no es nada, y en ese estado se representa a Ser como el No Ser, y al No Ser, como el Ser. Por la tanto la mentira surge del No Ser; de saber que Somos Nada.

Y siendo las cosas así, entonces la Verdad provine del Ser, que se manifiesta por sí mismo y, por lo tanto, la Verdad se manifiesta por sí misma. De esta concepción, nace la idea de que la mentira es cosa de hombres débiles y esclavos, y entonces, la verdad es cosa de hombres fuertes y libres; en eso se sustenta la famosa expresión, “la verdad os hará libres”.

Una Verdad dicha con malas intenciones es peor que todas las mentiras juntas que puedas inventar. 

William Blake.           

Esta cuestión se ha convertido en una norma que viene regulando el comportamiento de los partidos políticos, y de muchas formas lo que los diferencia entre si. La acusación más grave que se pueden hacer entre sí los candidatos, es precisamente la de mentirosos. La mejor arma que tiene cualquier candidato para eliminar de la contienda a sus oponentes en campaña, es acusarlos de mentirosos.

¿Por qué razón a la mentira suele asociársele una dosis de malignidad? Resulta muy difícil de averiguarlo, a no ser que supongamos la dicotomía entre la verdad y la mentira, y su relación, también dicotómica, con el Ser y el No Ser. Esa asociación se entendería, al aceptar que la mentira, al engaño, la  apariencia, la falsedad, etc. esta en una relación directa con el No Ser.

Una cosa es que las mentiras no tengan un alcance relevante y otra es que sean criminales, como cuando se inventa una mentira para destruir un adversario desprestigiándolo, socavando su reputación, pagando campañas con ese fin, a través de la televisión, en la que debido a su naturaleza, todo es mentira, empezando por los patrocinadores que recurren a la simulación, a la apariencia para promover sus productos.

La cuestión de todo esto, es que la mentira es el pan de cada día de todos los políticos de profesión, ellos no pueden dar un paso sin mentir: Platón decía que el político es un pastor que no gobierno por medio de la violencia sino por la palabra, pero la palabra es el instrumento de la mentira por excelencia. Y la mentira muchas veces es mentira retórica, que es el arma política de primer orden y sin la cual no se podría gobernar. O ¿Acaso hay un candidato, a cualquier puesto de elección, que haya sido postulado por quienes pretenden representar? ¿Sus promesas y programas que asumen en época de elecciones responden a las necesidades de sus electores? ¿Cuándo votan por cualquier propuesta, realmente lo hacen con el consenso de sus representados?. De esto puedo concluir que los políticos no se mueven por la verdad, lo que los mueve es lo correctamente político que no necesariamente es verdadero, puesto que muchas veces es mentira, Concluyendo, yo no estaré nunca seguro, de que un político exprese la verdad.

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